ALIEN: ROMULUS

Alien: Romulus es más de lo mismo. Literalmente. A aquellos espectadores a los que les guste Alien, el octavo pasajero, de Ridley Scott y Aliens, el regreso, de James Cameron, hay que decirles que si se metieran ambas en una coctelera, el resultado sería precisamente Alien: Romulus. Tiene elementos de ambas, frases de ambas incluso. Algunos lo llamarían homenaje, otros podrían llamarlo remake, directamente. Pero sin la gracia de las películas de las que proviene.

Sí tiene la fuerza de ambas. Su director, el uruguayo Fede Alvarez, responsable de No respires o de la Posesión infernal de 2013, un profesional del género de terror, suspense y misterio, sabe crear atmósferas y en Alien: Romulus la logra. Estamos en el espacio, en las naves a las que nos transporta y corriendo, huyendo de los Xenomorfos que creó H. R. Giger en 1979, posiblemente la iconografía alienígena más brillante de cuantas ha creado el cine.

Los dos hermanos protagonistas de la película

En esta entrega, la que se encontraría entre Alien y Aliens, un grupo de jovencitos trata de escapar de su horrible vida trabajando para intentar llegar a los créditos que les permitan salir de allí, contando su tiempo en ciclos y viviendo entre humanos y robots que aparentan serlo. Los protagonistas son Rain (Cailee Spaeny, la fotógrafa que idolatraba al personaje de Kirsten Dunst en Civil War) y su hermano Andy (David Jonsson), un chico al que el padre de Rain encontró en la basura y lo programó para que cuidara de su hermana. Ellos suben a la nave junto a otros amigos y todos se dirigen a una nave abandonada en la que esperan llegar a un laboratorio llamado Romulus. Con lo que no cuentan es con la presencia en esa nave de una forma de vida que va a poner en peligro las suyas.

Alien: Romulus está, sobre todo, concebida para el público joven. También para los amantes del inicio de la saga, que luego se fue estropeando con diferentes entregas, porque el hecho de que haya tantas referencias a las dos primeras es evidente que persigue el beneplácito de aquellos a los les gustan tanto, pero sobre todo pretende enganchar a nuevos adeptos haciendo un batiburrillo tanto de imaginería como de diálogos de las dos primeras. Es como estar viéndolas pero en lugar de con el icónico reparto que Ridley Scott nos presentó, con unos chicos a los que les pega más estar en una fiesta loca en un chalet, como ocurría en Proyecto X, en lugar de ser los tripulantes de una nave espacial. Para eso se requiere otra edad, otra experiencia, cuyo perfil no es el de estos chicos por mucho que hayan tenido una vida difícil.

La primera hora de metraje cuesta encajar que unos adolescentes sean los nuevos Ripley, Dallas o Kane. Luego la acción se sumerge en la nave abandonada en la que tienen que luchar contra los aliens y nos centramos más en los bichos, en sus persecuciones a los personajes y en lo que éstos nos tienen preparado. Algún que otro giro de guión le sienta bien al conjunto, le da un aire fresco y nos adentra por completo en esta nueva aventura. Y lo cierto es que nadie es igual a Sigourney Weaver, nadie tiene su carisma, su mito es inalcanzable, dentro y fuera de la saga, pero Cailee Spaeny hace lo que puede por convertirse en la heroína de esta historia y por momentos lo consigue. Tiene madera de estrella, otra cosa es que en este Hollywood tan carente de ellas tenga el buen ojo para seguir eligiendo proyectos llamativos.

Los aliens son implacables con los humanos

Lo malo de Alien: Romulus es su falta de originalidad. Puede resultar más o menos entretenida pero todo lo que nos muestra ya lo hemos visto antes. Todo menos los últimos diez minutos, de los que desde el comienzo podía haber partido, porque es una idea resultona que podía haberle dado a la saga un giro curioso. Pero no la sabe o no la quiere aprovechar, por lo que resulta otra entrega decepcionante creada únicamente para que el público joven que no conoce las películas se interese por ellas. Una especie de reboot pero en lugar de con una película con dos. Fede Alvarez sigue demostrando que es un director muy válido pero todo indica que ha seguido las directrices del estudio, empezando por un reparto tan joven, por lo que su autoría se ha visto empañada por órdenes que no han favorecido a la película. También llama la atención que la produzca Ridley Scott, que apadrine un proyecto que resulta ser tan clon de lo que él mismo creó.

A pesar de todo, Alien: Romulus tiene los elementos necesarios para triunfar entre la audiencia a la que va dirigida, y para servir de reclamo a los amantes de la saga, a los que les gustará encontrar la gran cantidad de referencias que van a ir descubriendo a lo largo del metraje. Es lo que se conoce como un producto hecho para los fans. Que también está bien porque sin ellos no habríamos llegado hasta aquí. Y a los que lo somos nos gustaría que su universo siguiera expandiéndose en la pantalla, pero con algo más de originalidad, a ser posible.

Silvia García Jerez

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