Creed II
Sigue dando de qué hablar Rocky Balboa cuarenta y tres años después. Sylvester Stallone lo ha conseguido. Lo hizo posible en el 76 y repite fórmula en este lustro. Revitaliza la franquicia con una potente primera parte en 2015 (Creed: la leyenda de Rocky) y ahora con esta contundente secuela que le da continuidad.
En esta ocasión, el hijo de Apollo Creed (antiguo rival y posterior amigo de Rocky) deberá compaginar sus obligaciones familiares con sus entrenamientos. De la mano de su mentor (Stallone) tendrá que hacer frente a un fantasma del pasado conocido por todos los fans de la saga. El retorno desde Rusia de Ivan Drago traerá consigo un enfrentamiento legendario entre Adonis Creed y el hijo del campeón soviético, Víktor.
Creed II es espectacular en términos pugilísticos. Te tumba desde el inicio con su primera y sensacional secuencia sobre el ring. La tecnología sonora hace que cada crochet lo sientas como si lo hubieras recibido en tu mentón. La agilidad con la cámara, el montaje, la música combinan para vivir las veladas desde dentro como nunca antes. Sin embargo, también es amable, cariñosa y cercana. Impulsa los valores familiares sobre todo a través de ese papel dramático que había reservado el cine para Sylvester Stallone.
También brilla la consolidadísima y polifacética Tessa Thompson, que encabeza la mejor secuencia de toda la película a ritmo de neo pop.La cinta es sólida y cuidadosa con sus orígenes. Con el trasfondo siempre de la superación personal , revive esa lucha interna contra uno mismo para aprender de los errores, desarrolla los valores familiares y ensalza otros como el honor, la deportividad y el trabajo psicológico de un deportista de élite.
Merece la pena el visionado, primero a los fans de la saga, y después a los amantes del drama amable y familiar con el buen trabajo del casi primerizo Steven Caple Jr, que sabe apabullar cuando puede y emocionar cuando debe.
Con un montaje eléctrico y un perfil bajo adorable, la saga no envejece a pesar de repetir fórmula si no que está más viva que nunca.
De Apollo a Adonis Creed. De Ivan al formidable revienta hormigón de Víktor Drago. De Sylvester Stallone a su más personal creación, recibimos con los guantes en alto otra lección pedagógica sobre uno mismo, otra oda al boxeo, al deporte y la vida. Con orgullo y simpleza, quiero y espero con ganas otro asalto más de Creed.