LE MANS ´66: Forjando la leyenda

Le Mans ´66, también conocida, por su subtítulo en español, que es el título original de la película, como Ford vs. Ferrari, se acerca a la historia real de un equipo en plena lucha por la superación.

Se centra en la marca Ford y en cómo llegó a construir el famoso GT40, mítico coche de carreras con el que ganar a la gran casa Ferrari, imbatible hasta entonces tanto en rapidez como en la belleza de sus diseños.

Por lo tanto, para quien pueda pensar, únicamente mirando el cartel, que sus protagonistas, Christian Bale y Matt Damon, van a ser los rivales en la carrera de Le Mans, que uno correrá por Ford y el otro por Ferrari, ya puede ir cambiando de idea, porque la película, que implica un pulso de fuerzas, sí, se adentra casi exclusivamente en los despachos de la Ford, y Damon, lejos de ser el piloto a cargo del coche, interpreta el papel de quien lo diseña.

Por su parte, Christian Bale da vida a Ken Miles, un piloto e ingeniero superdotado en ambos roles, pero con su propio taller antes de fichar por la Ford para transmitirle toda su sabiduría en términos técnicos y de conducción.

Pero Ken es un hombre cuya valía es inversamente proporcional a la imagen positiva de alguien con opiniones y comportamientos políticamente correctos. De hecho, Miles es un peligro cuando está en público. Ni lo que piensa ni la manera en que lo transmite dejaría bien a empresa alguna, y en Ford no quieren que sea él quien pilote en las carreras. Lo que ocurre es que Carroll Shelby, el nombre del personaje de Damon, no concibe otro candidato para que se ponga al volante.

Los auténticos Miles y Shelby
Los auténticos Ken Miles (Izquierda) y Carroll Shelby (Derecha)

Le Mans ´66 nos cuenta cómo fue la carrera, por supuesto, pero hasta llegar a ella vamos a pasarnos buena parte del metraje entre despachos, escuchando términos que a quien no sea muy aficionado a este deporte probablemente lo saquen de la película o al contrario, no le permita ni entrar en ella.

Le Mans ´66 no es Rush. En aquella, Ron Howard nos introducía de lleno en el mundo del motor como si de una comedia romántica se tratara, con la facilidad de cualquier otro género en el que no hubiera que ser un experto, pero a Le Mans nos cuesta llegar, y es, también hay que decirlo, un viaje un poco agotador.

Una vez superado el hecho de que estamos ante una película más técnica de lo esperado, en la que el espectáculo del cine se queda, por lo pronto, en disfrutar de sus dos actores cabeza de cartel, ya es más fácil que su propuesta nos parezca atractiva.

Es entonces cuando ya nos metemos de lleno en ella, en su guerra con Ferrari y el esfuerzo por superar todos los obstáculos que las pruebas para la mejora van encontrando cuando se enfrentan a la realidad de que los resultados siguen sin ser los que Ford busca.

Por momentos, Le Mans ´66 recuerda a First man, porque en ella, Damien Chazelle se centraba en los errores que el Apollo 11 tuvo hasta que la tripulación, capitaneada por Neil Amstrong, consiguió llegar a la Luna en julio de 1969. Le Mans ´66 va relatando los pasos y tropiezos de Ford hasta conseguir el GT que lo llevó a la gloria.

Pero su director, James Mangold, artífice de grandes títulos como Cop Land, El tren de las 3:10 o Logan, la mejor película hasta la fecha realizada sobre un superhéroe, sí, incluso elevando la nota de Wonder Woman y de Joker, no llega aquí a ese nivel. Ni al de First man, aclaremos.

Y eso que Le Mans ´66 no es una mala película. En la época en la que todo lo que no sea una obra maestra no merece la pena ni plantearse verlo, dejemos claro que Le Mans ´66 es una buena película, pero no el título excelso que nos llevan mese diciendo que es, desde sus presentaciones en Telluride y Toronto, aunque esa consideración haya ido bajando según ha pasado por otros festivales. Es un film con altibajos que probablemente se podrían haber evitado reduciendo la duración, dos horas y media se antojan excesivas.

Porque también la carrera final, la del título de la cinta, se hace cuesta arriba. No demasiado pero sí lo suficiente como para que quienes no estamos demasiado metidos en este mundo no la disfrutemos como sí ocurría con Rush.

Christian Bale y Matt Damon
Christian Bale (Izquierda) y Matt Damon (Derecha), los protagonistas del film

Matt Damon y Christian Bale son sus protagonistas, aunque sería bueno aquilatar que es una película más coral de lo que parece, ya que al ser tanto una cinta sobre despachos y lo que en ellos se cuece, se decide y se descarta, los secundarios adquieren un protagonismo más grande que en otras producciones en las que su papel quedaría más desdibujado. Incluso las mujeres, al igual que ocurría en First Man, también son importantes.

Pero sí, Christian Bale y Matt Damon se llevan, como es lógico, todos los honores. Ninguno es más protagonista que el otro y de hecho Fox, que sigue siendo productora, aunque aquí no distribuya más, este es el primero de sus títulos que aquí distribuye Disney, los presentará a los dos a los Oscar como mejores actores, no dejará a uno de ellos como secundario.

Y lo cierto es que cualquiera de los dos podría tener candidatura, porque siendo tan distintos en el film ambos se complementan para llevar a Ford a lo más alto. Damon en un personaje comedido, pausado pero decidido, es el amigo que todos querríamos tener, además de representar al mejor de los profesionales en su trabajo.

Christian Bale, por su parte, quien hace poco ha declarado su intención de no volver a aceptar personajes con los que tenga que hacer estrictas dietas, hace bien, porque el resultado en pantalla es espectacular pero a su salud no le debe convenir, como no nos convendría a ninguno engordar y adelgazar como nos tiene acostumbrados.

En el film, su Ken Miles es un hombre casi demacrado al que se le notan todos los huesos de la cara. No llega al peligro que le supuso rodar El maquinista, de Brad Anderson, pero poco le ha debido faltar. Y lo cierto es que viendo imágenes del Miles real, tal vez Bale se ha pasado un poco demasiado, pero eso, como actor, siempre juega a su favor.

Ese tipo de esfuerzo a la Academia suele gustarle mucho, pero es que si además le sumamos su acento británico tan marcado, su manera de hablar tan particular, y sus gestos tan exagerados, tenemos el auténtico caramelito para consideración de los académicos. Redondea sus méritos el hecho de que Ken Miles fuera tan impulsivo y no tuviera ningún tipo de filtro a la hora de decir lo que de verdad pensaba, lo cual lo hace ideal para superar a Damon en la particular carrera al Oscar que los dos actores libran por la misma película.

Pero lo que está claro es que para los espectadores verlos en pantalla es un espectáculo. No hay nada como verlos juntos, asistir a la gozada de sentir que los dos están a favor de un trabajo conjunto perfecto en el que ambos se complementen y sean dignos de todos los elogios. Las escenas en las que están juntos no podemos más que agradecerlo, porque dos titanes compartiendo plano es una maravilla para los que amamos las reuniones de grandes actores en la pantalla. Y Le Mans ´66 nos da la oportunidad de disfrutar de algo único que no todos los directores pueden reunir.

No me gustaría olvidarme del acierto de la banda sonora de la película. Es espectacular el trabajo que firman juntos Marco Beltrami y Buck Sanders, una partitura que nos acompaña casi continuamente, que no es la fanfarria a la que mucho cine americano nos tiene acostumbrados sino el perfecto acompañamiento de una música con la que vivir mejor la experiencia de la carrera.

Por lo tanto, Le Mans ´66 es un film llamativo, con sus pros y sus contras, en el que tal vez pesen más sus pros pero en el que los contras también tienen su importancia, aunque lo que es seguro es que el espectador encontrará sobre todo buen cine, una producción cuidada al máximo y un título suculento que más de uno preferirá no dejar pasar en la gran pantalla.

Silvia García Jerez

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