STEVE MCQUEEN: THE MAN & LE MANS

La velocidad es fría 

 

Y es lo que más me gusta de las carreras de coches, así definía Steve McQueen la pasión de su vida, esa velocidad fría como la muerte y cercana cual invisible copiloto.
La del icónico actor fue en México en los ’80, a consecuencia de un cáncer poco común debido al exceso de amianto encontrado en sus pulmones. Pero no fueron los cigarrillos siempre en su boca y en tiempos del Hollywood más fumador, si no el amianto proveniente del mono que usaba conduciendo a toda pastilla. Su verdadera pasión porque a la actuación llegó por casualidad escapando de un entorno duro, corriendo desde joven en moto o coche.
Ya siendo una estrella en los ’60, casi todos sus films incluían carreras donde conducía sin necesidad de especialista mientras participaba en auténticas de amateurs, para terminar compitiendo de verdad en la legendaria Le Mans.

Por entonces todo él era carisma -y qué sonrisa- manteniendo esa actitud elegante, relajada y como por encima de todo que le convirtieron en la personificación de lo cool -con permiso del Rat Pack-. Pero cuando llegaron los ’70, su pasión se tornó obsesión y el sueño de convertirse en cineasta fue la pesadilla de todos aquellos que vivieron el rodaje de la película definitiva sobre el automovilismo; una cinta anecdótica para los amantes del cine pero mítica para quienes adoran la competición de coches.

Del rodaje real de aquellas 24 horas de Le Mans y las vicisitudes ocurridas dentro y fuera del circuito, trata el documental recién estrenado. 

Steve McQueen: The Man & Le Mans, dirigido por Gabriel Clarke y John McKenna, incluye testimonios de primera mano y material inédito de archivo en un montaje planificado con buen gusto y mucha clase que sorprenderá a cinéfil@s y conductores.

 

Cuando corres eso es vida, todo lo que sucede antes o después es simplemente una espera.
Una espera que en caso de McQueen era al límite, llenando con alcohol y mujeres, los antes y después entre rodajes y carreras.

Pero el actor también formó una familia que igualmente aparece en el documental, contándonos fascinantes secretos tales como cuando la primera esposa confiesa cómo le pidió permiso para probar el amor libre y cuando agradeció que estuviera con alguna amante durante la matanza en casa de Sharon Tate, o cuando sufrió un accidente que quedó silenciado… Hasta ahora, como la carta que llega años después a quien no llegó cuando debía, borrando culpas y olvidando las penas de aquel que salió más lastimado.

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Asimismo en The Man & Le Mans descubrimos el mantra que rigió la vida del actor y las dispares anécdotas personales de productores, pilotos y otros intérpretes que narran como aquel filme cambió su vida para siempre.

Una historia de amistad, amor y traición dentro y fuera de las cámaras, con un actor que tenía más poder que el productor más famoso de entonces. Pero toda ficción necesita un guión y McQueen sólo quería correr; en una época con autos no tan seguros y muertes en las competiciones todos los días, y donde los egos como siempre, terminaron también chocando.

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McQueen se adelantó a su tiempo –rompiendo las fronteras del cine, en sus propias palabras- con una excelente idea de realización, grabando las carreras a ras del suelo y desde la visión del conductor con el sudor y las venas hinchadas, que no es otra cosa- y no poca- que cualquier retransmisión de Fórmula1 de hoy en día.

The Man & Le Mans refleja al actor que quiso hacer el rodaje definitivo sobre el mundo del motor, al hombre que se imaginó compartiendo esa velocidad fría con todos los espectadores y al padre que transmitió a su hijo esa pasión tan vital que casi acaba con sus vidas en choques de coche.

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El documental que les recomendamos, alterna curiosas charlas con la visita a los mismos lugares del rodaje, y junto a las entrevistas de audio a McQueen con algunas tomas de la película original y otras imágenes del álbum familiar, destaca en su conjunto por una cuidada fotografía tan cool como el protagonista.  

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Mariló C. Calvo

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