SEAN BAKER: Los Oscar no aprecian la sutileza
El mismo día en que conocimos las candidaturas al Oscar, el 23 de enero, Sean Baker, director de The Florida Project, presentaba su película en Madrid. Un film independiente que desde su proyección en festivales como Toronto o San Sebastián ha ido aumentando su aura de película mágica e imprescincible, coronada por la nominación a mejor actor secundario a Willem Dafoe por su fantástico y comedido Bobby. Del intérprete, de los niños de la película o del comportamiento de la Academia respecto a las interpretaciones sutiles habló con La Cronosfera.
La Cronosfera: ¿Cómo surge el proyecto? ¿Fue difícil sacarlo adelante?
Sean Baker: Nació hace tiempo. Mi coguionista (Chris Bergoch) me trajo en 2010 unos artículos acerca de la situación de la que se habla en la película. Nos llevó tiempo conseguir la financiación. De hecho, tuvimos que hacer Tangerine primero y a través de esta película conseguimos financiación. Todas las películas son difíciles de hacer pero una vez que tuvimos Tangerine ya fue más fácil porque nos dieron carta blanca para hacer lo que quisiéramos.
L.C.: ¿Cómo trabajaste con los niños para conseguir la naturalidad con la que los vemos en la pantalla?
S. B.: Siempre he querido que los niños tengan interpretaciones naturales, así que el casting es realmente importante. Tienen que estar muy cómodos delante de la cámara y entender en qué consiste interpretar, de modo que no mirasen a la cámara, y ese tipo de cosas. Y fui muy afortunado de encontrar cuatro niños rebosantes de talento. Desde entonces se trataba de que se mantuvieran cómodos en el emplazamiento donde transcurría la historia, de tal modo que les pudiera pedir en determinados momentos que se perdieran por esas instalaciones. Respecto a sus diálogos, les decía que no hacía falta que los dijeran con exactitud, que si les apetecía decir algo concreto en algún momento que se sintieran libres de hacerlo. Y lo hicieron, no se sintieron avergonzados en absoluto. En eso consistió trabajar con ellos. Y nunca intimidarlos.
L.C.: Los niños están siempre jugando y me recuerda mucho al cine de Terrence Malick o a las primeras de Chaplin, a Tiempos Modernos. Esa necesidad de tener que jugar para vivir, de que vivir es jugar. Como la escena en la que están limpiando el coche.
S.B.: En primer lugar es que la película transcurre en verano. El verano es el momento de jugar. Pero también quería enseñar que Moonee y sus amigos siempre sacan lo mejor de cada situación. A través de su imaginación siempre encuentran la manera de hacerla divertida. Esa escena de limpiar el coche es muy importante para nosotros porque les dijimos a los chicos que hicieran lo que quisieran para divertirse y lo hicieron. Esas risas son tan genuinas porque tanto Brooklynn (Prince que interpreta a Moonee) como Christopher (Rivera, que da vida a Scooty) se lo estaban pasando estupendamente.
L.C.: Willem Dafoe ha logrado la nominación al Oscar al mejor actor secundario, muy merecida, pero resulta muy triste pensar en lo mucho que le cuesta a la Academia destacar interpretaciones tan cotidianas.
S.B.: Me temo que desafortunadamente eso es algo que ocurre no solo en las categorías de los actores, pasa también en las demás. Creemos que el mejor montaje es el montaje más aparente. Si la película tiene mil planos por minuto entonces es el mejor montaje jamás visto. La mejor fotografía para ellos es la más espectacular. Este año espero que vaya a Dunkerque o Blade Runner 2049, que realmente se lo merecen, pero al mismo tiempo creo que la sutileza no se suele apreciar.
L.C.: Usted es el montador de la película, ¿cómo se enfrenta a él, lo tiene ya en la cabeza cuando está escribiendo, cuando la rueda o lo planea cuando se sienta a montar?
S.B.: Intento tener claro el montaje desde que estoy escribiendo para cuando luego ruedo tener claro también lo que quiero, pero en realidad nunca lo sabes del todo hasta que te enfrentas al material en la sala, meses después. Tangerine creció en prostproducción. Yo no había previsto la música para esa película y resultó ser un 100% música. En The Florida Project, si lees el guión, que está disponible en Internet, verás que hay un montón de cambios. Fui capaz de cambiar el orden. La película tiene una historia pero se sitúa en verano y los niños no tienen muchos cambios de ropa, pero en postproducción le di a la historia una libertad que solo nació ahí. Creo que es en el montaje cuando encuentro mi voz.
L.C.: La película puede verse desde dos puntos de vista, uno alegre y otro más amargo. Puede leerse como unos niños revoltosos que viven su verano alegremente mientras sus madres intentan sobrevivir o puede verse como una madre delincuente que tiene a su hija asilvestrada. ¿Cómo le gustaría que se interpretara?
S.B.: (Después de dudar un poco): No sé si habría que escoger una de las dos posibilidades. Yo veo la película desde el punto de vista de los tres protagonistas, Moonee, Halley y Bobby. Hay tres historias y las tres se complementan. Al final la historia es de Moonee pero las otras dos también son importantes y son el gran apoyo a esta.
L.C.: El color es muy llamativo en The Florida Project. ¿Por qué ha querido que fuera una América tan colorida?
S.B.: La razón cambia de proyecto en proyecto. En este, esos colores existen y están allí para ti si quieres ir a verlos. Pero también decidimos que queríamos que la historia se viera con la percepción de un niño. También es importante el sonido, que queríamos que fuera más acusado, queríamos que los sentidos se vieran colmados y los saturamos. Quizá estén un poco exagerados, pero nada más que un poco.
L.C.: ¿Hasta qué punto le ha resultado difícil planificar la película para que, aun estando continuamente en el complejo del Motel siempre parezcan planos nuevos?
S.B.: Solo se trata de encontrar en ángulo perfecto, el que necesita cada plano y cada perspectiva. Tuve un equipo fantástico, con mi hermana, Stephonik Youth, que es diseñadora de producción, y trabajamos para que el resultado no quedara muy claustrofóbico porque sabíamos que si filmábamos siempre de la misma manera sí lo sería. Siempre quisimos mezclar planos. Creo que solo hay un momento en la película en el que hicimos plano contraplano. Ese es un modo aburrido de rodar, parece televisión, pero en el momento del helado frente a Bobby con los niños es completamente intencionado para que haya tensión. Ahí sí necesitaba los cortes, es parte de la broma de ese instante de la película.
L.C.: ¿Cómo ves el panorama del cine independiente en la actualidad?
S.B.: Está muy fuerte desde hace un par de años. Moonlight ha ayudado mucho a que eso sea así. Creo que la mitad de las películas nominadas este año son independientes y creo que es un buen momento para ellas y para los directores de cine independientes, que siempre han dependido de la financiación privada, de gente que quiere invertir en la industria, que se ha hecho rica en otras y quiere invertir su dinero en hacer películas y convertirse en artistas. Así que mientras las películas sean fuertes, consigan nominaciones al Oscar y se vean como algo exitoso encontraremos la manera de financiarlas.
Silvia García Jerez