LOS OJOS DE TAMMY FAYE: Amor y religión

Los ojos de Tammy Faye es una historia real. Puede no parecerlo, viendo lo que nos cuenta, pero lo es. Tammy Faye (Jessica Chastain), siempre fue una fanática de la religión, no le importaba nada más, Jesús era su maestro y su inspiración, y solo quería entregarse a él. Desde pequeñita ya se consideraba una niña elegida para dar voz a Jesús en la Tierra, de hecho incluso tuvo una experiencia con él en una iglesia, y qué mejor persona para predicar su mensaje. Incluso en televisión.

De hecho, Tammy, junto a su marido, Jim Bakker (Andrew Garfield), también un hombre entregado a la causa de difundir la Palabra de Dios, formaron en los 70 el matrimonio de televangelistas más famoso de América. Llegaron a tener su propio canal de televisión y se convirtieron en un fenómeno de masas gracias al cual se recorrieron Estados Unidos y ganaron millones de dólares llevando una vida de ensueño. Pero todo sueño, cuando está construido sobre el hecho de aprovecharse de los demás, de sus creencias y sus valores, también tiene su fin. Y su castigo.

Andrew Garfield y Jessica Chastain como Jim Bakker y Tammy Faye , en Los ojos de Tammy Faye
Andrew Garfield y Jessica Chastain como Jim Bakker y Tammy Faye

Los ojos de Tammy Faye fue una de las películas que se proyectaron en el pasado Festival Internacional de Cine de San Sebastián, compitiendo en la Sección Oficial, ganando la Concha de Plata a la mejor interpretación femenina, para Jessica Chastain, exaequo con Flora Ofelia por As in heaven, aún pendiente de estreno en España. Es cierto que su labor en la cinta es admirable. Desde su maquillaje, bajo el que no desaparece pero es complicado reconocerla, hasta su idílico vestuario, de princesa de cuento y dama de la alta sociedad, su absoluto mimetismo con una mujer icónica en la América de los años 70 es evidente, incluyendo la voz de Betty Boop con la que la compara su marido..

Como suele ser habitual en los biopics que Hollywood acomete, al finalizar la película veremos brevemente a la auténtica Tammy, y sabremos hasta qué punto Jessica se ha fundido con ella. Y más allá de su físico, Chastain retrata las dos caras de la celebridad: la religiosa a la que todos adoran pero la esposa sometida a los designios de un marido -espléndido Andrew Garfield en una interpretación de esas con las que no se empatiza- tan creyente como ella pero mucho más ambicioso en la parte económica. Y cuando eliges el dinero y le das prioridad sobre todo lo demás, el matrimonio se resiente. Y en esos años tiene que callar, que es lo que hace una buena esposa.

Jessica Chastain, una de las productoras de la película, y de las personas más implicadas en ella, ha querido volcarse en este proyecto, una historia complicada porque ahora mismo no es precisamente lo que más se demanda en las salas, pero ella ha creído en él y se ha empeñado en llevar la vida de Tammy a la pantalla.

El resultado es una película con alma de telefilme y protagonizada por dos personajes reales, cuesta creerlo, por sus caracteres extremos, pero sí, todo esto sucedió de verdad. Y lo cierto es que como película es complicado darle un aprobado. Resulta chirriante cuanto en ella ocurre. Esa fama de dos personas tan llamativas, que pudieran hacerse ricos de esa manera, todo es tan extraño como peculiar. Pero al ser real tenemos que dejarnos llevar por Michael Showalter, su director, y que nos cuente lo que ya mostraron los documentales de Fenton Bailey y el de Randy Barbato donde se narra también la trayectoria de Jim y Tammy.

Los ojos de Tammy Faye es una película atípica que más allá del interés por lo que ocurrió tiene pocos adicionales. El maquillaje es caracterización, y una vez hecha hay que contar algo que realmente apasione, y esta película no lo consigue. Por momentos sus bajones hacen que sea aburrida. Y su descenso a los infiernos no nos conmueve. Podríamos incluso tomarla como uno de los documentales de los que surge, con la frialdad de una historia de la que nada sabíamos y ahora sí, pero nada más. No se trata de una gran película, no es ejemplar como pieza de cine a admirar ni a defender, solo es una curiosidad que ha logrado estar en la carrera de premios porque el trabajo de Jessica Chastain es llamativo, pero tampoco el mejor de su filmografía.

Silvia García Jerez

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