ALICIA MARTÍNEZ ÁLVAREZ
Creadora de mundos, creadora de máscaras, escultora de ficciones. Alicia Martínez Álvarez, charla con La Cronosfera.
LA CRONOSFERA: ¿En qué proyecto estabas trabajando cuando se declaró el confinamiento?
ALICIA MARTÍNEZ ÁLVAREZ: Estaba trabajando en varios proyectos simultáneos. En casa, por nuestra cercanía familiar con Francia, tuvimos una visión de la pandemia en Europa y decidimos entrar a un confinamiento temprano y riguroso. No paré de dar clases pues en las escuelas de teatro se habilitaron pronto las clases virtuales. Lo doloroso fue cuando las funciones programadas se cancelaron.
Laboratorio de la Máscara cuenta actualmente con dos montajes en repertorio: Caballo blanco y El bosque de las abuelas, ambos suspendieron sus actividades. El Bosque de las Abuelas a pesar de ser un espectáculo concebido para espacios abiertos, no ha podido volver a dar funciones. Tres veces se ha reprogramado y las tres veces el semáforo rojo lo ha cancelado. Caballo blanco tenía planeado algunas funciones y una posible gira, de ello mejor no hablar.
«Este tiempo ha sido contradictorio, extraño muchas cosas, pero me he reencontrado con la esencia de algo casi olvidado, mi propia vida»
Lo que se interrumpió de manera drástica fue un proceso de creación con la compañía Cara Mia Theatre de Dallas Tx, que en marzo venía a tomar un segundo taller con nosotros. No pudimos mantener la logística que implicaba hospedar a un grupo venido del extranjero, además de la cancelación de los vuelos de Estados Unidos a México. Un proyecto con una compañía hermana con la que hemos tenido varios intercambios. Con el objetivo de llegar a una puesta en escena para celebrar su aniversario. Fue difícil tomar la decisión de detenerlo en ese momento, pero la esperanza de lograrlo sigue viva.
Entre los proyectos que sobreviven tenemos con la compañía Mulato teatro en el Estado de Morelos y la participación de la compañía La Máscara danzante de Chile, una creación de teatro comunitario con el tema de los afrodescendientes en México. Logramos el apoyo de IBERESCENA, para producir ese montaje en espacios abiertos que iniciaremos este mismo año.
LA CRONOSFERA: ¿Cómo influye éste confinamiento en tu vida personal?
ALICIA MARTÍNEZ ÁLVAREZ: Antes de que iniciara esta tremenda trampa de la naturaleza, en casa, buscábamos cuidar nuestra alimentación y poner atención a una forma de vida respetuosa con el planeta. Sin embargo reconozco que no lo lográbamos del todo. El tren de vida era enloquecido… digno de esta gran ciudad y de muchos años de trabajo continuo.
«Aunque la mirada esté velada a través de un filtro tecnológico, sentirnos unidos, cada uno desde su espacio, termina siendo reconfortante. Eso lo hemos encontrado en grupo.»
La pandemia me ha hecho algunos regalos, obviamente las condiciones con las que los obtuve, no me gustan. El dolor de muchas familias y la situación extrema en México y en el mundo son golpes secos al entendimiento. Uno de los regalos que me dio este confinamiento fue detener un ritmo de vida que me tenía agotada y no podía parar. Con ese detenimiento me permití mirar pendientes acumulados en mi escritorio, en mi taller, en mi biblioteca, en la casa toda; baúles repletos con producciones y objetos que se desbordaban y se amontonaban en cualquier parte. Teníamos ya el plan de limpiar, seleccionar, desechar… pero no había tiempo para ello. Hemos avanzado aunque la tarea sigue siendo grande.
Otros regalos fueron tiempos para la lectura, la escritura, mi práctica física y espiritual, la pintura, el modelado, la costura, el bordado… encontré nuevamente el gozo de la creación con mis manos. He podido poner atención a mi calidad de vida. El vértigo de años atrás me llevaba a renunciar al gozo de mi quehacer. Este tiempo ha sido contradictorio, extraño muchas cosas pero me he reencontrado con la esencia de algo casi olvidado, mi propia vida.
«No debemos olvidar que la alegría es una gran maestra. La sabiduría del humor, es poderosa»
LA CRONOSFERA: ¿Tienes alguna idea de lo qué vas hacer cuando esto termine?
ALICIA MARTÍNEZ ÁLVAREZ: Mi mayor deseo es que recuperemos el entusiasmo, la curiosidad, el asombro de vivir, la salud, pero una salud en sintonía con todas las formas de vida. Recuperar el contacto físico que tanto extrañamos. Cuando la pandemia llegó, en una de las últimas clases presenciales en el CUT comentamos que ya no podríamos compartir las mismas máscaras, aunque cuidáramos la higiene. Este impedimento desembocó sobre soluciones interesantes: cada quien desde su casa con los materiales a su alcance, hizo sus propias máscaras y aparecieron personajes insospechados. Pero perdimos algo… el juego y la mirada directa, el suspiro del grupo.
Hago lo que puedo en este momento, no espero a que las cosas cambien para empezar de nuevo. Entrenar con el equipo de Laboratorio de la Máscara es un tema importante, buscamos retomar el espíritu que le permitió a la compañía convocar a tantas aventuras. La modalidad virtual nos permite reunirnos a pesar de las distancias y las fronteras. Ese es otro regalo. Me ilusiona volver a usar esas máscaras que por años han sido utilizadas para encontrar la libertad y la creación con el cuerpo, la voz y el juego poético. La paradoja de enmascararse sigue sorprendiéndome pero ahora a la inversa: cubrimos el rostro con estas mascarillas que ocultan nuestras sonrisas y que desarticulan la comunicación directa y franca que la máscara teatral propicia, o nos alejan de la magia que la máscara ritual abre en quien la porta. Ahora tememos la cercanía y nos cubrimos con mascarillas que nos alejan de un peculiar enemigo. Cubrimos nuestro rostro para protegernos no para jugar.
LA CRONOSFERA: ¿Cómo crees que va a cambiar el teatro, después de esto?
ALICIA MARTÍNEZ ÁLVAREZ: Ya lo ha cambiado. La necesidad de seguir creando es tan poderosa que se han encontrado manifestaciones sorprendentes. Eso está modificando la visión de lo que entendíamos como teatro y la formación de las nuevas generaciones. Ahora, no hay un contacto real y nos vemos a través de esa vida de cuadritos. Para muchos es triste, pero afortunadamente no pierden sus sueños ni sus deseos.
Reconozco haber aprendido a mirar a través de la pantalla. Entender cuando hay tensión, preocupación y poder intervenir de alguna manera. Termino agotada, pero en casa. He ido encontrando dinámicas de juego con ésta modalidad. Logro propiciar frente a la pantalla la respiración y la escucha. Nombro a cada participante y estimulo la conciencia colectiva. Aunque la mirada esté velada a través de un filtro tecnológico, sentirnos unidos, cada quien desde su espacio, termina siendo reconfortante. Eso lo hemos ido encontrando en grupo.
Quiero imaginar, que cuando nos volveremos a encontrar, las relaciones humanas serán más directas, más francas. Por eso me apasiona dar clases. Paradójicamente las relaciones son más cercanas. Cada quien aporta a la aventura. Hemos abierto puertas de participación más activas. Antiguamente el objetivo era cumplir con los planteamientos académicos que la escuela pedía. Ahora es más importante mirar desde el corazón.
«Mi mayor deseo es que recuperemos el entusiasmo, la curiosidad, el deseo de vivir, la salud… pero una salud en sintonía con todas las formas de vida»
LA CRONOSFERA: ¿Crees que estamos aprendiendo algo de ésta situación?
ALICIA MARTÍNEZ ÁLVAREZ: Estamos aprendiendo mucho, a pesar de que haya quien minimice o desprecie tal enseñanza. Estamos buscando nuevos paradigmas, maneras de no volver a una normalidad que dañó la vida. El dolor y la tristeza ante la pérdida de personas queridas, de familias completas, son enseñanzas que golpean profundamente. No debemos olvidar que la alegría es también una gran maestra. La sabiduría del humor es poderosa. Confío en que sabremos valorar esta experiencia y que podremos entender que no somos la especie más inteligente.
Fotografía titular hecha por Mariano Zapata.
Maravillosas reflexiones de Alicia Martínez, gran maestra y artista.
Sensibilidad única, gran conocedora de la máscara teatral.
Efectivamente excelente reflexión de llegar a la esencia de la vida de cada uno de nosotros y, entender y aprender de este gran mensaje que nos da la Madre Tierra en cuanto al respeto y cuidado de la misma en ese consumismo verás vorás del ser humano. Felicidades por ese gran trabajo