AMIGOS IMAGINARIOS: Regreso a la infancia
Los amigos imaginarios. Todos sabemos que forman parte de la infancia, que son un refugio para los malos momentos y también están ahí para aquellos de pura diversión. Pero no existen, sólo los ven los niños que los crean y les ponen nombre. Y ahora, John Krasinski les ha dedicado una película.
Sí, siempre está bien hacer una regresión idílica. Nunca hay que darle de lado al niño que fuimos y que desde entonces llevamos dentro. Podemos crecer pero la nostalgia también incluye volver a esa parte de nuestra vida. Si recordamos las películas que vimos de pequeños no tenemos por qué abandonar otros aspectos de cuando lo fuimos, y el actor, guionista y director John Krasisnki les hace un homenaje a aquellos amigos invisibles que todos identificamos como parte de la infancia.
Pero Amigos imaginarios, no por ser un homenaje a ella va a resultar tan entrañable como pensamos. De hecho, es una película muy adulta. La podría haber firmado el mismísimo Jim Henson (Dentro del laberinto) o el Joe Dante de Gremlins porque es una cinta en la que el lado oscuro tiene mucho peso.
El argumento se resume en que una adolescente, B, de Bea (Cailey Flemming) puede ver a los amigos imaginarios de los niños, a todos los de todos, pero son amigos imaginarios olvidados, de niños que ya crecieron y los dejaron atrás. Y ninguno de ellos quiere desaparecer. Para lograrlo tienen que volver a encontrar a un niño que los quiera como amigos imaginarios en el presente. Con ese propósito, Cal (Ryan Reynolds), que sería algo así como el portavoz de todos ellos, va a formar equipo con B para intentar encontrarles un compañero con el que aliarse, un niño que vea al suyo y lo acepte como su nuevo amigo. Imaginario, claro.
Ese sería el argumento gancho, que es, admitámoslo de partida, una idea fantástica. En las dos acepciones del término: en el sentido del género y de que es formidable. Lo malo es la base de la que parte, ahí ya no es tan ideal el conjunto, porque, y sin ahondar demasiado en el drama que vamos a encontrarnos, la situación familiar de B no es la mejor para una adolescente. Pero es necesaria para que el mensaje llegue en su plenitud. Por lo tanto, aclarémoslo ya, Amigos imaginarios no es una película para niños. No es su público potencial. Y es algo desconcertante porque los amigos imaginarios son diseños que podrían saltar al mundo del merchandising y convertirse en juguetes y en peluches. Blue es un personaje maravilloso que merecería convertirse en uno, pero eso implicaría que los niños lo reclaman y no parece factible que pueda llegar a ser así.
Una vez hecha la puntualización, volvamos a la recomendación inicial. Porque Amigos imaginarios es una gran película. Contada a pinceladas, a retazos de la historia. En un principio no sabemos muy bien a qué atenernos. No somos capaces de enfocar lo que Krasinski nos está contando. Hasta que el relato avance no nos situaremos de verdad en el mapa que la película tiene diseñado. Y lo cierto es que cuando vamos viendo la colocación de cada pieza del puzzle nos vamos quedando fascinados.
Todo en Amigos imaginarios es un acierto. Desde su planteamiento hasta su ejecución. Brilla en cada uno de sus elementos. Los amigos imaginarios son dispares, casi infinitos, como la fantasía de los niños y les otorga a la película un halo de credibilidad que se agradece. Los hay de todas clases y para todos los niños posibles. Y cómo va enlazando el planteamiento de la película con su auténtica resolución es una maravilla.
Un guión original complejo y bien medido que ahora, en el contenedor de tanto contenido audiovisual como tenemos puede pasar desapercibido como evento pero que si se hubiera concebido en los años 80 sería, probablemente, una película de culto que hoy seguiríamos admirando. Los tiempos cambian y los gustos también, pero está claro que esta película tiene alma de clásico, de esos en los que detenerse y prestar especial atención.
Y hablando de prestar atención, no dejéis de atender a los créditos finales, que incluyen un chiste con uno de los amigos imaginarios y al actor que le pone voz… es maravilloso. En la versión doblada se escuchan las voces de Carlos Latre o Chenoa, pero en la original grandes actores prestan las suyas para los amigos imaginarios que podemos ver todos desde nuestras butacas. Blue/Azul es Steve Carrell, Blossom habla por boca de Phoebe Waller-Bridge (Fleabag, Indiana Jones y el Dial del destino) o el oso Lewis por la del recientemente fallecido Louis Gossett Jr., a quien al final de los créditos se le dedica la película. Pero además hay un chiste con otra estrella de Hollywood que quien se fije en él va a reírse un rato. Algo que se agradece después de tanta emoción. Llevad clínex. O pañuelos. Y una vez usados no se los ofrezcáis a nadie…
Silvia García Jerez