Sin Rodeos: No Quiero Más Dramas En Mi Vida
Sin Rodeos: dicho, pues eso, sin rodeos, es una crítica comedia gamberra fallida. ¿Qué fue del Santiago Segura de Torrente? Igual aquí domesticado en pos de una audiencia que no parece pillar la sorna, la ironía o la necesaria autocrítica. Aún y con todo, estamos ante una cinta con un comienzo terrible por lo certero en la crítica al retratar la sociedad individualista, poco empática y bastante infatiloide en la que vivimos, y de la que parece que no queremos salir. En la que todos ven la corrida desde la barrera de las redes. Lugar este donde se erigen ‘Dioses’ ya no con pies de barro, sino más bien con lodo hasta la cintura. Seguidos por hordas de ‘followers’ que han hecho de la información insustancial, el todo vale, la ley del mínimo esfuerzo y la comunicación no vital su forma de existencia.
Y hasta aquí lo estupendo. Bueno, en lo que respecta al segundo tramo, que esperábamos demoledoramente politicamente incorrecto tras semejante comienzo, la cosa se pierde en la comedia romántica del Sí pero ahora No, del No Sos Vos Soy Yo, del anda y que te vayan dando por donde amargan los pepinos, que yo soy una mujer empoderada que va ha hacer lo que le salga del…. Alma. Eso sí, todo lo anterior en tonos rosa pastel. Reflexionándolo ahora, nos parece más ruda, que ya es mucho decir, La Boda De Mi Mejor Amiga o, si nos cabe, hasta la bastante sosorra Una Noche Fuera De Control. Si hablásemos de mujeres que han decidido ponerse el mundo por montera.
¡Ay, si la Gloria de Cassavetes levantara la cabeza!
¿Qué pensarán de todo esto Erin Brockovich o Norma Rae?
Dicho queda. Volvamos a Sin Rodeos: en semejante paisaje, sin corte de pelo al cepillo, ni camisa blanca con corbata, aunque con gafas estilosas que no rotas, Maribel Verdú, haciendo uso del control que dan los años de carrera, vuelve a meterse en la salsa, esta vez no rosa, de la comedia, para dar carne, piel y voz a una Cenicienta urbanita que está hasta la coronilla de la vida que le ha tocado vivir. Dispuesta a coger el toro por los cuernos, descubrirá, en la pócima facilitada por un gurú televisivo con la cara del Segura, el acicate para romper con todo lo que le inquieta, le atormenta o le perturba.
Vamos ya con las conclusiones, que tampoco hay para tanto. Sin Rodeos, aunque podría haber sido un perturbadoramente divertido nuevo capítulo de esos argentinos Relatos Salvajes nominados al oscar, sólo acaba siendo el remake de la cinta chilena Sin Filtros, que también ofrece su argumento a la propuesta mejicana Una Mujer Sin Filtros. Éxito igual, poca sal seguro, vamos.
Poco que rascar. Si algo sacamos en claro del visionado de la española Sin Rodeos es que contra la estupidez imperante y la somnolencia social no hay filtros, ni elixires que valgan. Veras el día que nos demos el batacazo, los habrá que llorarán como aquel que lloró a las puertas de Granada.
Resumiendo, para evitar más rodeos innecesarios, hubiésemos querido ver una divertida guerra repleta de granadas envenenadas y hemos acabado viendo la versión que hubiese escrito Nora Ephron de Un Día De Furia o Un Ciudadano Ejemplar. Aunque ya sabemos todo es cuestión de ‘lIkes’.
Luis Cruz.