A MORIR EN LOS DESIERTOS
Marta Ferrer, soñó una noche que le cantaban al oído tres voces. Al despertar, dentro de su corazón supo que esa revelación, fue A morir en los desiertos.
Marta, exhibe su película, el 7 de mayo, en los cines Maldà, dentro de la tercera edición de La Muestra de Cine Contemporáneo de Barcelona.
LA CRONOSFERA: ¿Cómo das con el Canto Cardenche y con todos estos personajes?
MARTA FERRER: Me encontraba en Barcelona, un amigo me enseñó un video muy casero en Youtube, de los Cardencheros y me conmovió muchísimo. Tanto, que esa misma noche, tres bocas me cantaron al oído en mi sueño. Me desperté al día siguiente con la idea de hacer este documental. Fue una decisión completamente visceral, emocional.
Ahorré para comprarme un vuelo a Torreón y conocer a los músicos, a los señores de ese pueblo. Me fui con el sonidista. En un principio estuvimos cuatro días y desde el primer momento en que nos cantaron, decidimos hacer el documental. No sabíamos como lo haríamos, pero algo teníamos que hacer. El proceso duró 6 años. Grabamos en el pueblo de Sapioriz en Durango y en la Flor de Jimulco, en Coahuila.
LA CRONOSFERA: ¿Y cómo fue ese proceso?
MARTA FERRER: Lo hicimos por etapas. Después de esta visita de 4 días, regresamos y grabamos unos 15 días más, con eso hicimos un teaser y nos presentamos a la convocatoria de FOPROCINE y nos la concedieron. En ese momento, empezó el rodaje “oficialmente”. Estuvimos con un crew de 4 personas, viviendo en una casa del pueblo, grabando sin parar.
A mi me gusta trabajar a largo plazo. Me gusta conocer a las personas, a las comunidades, empaparme de la rutina de las personas, conocer el contexto y la historia, porque finalmente ves lo que hay detrás de este canto. Me interesó mucho el poder de la música para reflejar el sentir de una comunidad en un momento histórico. En este caso, está la situación de los peones en las haciendas algodoneras. Los peones, vivían en condiciones de semiexclavitud y por eso el canto es así, tan nostálgico, tan desgarrador. La gente que vivía en extrema pobreza no tenía dinero para los instrumentos y por eso se canta a capela.
Me interesó mucho el poder de la música para reflejar el sentir de una comunidad en un momento histórico.
No fue fácil al principio, porque los Cardencheros, en el campo de la música tradicional, son muy conocidos en México. Ya les han hecho muchas entrevistas para la televisión y estaban acostumbrados a este tipo de lenguaje. Entonces, cuando llegué, me preguntaban :-¿A qué hora va hacer la entrevista?. Y todos los días, yo les explicaba que esto, era diferente, que yo quería estar grabándolos mientras comen, cuando ensayan. Y ellos pensaban…-“Que pesada que es. Quiere estar hasta en la sopa”.
Grabar un documental, no es como rodar ficción que tienes un horario y un plan de rodaje. En un documental, grabas las 24 horas del día. Al final, terminas entablando una relación con ellos. Con algunos tienes más feeling que con otros.
Me gusta generar el contraste que te da el trabajo con tu equipo y con los personajes, al final te da una distancia que en la pantalla es muy interesante, pero a la vez, generas relaciones, porque fuimos muy honestos en lo que queríamos del proyecto. Hay personas que cambian frente a la cámara. Hay algunos que son muy naturales, y hay otros que los inhibe.
Tengo muy buena comunicación con mi fotógrafo, él entiende muy bien lo que yo quiero hacer. Nos coordinamos muy bien para saber qué queremos tomar y cuales son los movimientos de cámara que necesitamos.
Preparo bastante, hago un guión, grabo escenas que he pensado, pero otras no, porque hay muchas cosas en la vida que pasan por azar. En ese momento hay que dejarse llevar por la intuición. Lo importante es saber qué buscas. Lo importante es trabajar con preguntas, me gustaría encontrar de dónde viene ese dolor en este género de canto. También me obsesioné con la gente que trabaja las piedras, porque era un trabajo super duro. A partir de eso, hacia las escaletas, con escenas que yo me inventaba, pero siempre basado en lo que había visto en la realidad y luego, después de grabar, toda esta escaleta, se tira a la basura y montas el guión en el montaje. Pero a mi, me sirve mucho tener una guía.
Lo más difícil de hacer un documental, es encontrar el punto medio en donde tienes que ser fiel a tus ideas iniciales, y qué tanto tienes que ser flexible, para modificarlas y adaptarte a la nueva realidad.
LA CRONOSFERA: ¿Te dio miedo estar tanto tiempo en México? ¿Por la inseguridad?
MARTA FERRER: Me doy cuenta ahora, al regresar a Barcelona, que me afectó psicológicamente. Todos los que vivimos ahí la violencia, nos afecta. El miedo es una mierda. El miedo provoca silencio, el silencio provoca impotencia. Y por eso decidí regresar, porque me sentí muy impotente ante la situación de violencia social. Migré a México en 2006 y era muy diferente, viajaba sola por todos lados, y en los últimos años, ya me daba miedo. En 2013, que empezamos este documental, Torreón, era zona roja. En México, siempre suceden cosas, cosas peores de las cuales te enteras, como encontrarte la cabeza decapitada de una persona. Pero nunca me pasó nada. La violencia es como un monstruo abstracto, entonces te sientes como un niño que tiene miedo a un monstruo imaginario que sabes que está ahí, pero que no lo ves. Y eso te va afectando sin darte cuenta, vas alerta. Sientes que si tienes mala suerte te toca, te puede pasar algo muy feo. El Varal, un pueblo de Guanajuato, en donde hice mi primer documental, era un pueblo muy pacífico, pero ahora me cuentan unas historias terribles.
LA CRONOSFERA: ¿Qué nos podemos esperar de esta proyección?
Este tipo de canto, el Cardenche es un canto que está en extinción, es un canto que nace de los peones de las haciendas algodoneras, en este caso las haciendas eran de gente de Navarra, va ligado con la historia de acá.
Me hace mucha ilusión que se proyecte la película en Barcelona, es mi tierra. El tema de esta película es muy local, pero el canto es muy universal y conectas o no conectas, los que conectan, conectan muy profundamente.
Marta, exhibe su película, el 7 de mayo, en los cines Maldá, dentro de La Muestra de Cine Contemporáneo de Barcelona.
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