MARCO, la verdad inventada
Si el fin justifica los medios, la emoción es todo
Marco, la verdad inventada es la historia real de un charlatán, de un embaucador, de un impostor que sobrevivió a su propia mentira, consiguiendo una verdad que cambiaría nuestra memoria colectiva. CRISTÓBAL BALENCIAGA
Marco, la verdad inventada retuerce y estira al personaje creado y creído por Enric Marco durante toda su vida, funcionando como un perfecto artilugio trasteando con lo auténtico y lo falso, ficción y realidad, y sobre todo con lo que se cuenta y cómo se cuenta esa vida fingida -ya documentada en artículos y reportajes televisivos- de un deportado español que nunca existió, pero quien logró que todo un país recordara a quienes realmente lo fueron.
Exponiendo esa grieta entre lo que ocurrió y lo que nunca pasó, Aitor Arregi y Jon Garaño -dos del trío de directores de Loreak, Handia, La trinchera infinita y de la serie, Cristóbal Balenciaga– nos muestran ese secreto mantenido incluso en la intimidad, narrándolo desde thriller, el costumbrismo y la crónica histórica, sin juzgar ni adueñarse de la verdad o la mentira.
Marco, la verdad inventada resulta el reflejo y reflexión sobre el valor del mismo relato y de quien lo relata -y más en estos tiempos de posverdad y fake news, donde cualquiera es altavoz de noticias sin contrastar y de un egocentrismo extremo-, siendo una gran película de principio a fin con una magnífica producción, un reparto compacto y certero, y esa encarnación del protagonista por Eduard Fernández que ya es historia del cine español.
Vendrán premios de aquí y allá para esta cinta, que habiendo sido preseleccionada a los premios Oscar junto a otras dos igualmente buenas –Segundo premio y La estrella azul-, debería ir sin duda alguna a por la estatuilla dorada.
Anarquista, comunista, sindicalista y antifascista. Esposo, padre y abuelo. Todo eso fue Enric Marco. Y además, superviviente del Holocausto; esa fue su realidad inventada, esa que también le convirtió en un eterno mentiroso y casi un traidor, suplantado la identidad de algún compatriota preso en alguno de los campos de concentración del horror nazi, llegando a representar su personaje hasta en la intimidad de su hogar junto a su esposa e hija, y más como presidente de la asociación de deportados españoles, de la que apenas se conocía públicamente, cuando Marco comenzó a colaborar con charlas en institutos, conferencias y apariciones en los medios de comunicación, siempre sin remuneración económica alguna y liderando una lucha que no era la suya. Hasta que la narrativa como víctima del nazismo empezó a no coincidir en fechas o lugares con las experiencias similares, estudiadas por el historiador Benito Bermejo.
Investigación, llamadas, sospechas, ministros y homenajes. Todo eso también ocurrió. Y mientras las piezas de artilugio de Enric empiezan a desmenuzarse, disimulando y engañando insaciablemente, las de Marco se van ensamblando a la perfección a través de los recuerdos en un debate de veracidad e invención, rozando el thriller -qué buenos esos planos de contrapicados, esos zooms- y saltando en el tiempo con lógica y sutileza, intercalando además material de archivo con imágenes reales de Enric Marco entre deportados y diputados durante el gobierno de Zapatero.
Mimetizándose con este hombre de mentira, por encima de un maquillaje y peluquería que es de premio, está el gran trabajo de transformación física y psicológica de Eduard Fernández -engordó 16 kilos y cambió la voz- llegando a lo sublime en las escenas frente al espejo, metiéndonos casi en la cabeza del personaje con el reflejo que alcanza su interpretación, con esa mirada de lo que debió pensar Enric Marco; el tipo miserable, el don nadie buscando su lugar y fama en el mundo, el narcisista orgulloso que dominando la retórica y la emoción contagió de verdad lo que nunca fue real.
¿Por qué me creísteis? pregunta Marco en un momento del filme, mientras a través de los ojos de su esposa -brillante, Nathalie Poza- vemos también al pobre hombre y al niño sin terminar de ser. Un mujer por encima del engaño, o sin querer oír de la otra vida de su marido, otorgando humanidad, ternura y perdón al embustero.
Y si la pareja protagonista está de aplauso, el resto del reparto no falla; Sonia Almarcha, Chani Martín, Jordi Rico y Fermí Reixach, quien se lleva una de las escenas más conmovedoras de la cinta.
Pasaron décadas sin contrastar la veracidad de lo dicho por Enric Marco, una evidencia que tampoco nadie podía imaginar, a través de ese discurso con tanta falsedad como convicción.
Existe un documental, un libro de Javier Cercas y un Anatomía de… (programa de LaSexta), por si quieren descubrir más… Aunque la historia es la que es y Marco, la verdad inventada ya la apunta en el título. Claro que, visto lo visto y siendo lo importante cómo se cuenta el cuento, éste lo hace tan bien, en forma y fondo, que cada cual podrá encontrar la tan necesaria autenticidad.
Mariló C. Calvo