MI AMIGO EL GIGANTE: animación sin ánimo

VUELVE EL REY MIDAS

Los dos protagonistas de la cinta
Los dos protagonistas de la cinta

Que el Rey Midas de Hollywood no dejará nunca de serlo es un hecho que la Historia del cine le ha concedido a Steven Spielberg. Su nombre es leyenda viva de la industria más importante del mundo y solo con verlo impreso en el cartel de una película es motivo suficiente para que cualquier persona, cinéfila o no, se ponga seria y afronte su visionado con el respeto que él mismo se ha ganado.
Otra cosa es que de manera aislada sus trabajos puedan considerarse más o menos afortunados. Por muy bueno que sea un director siempre cuenta con alguna película bastante descartable y a Steven se le pueden tachar Always -Para siempre-Amistad o Indiana Jones y la calavera de cristal sin que su filmografía se vea afectada. A ellas podemos sumar Minority reportHook (el capitán Garfio) o La terminal, que no desentonarían en un hipotético apartado crítico denominado Necesita mejorar.

 

Mark Rylance en EL PUENTE DE LOS ESPÍAS
Mark Rylance en EL PUENTE DE LOS ESPÍAS

UNA COLABORACIÓN FRUCTÍFERA
El pasado año Steven Spielberg estrenó una joya como las que antaño dirigía cuando nos regaló El color púrpura, un guion firmado entre otros por los hermanos Joel y Ethan Coen titulado El puente de los espías. Logró con ella seis candidaturas al Oscar, pero no vio reconocida su labor en el apartado de mejor director, al igual que le ocurrió con la cinta que en los ochenta protagonizó Whoopi Goldberg.
Quien sí estuvo nominado, y además lo consiguió como mejor actor secundario, fue Mark Rylance, que desde entonces se ha hecho inseparable del director. Tres de las cinco películas anunciadas por él para rodar o estrenar próximamente tienen al intérprete en su reparto. Precisamente Ready Player One, que comenzó su rodaje hace un par de días, es una de ellas, a la que parece que seguirá El secuestro de Edgardo Mortara. Pero no nos adelantemos a lo que todavía no es más que un proyecto.
La que sí estrenan en breve es Mi amigo el gigante, el último guion firmado por Melissa Mathison, autora del de E.T., el extraterrestre, basado en esta ocasión en una novela de Roald Dahl, de cuya pluma nacieron Mathilda o Charlie y la fábrica de chocolate. Juntos, Spielberg y Rylance, nos presentan ahora un ejercicio que mezcla la animación con la acción real. La técnica del motion-capture, la misma que se utilizó para que Andy Serkis pudiera darle vida con una convicción desbordante a los diversos personajes que ha inmortalizado, ya fueran Gollum y Smeagol en todos los films de El Señor de los Anillos o a César en El origen del planeta de los simios y su secuela, entre otros títulos, es la que ha convertido a Rylance en este gigante aparentemente temible pero de corazón inmenso. Y el actor está espléndido. Pero no es de descartar que haya sido su magnificencia parte de la culpable de que la película no haya empezado bien su carrera en la taquilla norteamericana: la manera de hablar de su personaje, con palabras mal construidas, rasgo que pretende ser un acierto en su composición, acaba alejándose de este propósito y convierte a su gigante en un ser tedioso y rimbombante.

Significativo momento de la película
Significativo momento de la película

RESULTADOS INCIERTOS
Uno de los peores males que puede sufrir una película es no saber enfrentarse a una etiqueta concreta, por mucho que los estereotipos pretendan adjudicarle una con la lógica de los esquemas a los que responde. Es decir, si tenemos una niña como protagonista, un gigante simpático y animación de por medio, se trata de cine infantil.
Pero Mi amigo el gigante no se define con facilidad. A los niños tal vez les pueda gustar, hay más de un gigante en el metraje y la pequeña, que es raptada de un orfanato, es la que nos descubre, a través de sus ojos, el mundo extraño y llamativo de este singular coprotagonista.
Aún así, la película en su conjunto está envuelta en un aura oscura que no invita a la alegría. La lentitud en que se desarrolla la historia tampoco es la que pide el cine contemporáneo por mucho que se trate de pura fantasía, género que permite experimentar no solo con el espacio sino con el tiempo. Eso sí, controlando también el interno, que no admite reiteraciones ni cambios de tono tan alarmantes como los que aquí se dan cita.
Si Spielberg ha querido rodar un film para niños, objetivamente no lo ha conseguido. Pero tampoco lo ha logrado de cara al público adulto. Quedarse en tierra de nadie filmando escenas que de manera aislada podrían funcionar, como la del gigante yendo hacia su morada entre posibles curiosos delatores, o la del árbol bajo el agua que, por cierto, alarga demasiado, y que en el total del resultado pesan sin remedio, no es la mejor opción para lograr una película redonda. Aunque dichos escenarios y el resto de los decorados entre los que la película transcurre pueden ser el camino perfecto para lograr el Oscar a la mejor dirección artística, apartado técnico que merece todas las alabanzas del mundo.
Me pregunto qué habría sido de esta cinta en manos de otro genio con los muñecos: Jim Henson. Su imaginería y su oscurantismo, el que podemos apreciar por ejemplo en Cristal oscuro, tienen en Mi amigo el gigante un enorme eco. Pero al igual que en su día no obtuvimos respuesta a la pregunta de qué habría sido de Inteligencia Artificial si Stanley Kubrick hubiera vivido para dirigirla, como tenía previsto, no sabremos nunca si en manos de Henson Mi amigo el gigante habría sido una joya. En las de Spielberg está claro que no.

Silvia García Jerez

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