Lavar, marcar y enterrar: el dolor de los recuerdos

Detesto ir a la peluquería. Detesto los gritos, el ruido del secador, los lavacabezas y el olor del tinte. Detesto el frío en invierno y la piel de gallina de aire acondicionado en verano, no poder inclinar la cabeza para que el corte no quede torcido -como si eso me importara- y las conversaciones vacías que mantengo con las profesionales. Pero Cortacabeza, el delirio pop situado en el barrio de Malasaña, a escasos metros de la plaza de La Luna, tiene una temperatura perfecta en las noches de verano. Al acomodarme, una voz en off advierte que, si el espectador es capaz de mantener el móvil en silencio durante el secuestro de Lavar, marcar y enterrar, no lo apague y lo anima a sacar fotos.

Lavar, marcar y enterrar
Mario Alberto Díez en Lavar, marcar y enterrar

El secuestro me importa poco. La peluquería también. Por mí podrían haberle prendido fuego. Con o sin los artífices dentro. Me pasa desapercibida la torpeza con la que lo llevan a cabo los atracadores, dos aspirantes a policía nacional frustrados interpretados por Rebeca Plaza y Sergio Campoy, su pasado y aquello que les mueve a cavar un túnel en sótano del pequeño negocio de Gabi (Carmen Navarro).

Atiendo a los recuerdos de la dueña y a toda la colección de tics que le ocasiona este desbarajuste a Fer (espléndido Mario Alberto Díez), su neurótico empleado. Roba mi atención al instante. Sigo con interés cada movimiento, cada gesto. La contención en cada escena, la fisicidad serena y la exactitud con la que recorre la memoria de su superior. ¿Por qué los recuerdos acechan de manera constante? ¿Por qué los fantasmas transportan más verdad que las palabras? ¿Es posible huir hacia delante cargando con los grilletes del pasado?

Agradezco que Fer no haya sido construido a base de clichés. También el ritmo y el aroma ochentero. El dramaturgo y director JuanMa Pina sabe qué y cómo funciona, y cómo no dejarse nada fuera. Lo suyo son las situaciones disparatadas.  Lavar, marcar y enterrar es una sucesión de carcajadas al servicio de Navarro y Díez, una anticipación constante. Un cúmulo de guiños a los inicios de Almodóvar y a la historia de la ficción televisiva. Pina sabe hacer reír. Y no hay nada más difícil.

FECHA: hasta el 1 de septiembre de 2019

HORARIO: Viernes, 20:15 h.
Sábados, 21:15 h.

ESPACIO: Sala Lola Membrives del Teatro Lara

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *