ANACONDA: Una comedia salvaje

Anaconda (1997) con Eric Stolz y Jennifer Lopez como protagonistas, fue una película de aventuras de serie B, de las peores que se recuerdan en el imaginario colectivo. Pero debido a que tenía un buen reparto -Ice Cube, Owen Wilson y John Voight lo completaban- y sobre todo a un fallo de raccord, originado por su bajo presupuesto, que tuvo la peculiaridad de que un momento del viaje del barco con una cascada de fondo se tuviera que utilizar de nuevo, pero al revés, y la cascada fue hacia arriba en lugar de hacia abajo, y generó que la cinta se convirtiera en un clásico instantáneo, una de esas películas de culto que hay que ver para echarle en cara todos los errores que acumula.

La película, producida por Sony, contaba la historia de un equipo de National Geographic que es secuestrado por un cazador demente que los obliga a acompañarlo para capturar a la serpiente más grande y mortal que existe y ahora, más de 25 años después, la misma Sony estrena Anaconda, una continuación que funciona como homenaje y como una película independiente de aquella, con su propio ADN pero siendo un familiar cercano de la de los años 90. Un experimento realmente curioso que sale, digámoslo ya, muy bien parado. Mucho mejor que la comedia involuntaria que fue la primera entrega.

Uno de los muchísimos momentos divertidos de la película

Anaconda (2025) es una nueva producción de Sony, y en este caso, un acierto. No cuenta la misma historia que la primera, no es un remake, porque el que quiere hacer un remake de la película es el protagonista, Ronald Griffin Jr. (Paul Rudd), un actor catastrófico al que su baja calidad como intérprete hace que le cueste mucho que lo contraten en cualquier reparto. Por eso decide comprar los derechos de Anaconda a Sony y ponerse en contacto con Doug McCallister (Jack Black), director de cine venido a menos y amigo de la infancia, con el que pretende poner en marcha el rodaje de su propia versión, una realmente cutre para la que necesitará ayuda incluso de cara a encontrar una anaconda imponente, la estrella del metraje, tarea para la que contratan a Kenny Trent (Steve Zahn), entrenador especializado en ellas. Así, el rodaje ya puede comenzar. Lo que no sabe el equipo es si podrá acabarlo…

La Anaconda que se estrena ahora no tiene nada que ver con la de 1997 en cuanto a la calidad que ahora tiene la presente. La actual sí es una comedia, y nada fallida. Que Jack Black la protagonice es garantía de que su germen es espléndido y su resultado aún más. Y viéndola podemos comprobar que ese principio se cumple. Desde el primer minuto, en el que vemos al personaje de Black, ya nos estamos riendo. Y de verdad, no por no llorar. Tenemos, entonces, mucho ganado respecto a aquella de la que ésta surge. La atmósfera que se genera desde ese momento es ascendente. Y va a más. Esta Anaconda es una delicia, y se disfruta mucho.

No sólo como película, sino como ejercicio metacinematográfico: la cantidad de referencias al anterior título es considerable, pero el hecho de estar el equipo protagonista rodando un remake de aquel lleva al guión a criticar, a través de la comedia de nuevo, la penosa situación de la industria hollywoodiense. Eso es algo llamativo porque el público y los críticos lo están señalando desde hace años, pero verlo especificado en la gran producción de un gran estudio es hasta valiente.

En este caso, Anaconda no es una serie b, es una gran producción que no necesita montar dos veces el mismo plano, uno del derecho y otro del revés, ni que se vea una cascada cuya agua suba en vez de bajar. En 2025 vamos a ver una película de verdad, con escenas de acción bien hechas, con efectos que no chirrían y con un humor eficaz con el que el público se va a divertir un montón. Los actores están un poco sobreactuados pero hay que tener en cuenta que siendo ésta una cinta parodia, dentro de su estilo metacinematográfico, es normal que se desaten, es parte de la gracia de, supuestamente, estar rodando una mala película.

Lo cierto es que esta nueva Anaconda va a conseguir la aprobación generalizada, y con razón. Es muy divertida y realmente ingeniosa. No es una película navideña pero sí muy familiar, y eso también favorece su rendimiento en la taquilla. Lo normal es que en estas fechas una película así lleve a mucha gente a las salas de cine y que a la salida hayan pasado un buen rato. No siempre los títulos que se lo merecen recaudan la cantidad que deberían, pero Anaconda es una buena candidata para conseguirla y sería deseable que lo hiciera. Porque es magnífica y muy recomendable. Porque es una opción de lo más acertada dentro de las que hay disponibles en las carteleras.

Silvia García Jerez

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