JAULA: La angustia hecha cine
Que una película se titule Jaula y se encuadre dentro del cine de terror ya es buena premisa, así que además tiene que funcionar para mantener alta la expectativa que crea. Y esta nueva producción de Álex de la Iglesia lo consigue.
Se pasa mal viendo Jaula. La historia de un matrimonio que recoge a una niña de la carretera, tras evitar un accidente y que posteriormente descubre, tras los reglamentarios exámenes físicos y psicológicos, que no está bien, que no quiere hablar y que no actúa como la niña de 6 años que debería ser. Grita si invades su espacio y no quiere moverse de donde está. Hasta que Paula (Elena Anaya), la mujer que conducía el coche junto a su marido (Pablo Molinero), la abraza. Y la tranquiliza.
La doctora encargada de la niña (Sonia Almarcha, la que fuera esposa de Javier Bardem en El buen patrón) descubre, por casualidad, que se llama Clara, y viendo que solo quiere estar con Paula acepta que la pequeña se vaya a su casa para intentar que allí, con una persona a la que parece no rechazar, avance en su curación y, si es posible, en su integración social.
Pero eso es difícil. La niña no quiere moverse de la cama. Y Paula acepta dibujar con tiza un rectángulo alrededor tal y como ha visto que trazaba en el centro donde había estado desde que la recogieron. Ese perímetro supone una seguridad para ella que Paula le reproduce en su casa. La convivencia va a ser complicada pero Paula está decidida a que Clara salga de su mutismo y le cuente por qué tiene tanto miedo. Solo así podrá descubrir qué le ha pasado.
Escrita por Isabel Peña, habitual compañera de Rodrigo Sorogoyen en estas lides, y por Ignacio Tatay, en laque supone su debut en la dirección, Jaula es una producción de Pokeepsie Films, a cuyos mandos están Carolina Bang y su marido, Álex de la Iglesia, quienes gracias a ella nos han regalado joyas como Pieles, Musarañas o En las estrellas, todas con peor resultado en taquilla del que merecían.
Ahora estrenan Jaula, una película a la que, sí, se le pueden poner pegas. No es fácil cuadrar cuanto la historia propone, ir cerrando cada detalle para que el puzzle contenga, correctamente, sus variadas piezas, y hay flecos que no acaban de ser perfectos, caso de un prólogo que en su contexto posterior rechina o algún segmento con la policía, un tanto Deux Ex Machina propio del género, que dejamos pasar porque el resto es apabullante, pero que ahí queda.
Porque sí, Jaula es apabullante, es la angustia hecha cine, más y más opresiva a media que avanza y nos vamos encontrando con la realidad a la que la niña ha estado expuesta. El horror personificado. Una tensión que Ignacio Tatay sabe medir muy bien y de la que sale airoso.
Su protagonista, Elena Anaya, después del traspiés en su colaboración con Woody Allen en en la irregular Rifkin´s Festival, vuelve a demostrar que es una intérprete prodigiosa y nos presenta a una Paula con muchas capas, con un pasado traumático, un presente confuso y un futuro de lo más incierto, en el que la niña que encuentra parece ser su tabla de salvación en medio de la tormenta personal que atraviesa. Contenida, defendiéndose como puede de los reveses que sufre su personaje, incluso con su marido, Anaya borda un trabajo que gracias al que consigue que el espectador se fusione por completo con la narración, y la viva con una intensidad tan terrorífica como lo es la historia.
Jaula habla sobre traumas, pero también sobre maltrato, sumisión, sobre vivir encerrado aunque puedas salir, sobre llevar una vida que no es la tuya porque no tienes otra opción. Una película de terror pero también un drama humano que nos acerca a lo cotidiano, al monstruo que llevamos dentro y no podemos o no sabemos ver. Una película que, más allá de la ficción debe mantenernos alerta acerca de la realidad. A veces, ésta es peor que el infierno.
Silvia García Jerez