JUNGLE CRUISE: Travesía disparatada
Jungle Cruise es la película de aventuras que llevábamos esperando desde que Piratas del Caribe llegó a los cines, saltando desde la atracción que era en Disneyland a la gran pantalla, y cosechando un éxito de tal calibre que se rodaron, tras la primera, varias entregas más que ya no tenían relación con la atracción sino con el universo creado en ella.
Ahora Jungle Cruise, basada en la atracción, que se abrió el 1 de octubre de 1971 y que a su vez se inspiró en el documental de James Algar A True-life adventure: The African Lion (1955) y que el propio Walt Disney diseñó recreando en ella algunas escenas de la citada película, llega a nuestras carteleras.
Estamos, vamos ya a la historia que el film cuenta, a comienzos del siglo XX. La científica Lily Houghton (Emily Blunt) está buscando un árbol con poderes curativos, y trata de ayudarse con el mapa que conserva para intentar encontrarlo. Se une a su hermano McGregor (Jack Whitehall) y juntos suben a la peculiar y un tanto rústica embarcación del Capitán Frank Wolff (Dwayne Johnson), un hombre experimentado pero muy extravagante en su manera de trabajar, al que no será fácil convencer de que les atraviese el Amazonas, pero una vez a bordo del proyecto, será el más leal compañero de aventuras.
Y lo van a necesitar, porque de camino al encuentro de ese árbol, de esa leyenda que no saben si creer pero en la que no les queda más remedio que depositar sus ilusiones, van a tener enemigos que intentarán que no consigan su propósito, como una expedición alemana, a cuyo mando está el Príncipe Joaquim (Jesse Plemons), un temible villano que no dudará en realizar las acciones más impensables para detenerlos.
Jungle Cruise pretende ser el nuevo Piratas del Caribe o las nuevas La Momia o La búsqueda. Ojalá lo hubiera conseguido. Ni es como ellas ni se le acerca. Barcos, aventura, villanos. Sí, en eso se le parecen, pero no en los buenos resultados obtenidos por las anteriores. Porque Jungle Cruise es un batiburrillo de escenas de acción que lejos de aportar algo al género descolocan y apabullan sin dejarnos saber bien dónde estamos ni a dónde vamos. Solo vemos que en la pantalla pasan muchas cosas, muchas, muchas. Pero no por llenar la pantalla de acción va a ser ésta de una calidad mayor. De hecho, aquí se demuestra que puede ser hasta menor.
Otra de las cosas que se echa en falta en Jungle Cruise, además de una correcta planificación, es el humor. Estamos ante una película de Disney, una cinta familiar de aventuras protagonizada por Dwayne Johnson, un tipo que puede dar mucho de sí en comedia.
Es decir, mejores ingredientes que esos, para una superproducción de aventuras veraniega, tal y como funciona ahora mismo la industria, ya no los hay. Pero el humor no existe. Hay pinceladas muy banales en el arranque que se diluyen apenas entramos en el desarrollo de la historia. Y es que basarse en una atracción de parque de atracciones no justifica su ausencia porque a la hora de adaptarla a la pantalla todo cabe, y sitio en el metraje tiene de sobra, pero éste no lo ofrece. Y se hubiera agradecido.
Al menos hay que admitir que Dwayne Johnson y Emily Blunt, la Mary Poppins de El regreso de Mary Poppins, también de Disney, tienen una química fabulosa. El público va a empatizar con ellos desde el primer minuto, y eso es muy bueno para la película.
También lo es que ésta tenga un arranque espléndido. La destreza de Lily para defenderse de quienes ya empiezan a perseguirla antes incluso de que la embarcación salga hacia el Amazonas es asombrosa. La secuencia de la librería, un prodigio. Pero luego la cinta no mantiene ese nivel, aunque lo aparente por, como digo, la cantidad de acción descontrolado que contiene. Acción desmedida que contribuye a concluir que la travesía a la que estamos asistiendo es, en sí misma, tan disparatada, que a lo mejor no aburre, pero agota.
Es entonces cuando empezamos a pensar que el metraje es excesivo, que le sobra fácilmente media hora, y que tantos personajes en la pantalla se podían haber reducido para que la historia no se dilatara tanto.
No todo en Jungle Cruise está desatinado, como digo la química entre sus protagonistas es un acierto, que ya es algo bastante positivo, pero sí descarrila buena parte de lo que conforma la película. Incluso la presencia de los españoles Dani Rovira y Quim Gutiérrez, que podría resultar un aliciente, es un desatino. Sus personajes, al igual que el de Edgar Ramírez, son fundamentales para la historia, pero tal y como los enlaza Jaume Collet-Serra quedan deslavazados de un todo en el que no caben de una manera engrasada.
Sí, Jaume Collet-Serra, el director catalán que firmó La casa de cera, su ópera prima en la que Paris Hilton tenía un papel ligeramente estelar, director también de la sobrevalorada La huérfana, en su filmografía encontramos además sus varios trabajos en tándem con Liam Neeson (Sin identidad o Non-Stop (sin escalas)) y realizó una incursión acuática de la mano de Blake Lively en Infierno azul, y ahora firma Jungle Cruise.
Lo cierto es que la película tiene elementos para ser una gran aventura veraniega, para convertirse en uno de esos títulos tan recomendables con los que se la compara, pero está muy lejos de ellos. Fallan el guión, el montaje, el ritmo, que depende de ambos, y la dirección. Tampoco la banda sonora, porque cómo era la de Piratas del Caribe, que compuso Hans Zimmer, una verdadera joya del cine de aventuras, pero aquí James Newton Howard no obtiene nada épico, nada memorable, nada que quieras escuchar de manera aislada respecto a la película en la que suena.
Es una lástima que Jungle Cruise no vaya a convertirse en una de las películas del verano. Podrá triunfar en la taquilla y en Disney+, porque su estreno es simultáneo en salas y en la plataforma, pero no es probable que llegue a hacerlo como film cque se le pide a Hollywood. Hollywood sabe darnos mucho más que lo que aquí encontramos. Esperemos que si la cinta se convierte en saga sus próximas entregas sí logren el nivel que creímos que íbamos a tener en ésta.
Silvia García Jerez