FÉLIX GÓMEZ: Lo que hace que La Golondrina funcione es que sea tan de verdad
Hablar con Félix Gómez siempre es maravilloso. El intérprete de El año de la garrapata, Las 13 rosas o Tiempo sin aire, o de producciones televisivas como Herederos o 14 de abril. La República es encantador, atento, inteligente, y por supuesto excelente actor, como también demuestra cada tarde en La Golondrina, obra en la que comparte escenario con Carmen Maura en las tablas del Infanta Isabel de Madrid, donde tiene lugar esta entrevista.
Con él desmenuzamos, hasta donde es posible hacerlo, el texto de Guillem Clua, su personaje, Ramón, su trabajo con Carmen y cuanto supone ir descubriendo esta obra, tan sincera y tan profunda, tan dolorosa y tan humana, que nos lleva a analizarnos también a nosotros mismos, como espectadores de la obra y de la vida.
La Cronosfera: La Golondrina es una obra muy dura, pero para un actor tiene que ser un regalo. ¿Para ti qué es más, dura o un regalo?
Félix Gómez: Para un actor es un regalo el texto que ha escrito Gillem Clua, tanto para Carmen como para mí. Los dos personajes son preciosos, están muy bien escritos y lo bonito además de los personajes es que terminas entendiendo a los dos en diferentes momentos, y que empatizas con ellos también en diferentes momentos. Puedes estar de acuerdo o en desacuerdo.
De mi personaje yo digo que tiene razón en lo que dice muchas veces, pero lo cierto es que, y lo repito todos los días, lo que es difícil de esta producción es la promoción, porque intento no contar mucho para no desvelárselo al espectador. Para mí fue muy bonito leer el texto y descubrir todo lo que había, y me gustaría que el espectador leyera lo menos posible, que comprara la entrada y disfrutara, porque es una historia tan bella, a pesar del dolor que hay en ella, que me parece bonito descubrirla en la butaca.
Ten en cuenta que es un cuento que se cuenta por primera vez. No es como si vas a ver La gata sobre el tejado de zinc, o una obra de Shakespeare, que ya sabes lo que pasa. En este caso no sabes lo que va a pasar.
La Cronosfera: ¿Cuál es el mayor reto de este trabajo?
Félix Gómez: Entender el dolor en el que está el personaje. Gracias a Dios yo no he perdido un ser querido. Bueno, a mis abuelos, pero les tocaba. Entonces muchas veces dices: ¿cómo vas a dar vida a esto si no lo conoces? Bueno, no hace falta, tienes que imaginar. Yo soy un actor muy exigente y al final tienes que darle vida, tienes que entender bien dónde está y en qué momento está el personaje. Quizás ser capaz de encarnar eso y de atravesar esa locura por la que pasa el personaje sea lo más difícil. Y no volverte loco en el camino. Porque muchas veces te puedes quedar atrapado en las emociones de los personajes y no. Somos actores y una vez que te quitas el traje del personaje ahí debe quedarse todo, en el camerino.
La Cronosfera: ¿Cómo se hace, como actor, para mantener la progresividad de los datos que vas dando a lo largo de la obra? ¿Hay mucha contención en la ira?
Félix Gómez: Creo que Guillem, el autor, el dramaturgo, ha escrito una partitura que me parece que funciona como un reloj, perfectamente. Evidentemente tiene su mecanismo para que funcione, si uno de esos mecanismos falla la obra no sería la misma, sería otra función. Y luego, Josep María, el director, ha sabido, como buen músico, medir dónde podías subir una nota, dónde podías bajar, dónde puedes bajar y tienes que mantenerte. Yo me he puesto mucho en sus manos. Y me decía: aquí hay que contener, aquí hay que guardar. También es lo bonito de confiar en un director, que es el marca el tempo, como un director de orquesta.
La Cronosfera: ¿Crees que la meticulosidad del trabajo de los actores está presente para el público más allá del glamour de la profesión?
Félix Gómez: Yo creo que lo bonito es que el público no se dé cuenta en el momento de lo que tú has armado, y ni piense por un segundo si a ti te cuesta trabajo hacer eso o no. Para el público la historia tiene que ser fácil, tiene que fluir, no tiene que estar pensando en ningún momento que hay una armadura o que hay un armatoste detrás o unas maneras que hacer. Sería una putada, porque eso te sacaría de la historia.
Muchas veces lo que nos pasa a los actores es que sin quererlo estás con el ojo crítico porque como artesano yo veo tu artesano trabajar. Si a posteriori, en la conversación de la cena, ellos quieren hablar, ¿cómo habrá hecho esto?, me parece muy bien. Pero durante la función esto es un cuento. El cuento tiene que ser verdad. No tienes que pensar en ningún momento: Félix , qué bien, cómo se está metiendo para llorar, ¿eh? Si piensas eso estoy haciendo mal mi trabajo. Tú tienes que pensar: Qué putada lo que le pasa a Ramón. Luego, alguien curioso se quiere saber eso, estupendo, pero eso ya después, no durante la hora y media.
Pero la deformación profesional nos pasa a los actores. Yo pienso que he conservado bastante la inocencia porque me siento en una butaca y me dejo llevar. En ese momento estoy a tope, y cuando no me pasa, malo. Y me fastidia mucho. Estar delante de la tele y empezar a preguntarte dónde han puesto la cámara, porque entonces me salgo de la película. Porque ya estás pensando que dónde está el trípode, ya ves a todo el equipo y dices: ¡Mierda! (Risas)
Es nuestro trabajo y es nuestro oficio. Yo soy un enganchado de esto, me flipa, me paso horas, duermo con el guion, que lo pongo en la mesita de noche, estoy todo el tiempo con él y a tres o cuatro semanas del estreno ya sueño incluso con el personaje. Es obsesión.
La Cronosfera: ¿Qué se siente al compartir escenario con Carmen Maura?
Félix Gómez: Es muy guay, la verdad. Además es una de esas cosas que no me planteaba, porque yo pensaba que con un poco de suerte me la cruzaría en alguna serie o en alguna película, pero yo no sabía que tenía ganas de hacer teatro, y era una ecuación que no me encajaba. Y cuando acepté el proyecto y me confirmaron que iba a ser ella, un subidón.
La Cronosfera: ¿Esto está basado en el atentado de Florida?
Félix Gómez: No está basado, está inspirado. Porque nada de lo que se cuenta aquí es real, no pertenece a ninguna historia real de ningún personaje de allí. De hecho además, en la obra hay una cosa muy bonita que el teatro permite pero el cine no: dexcontextualizar. Nunca se dice en qué ciudad estamos, porque así puede ser en cualquier lado. Es lo bonito del teatro, que puede ser universal. Pero sí está inspirado en eso.
Eso lo cuenta Guillem, que cuando hubo noticias del atentado a él algo le revolvió por dentro esa atrocidad. De hecho esta obra él explicó que casi fue un vómito, ante la repulsión que aquello le produjo. Él dice, si no me equivoco, que la primera versión la terminó en 15 días. Es casi una locura. Aunque luego tuvo que hacer versiones, pero parir una obra en 15 días, una primera versión, es que realmente sale muy de dentro. Y yo creo que lo que hace que esta obra funcione es que sea tan de verdad, que nazca de las tripas. Ese acto tuvo esta consecuencia.
La Cronosfera: Cuando vi la obra escuchaba a la gente removerse en la butaca según tu personaje iba ofreciendo datos. Creo que es la mejor manera de darse cuenta de que el mensaje está llegando.
Félix Gómez: Como actor notamos esa energía del público. Notas dónde está yendo y tienes que jugar un poco con el público. Si tienes el oído fino y notas las energías tienes que alargar la pausa, contenerla, dar un poco de tempo, porque tienes que ir cabalgando con ellos. Es como que atrapa a todos. Porque es una obra que habla de muchas cosas. Habla del amor, de la necesidad de ser amado, del arrepentimiento de no haber hecho o dicho algo cuando podías, de la necesidad de ser reconocido, de la necesidad simplemente de ser abrazado. Simplemente dime te quiero y abrázame y ya veremos cómo resolvemos esto. De la necesidad de escuchar al otro, de ser capaces de empatizar con la persona que tienes enfrente aunque estéis en posturas totalmente enfrentadas. Es ponerse en la piel del otro. Y eso es muy bonito. Si hubiera más de eso quizá estaríamos en otro sitio. Socialmente.
La Cronosfera: En la obra dices que hay gente que se alegra por lo que ha pasado y que hay políticos que justifican lo que ha pasado. ¿Se está quedando una sociedad preciosa o siempre ha sido así?
Félix Gómez: Con respecto a lo que dice el personaje él habla del atentado. Hay un momento de lucha diléctica por la clase de atentado que es. Y cada personaje defiende una cosa. Mi personaje echa en cara que en nuestra sociedad hay mucha gente que con la boca callada se alegró de lo que pasó porque mucha gente piensa que el homosexual merece ser castigado. Está a la orden del día. La obra tiene un componente de reivindicación, de lucha LGTBI, y está muy bien porque Guillem es un activista, es un autor vivo muy activista. Y evidentemente la obra emana eso. Y es verdad que hay algo. Madrid es muy bonito dentro de la M-30. Hay que salir de la M-30 y la lucha LGTBI tiene que seguir.
Hoy hemos escuchado noticias de la legalización de matar a los adolescentes homosexuales con lapidación. La ley Sharia otra vez. No recuerdo en qué país, pero todavía ocurre. Hay gente que se alegra de que eso ocurra. Por eso es bonito y es necesario que obras como esta se representen en escenarios. Pero no solo se habla de eso en La Golondrina, es un tema más dentro de la función. También se habla de la relación padre-hijo, madre-hija. Las cosas no dichas, las cosas calladas. Ese por no molestar no pregunto pero al no preguntar no sé y cada día nos separamos más y hay más mentiras entre los dos… sin ánimo de hacer daño. Pero las hay, y provocan separación.
Guillem es un tío muy serio y Josep María, a la hora de dirigir decidió que había que ir a saco. Es un melodrama pero había que ir a por todas con él. Y Guillem no tiene ningún pudor en meterse y es un tío muy inteligente porque equilibra muy bien a los dos personajes, entiendes el dolor de ambos y los compartes por momentos, aunque también les darías una hostia.
La Cronosfera: También en la obra se dice que hay una generación que no admite eso porque no están educados para eso.
Félix Gómez: Sí, lo dice el personaje de Carmen, pero yo estoy en desacuerdo. Entiendo que su personaje lo diga, pero yo no estoy de acuerdo, porque mientras estás vivo estás educando a nuevas generaciones. Tú formas parte de este mundo, todavía estás en este mundo. También es tu obligación. De hecho, cambian. Los abuelos cambian, evolucionan. Yo entiendo que el personaje la diga, porque ella se siente así y es como tiene que sentirse, pero es verdad que como personaje no estoy de acuerdo y como ser humano tampoco. Para mí hay una exigencia a todo ser vivo: tienes la obligación de ponerte al día.
La Cronosfera: ¿Aunque no te hayan educado en eso?
Félix Gómez: Aunque no te hayan educado. A mí no me han educado para todo eso del no género, no soy chico, no soy chica. En un primer momento no entendía nada. ¡Si eres una chica! No, pero me siento un chico. ¿Eres transexual? No, tampoco. ¡Ay, madre! ¿Qué es esto? Y yo podía haber dicho que a mí no me han educado para entender esto pero no, yo me he puesto para intentar entenderlo. Cuéntame tu experiencia, porque nunca me habían contado esto. Vale, si te sientes así, genial. Es que me puede tocar a mí, en mi familia. Entonces está bien que el personaje diga eso, tiene que decirlo, pero yo no estoy de acuerdo.
La Cronosfera: ¿Qué recuerdos te van a quedar de esta obra?
Félix Gómez: No lo sé. Todavía nos queda mucho. Llevamos tres semanas aquí, ahora empezamos la cuarta. Nos quedan, además de esta, cuatro más, y luego nos queda gira. Ya hemos hecho una parte y estamos hasta el primer semestre del 2020. Hasta diciembre ya está todo cerrado prácticamente. Hemos hecho ya Valencia, Alicante, ciudades grandes, y aún nos queda Vitoria, Segovia, Murcia, Tenerife, Palma de Mallorca, Bilbao, Sevilla. Hay mucho cerrado ya.
Lo que sí sé es que es un proyecto que desde el primer momento en que llegó lo quería hacer. Me enamoré el primer día que leí el texto. De hecho, he rechazado un par de proyectos televisivos, uno de ellos en México y otro que se rodaba aquí porque quería hacer esta función. Porque me tocó, me agarró el alma. Y esta frase se la robo a Carmen, pero sentí lo mismo: sentí que esta historia tenía que ser contada. Y que quería contarla yo.
Silvia García Jerez