CONOCIENDO A ASTRID: La autora de Pippi Calzaslargas
Nombrar a Astrid Lindgren debería provocar una sonrisa. Ella fue la autora de ese famoso personaje llamado Pippi Calzaslargas, Pippi Langstrump en su versión original sueca, de donde era la propia Astrid por nacimiento.
Digo que nombrarla debería provocar una sonrisa porque es de imaginar que Astrid fue, murió en 2002, y es, lo suficientemente famosa como para que se identifique su nombre con su célebre creación.
Pero tal vez haya que aclarar que Astrid creó a Pippi y que se hizo muy conocida por ello, porque es un personaje con el que muchas niñas crecieron, divirtiéndose, y cuya serie de televisión, de solo una temporada, compuesta por 13 capítulos que datan de finales de los años 60, popularizó aun más a esta niña pelirroja y traviesa.
Eso fue hace décadas.
Probablemente, de haber sido una creación norteamericana el nombre seguiría siendo un icono y no haría falta aclarar nada, pero siendo sueca, en Europa, sobre todo en nuestro país, donde no llevamos demasiado bien eso de defender lo más cercano y hacerlo parte de nuestra vida, donde miramos siempre hacia Estados Unidos para ubicar todos los nombres que definen la cultura popular, no acabe de sonarnos demasiado.
Por lo tanto, para conocer a Astrid llega la película sobre su vida, en la que se relatan sus comienzos en un periódico local de la ciudad de Vimmerby, al sur de Suecia, cerca de la granja en la que Astrid vino al mundo, su relación con el director del mismo, su embarazo, sus problemas para poder ciudar a su hijo…
Lo curioso, y lo malo también de Conociendo a Astrid, es que a Astrid la conocemos, pero la película no revela por qué fue tan famosa, no habla en ningún momento de su Pippi Calzaslargas, de cómo la creó, de qué le sirvió de inspiración para empezar a escribir esos cuentos. Nada. La historia anterior a Pippi no es precisamente la Astrid que esperábamos conocer.
Como película se trata de un biopic, o un film biográfico, pero no más interesante que el de cualquier producción europea sobre cualquier personalidad que haya destacado por algo. Con la diferencia de que casi todos o se centran en lo que les ha llevado a la fama o hacen alguna alusión a el porqué de dicha gestación.
Como producción es de lo más correcta, demasiado correcta incluso, y por demasiado correcta quiero decir fría, alejada de la empatía del espectador hacia cualquier acontecimiento de la vida de Astrid, pero como biografía de la autora de uno de los personajes de la literatura infantil más relevantes del mundo no nos sirve.
Si queremos conocer el origen de Pippi debemos acudir a internet. En la red sí descubriremos cómo nació Pippi, lo que le costó a su autora llegar a publicar sus historias y el posterior el éxito de su personaje. Y no es menos cierto que de esa historia saldría una película mucho más interesante que de la que ahora hablamos.
Es incluso llamativo que la cinta comience en la vejez de Astrid, con la autora abriendo cartas de niños que le dan las gracias por tanto, por sus lecturas, por los momentos vividos con Pippi, y cuando el film hace el habitual flash-back hacia el pasado nunca lleguemos a saber por qué esos niños le agradecen nada.
Conociendo a Astrid puede dar pie a pensar que al conocerla a ella sabremos cómo algún rasgo de su carácter, fuerte como el de Pippi pero tronchado en algunos momentos de inseguridad, ha llegado a moldear a su creación literaria, pero al no darnos pista alguna coincluimos que Conociendo a Astrid es acceder a alguien como cuando nos presentan a una persona en cualquier ámbito de la vida. Con sus problemas y sus inseguridades.
Eso no es cinematográfico. Se convierte en cinematográfico al descubrir, dentro de la narración, qué dio origen a su famoso personaje. Si no, no dejamos de estar viendo la vida de alguien que sabemos que es famoso, pero al no saber por qué se queda en eso, en la vida de alguien. Y para eso no vamos al cine.
Silvia García Jerez