BABY: La maternidad al límite
Baby, la nueva película de Juanma Bajo Ulloa, es un cuento, y como tal hay que tomarlo con precaución, porque que sea un cuento no significa que se trate de una historia para el público infantil, ni mucho menos, aunque haya una niña en su relato y un bebé en su punto de partida.
Y es que en esta historia una chica adicta a la bebida y al consumo de estupefacientes, y sin un futuro inmediato claro debido a que su situación es lamentable, da a luz sola al baby del título, un bebé al que no es capaz de cuidar porque sus continuas crisis hacen que ni el biberón pueda acercarle al pobre.
Su casa también es un reflejo de su estado, con el desorden que reina en ella y los insectos que la recorren, como la araña enorme que se pasea al lado del chupete que la chica encuentra por casualidad, una antigüedad que le sirve para salir del paso y ponérselo al bebé cada vez que llora. Si le es posible recogerlo del suelo cuando se cae.
La joven se da cuenta de que en esa cochiquera podría vivir ella, si a sí misma se lo permite, pero que su retoño no tiene por qué aguantar esas condiciones, por lo que decide contactar con una mujer que se haga cargo de él.
Lo malo es que la mujer que se lo lleva, y por el que le paga una buena cantidad de dinero, es una traficante de bebés, por lo que se arrepiente y decide recuperar a su baby. Pero para ello tendrá que conseguir entrar en la mansión en la que vive la señora, junto a las dos chicas que forman su equipo, tan desastroso como la ama, e intentar localizar a su babé y llevárselo de allí. Y nada de eso va a resultarle fácil.
Baby es un trabajo arriesgado, muy arriesgado. De hecho, desde que se supo que Juanma Bajo Ulloa iba a rodarlo, la primera información que tuvimos fue que iba a ser una película sin diálogos. Se denominaría muda, pero si hay sonidos en ella, gritos y música en ciertos momentos, aunque no sean palabras, frases y respuestas a las mismas, muda, lo que se dice muda, no es. Pero tal vez sea la manera más sencilla de etiquetarla para que sepamos ante qué película estamos.
Y si lo pensamos bien, es el mejor formato que se le puede dar a un cuento, que sea narrado a través de la fuerza de las imágenes y de unos personajes, todos ellos mujeres, con la suficiente entidad como para tenernos absorbidos a lo largo del metraje.
Baby es un cuento oscuro, gótico, destinado al público adulto, pero transmitido con una sensibilidad única, con un universo propio que ya conocimos al inicio de la carrera de Juanma Bajo Ulloa, con títulos como la durísima Alas de mariposa, la estremecedora La madre muerta o el primer cuento oscuro que nos regaló, con Frágil, castillo incluido para dejarnos claro que por muy cruel que pareciera todo no estábamos fuera de esos parámetros.
Bajo Ulloa vuelve a ese tipo de cine que lo hizo grande y actualiza sus códigos al nuevo siglo, pero no deja de ser él, ese director al que muchos admiramos desde sus comienzos y a cuyos orígenes nos vuelve a remitir.
No porque su cine sea duro es menos bonito. El gótico que le imprime a Baby es asombroso. El diseño de producción de la casa, obra de Llorenç Mas, donde transcurre la mayoría de la acción de la película es prodigioso. Y la fotografía, firmada por Josep M. Civit, con la que recorre los elementos siniestros que hay dentro de ella, es simplemente arrebatadora.
Baby no se limita a ser dura en su concepto, también nos da una moraleja a modo de alternativa a su mundo oscuro y sin remordimientos. Baby tal vez no haya nacido en el mejor momento para su madre, pero le hace aprender una lección: asumir que la vida es algo más que ocuparse de uno mismo, que hay otra gente que te necesita y que debes estar ahí para ellos.
Rosie Day es la protagonista de Baby, una chica que realiza una labor encomiable en su retrato de una mujer consumida por las drogas y a la que la vida le da un empujón para despertar y tratar de recomponer lo que se ha ido estropeando. Sus diez minutos iniciales son pura angustia, con ese bebé que requiere unas atenciones que ella intenta darle pero que comprobamos que es incapaz de hacerlo.
Charo López interpreta al personaje que le dará la llave para entregar a su criatura a alguien que en teoría se ocupe mejor de ella, y Harriet Sansom Harris, Natalia Tena y Mafalda Carbonell son quienes tendrán a su cargo un bebé que, si cabe, cuidan peor que su madre.
Los diálogos no son necesarios para adentrarnos en esta terrible atmósfera. Si el cine es imagen, y como tal nació, Juanma Bajo Ulloa domina la narrativa a base de acciones que van dando paso unas a otras y construyendo una historia por medio de los acontecimientos que la van conformando. La expresividad de las imágenes hace el resto y la música de Bingen Mendizábal y Koldo Uriarte redondea el conjunto haciéndolo irresistible.
Baby es un prodigio, una de esas películas que tanto escasean en el cine contemporáneo pero que de vez en cuando algún director valiente nos recupera para disfrute de quienes amamos el arte de contar historias sin estridencias, sin elementos superfluos, solo con lo que la imagen requiere y el guión precisa. De este modo es complicado fallar y no ofrecerle al espectador la película perfecta que Baby es.
Silvia García Jerez