EL AMANTE DOBLE: regreso del thriller erótico

El amante doble, el nuevo estreno del francés François Ozon, es un film inusual. Inusual para estos tiempos en los que el erotismo se ha eliminado de la pantalla grande. Cuesta recordar cuándo fue la última vez que una película se mostró tan explícita a la hora de ser sugerente. Ni siquiera el cine español, que tanta leyenda oscura arrastra al respecto, puede afirmar que nos diera una cinta con las características con las que esta cuenta.
El amante doble se centra en una paciente, Chloe (Marine Vacht), que acude a su psicoanalista, Paul (Jérémie Renier) para tratar los problemas que a ella le generan sus dolores de tripa. La terapia deriva en una relación debido a la cual ella debe dejar sus sesiones para poder irse a vivir juntos. Pero en cuanto eso ocurre, Chloe descubre que Paul tiene un hermano gemelo de cuya existencia ni ella sabía nada ni él quiere dar explicaciones.
Lo que comienza como una bonita historia de amor, de comprensión mutua y afecto innegable, se va convirtiendo en un sórdido retrato de desconfianza progresiva. Saber qué se oculta tras esa intención de que la verdad no sea descubierta, que tanto obsesiona a Paul y que lleva a Chloe a hacerse preguntas con mayor intensidad, se mezcla con el deseo que nace en la consulta de su hermano Louis, también psicoanalista y amante cuando las sesiones, pese a ser necesarias, dejan de ser el motivo de sus encuentros.

El amante doble
Chloe (Marice Vacth) es la protagonista de EL AMANTE DOBLE

El tono erótico de El amante doble es tan alto como su título indica. Sugiere, muestra y en ocasiones se recrea. Lo requiere la trama, que va asfixiando a los personajes a medida que se van acercando, psicológica y físicamente hablando. No hay respiro. El misterio tiene que quedar resuelto y Ozon utiliza la pasión entre los tres para lograrlo.
En el cine de François Ozon encontramos siempre presente el tema de las identidades, del quién es quién, de la realidad que hay detrás del cristal de la ficción, o reflejada en sus espejos, esos que tanto le gusta usar.
Con mayor o menor dosis de color negro, tanto en su humor como en el género al que, según los giros de los acontecimientos se ven abocadas las acciones y los personajes que las cometen, o que se ven sometidos a ellas, Ozon estrena El amante doble, y lo hace de la mano de Marine Vacht, con la que ya trabajó en la decepcionante Joven y bonita. Juntos crean un cuadro, nunca mejor dicho ya que Chloe es vigilante de museo, en el que los elementos nos van absorbiendo hasta situarnos cerca de las pinceladas pero que se ve mejor cuando tomamos distancia y lo reflexionamos.
Hasta el tramo que lleva a las conclusiones El amante doble es un prodigio, una cinta que nos remite a Alfred Hitchcock pero sobre todo a su gran discípulo, Brian de Palma, a David Lynch e incluso al Paul Verhoeven de Instinto básico o al de Elle, gatos incluidos. Pero más adelante el film se pierde en teorías que confunden y que sacan al espectador de la atmósfera lograda, suponiendo un retroceso en el conjunto. El tiempo tal vez le dé la razón y la confirme como una de las mejores películas de Ozon, pero hasta entonces solo es una de las más fascinantes.

Silvia García Jerez

 

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