EN REALIDAD, NUNCA ESTUVISTE AQUÍ… ¿ o sí ?
En realidad, nunca estuviste aquí, a pesar de las polémicas festivaleras, sí que debería estar en las salas de cine. Siendo, como es, una cinta producida por una plataforma de pago por visión.
Además, ¿qué más da? En unos tiempos en los que los cines cierran en favor del turismo de compras, en los que ya nadie recuerda que no siempre pudimos oír al El cantor de Jazz, ni sentir el mayor de los temblores junto a Heston y la Gardner… Época ésta en la que poco importa que salgan de la pantalla los habitantes de Pandora, el insomne ‘carapizza’ Krueger o el turbulento dueño del museo de cera… Momentos, instantes éstos, en los que la palabra Cinemascope sólo es parte de ‘novedosas’ camisetas vintage, reduciéndose todo al comentado comentario de redes cada vez más hormonadas.

El que fuera protagonista de un documental sobre su propia locura, I´m Still Here, o proveedor de cine snuff en 8mm, es aquí Joe, ex militar, ex agente y víctima capaz de ver Psicosis sin inmutarse. Igual es que es miembro de honor del club de ‘Amigos De Norman Bates’.
El clásico del señor de pájaros, sogas y malas intenciones humanas es homenajeado en la nueva tragedia de la responsable de Tenemos que hablar de Kevin, Lynne Ramsay. Quizá por aquello de ‘De Aquellos Fangos Estos Lodos’. Niños y más niños… abusados, maltratados… ahora que incluso la Iglesia entona el Mea culpa sin ‘Spotlights’ de por medio. Sea como fuere, esperemos que por fin el que la haga la pague. Todo en su sitio de una vez por todas.
Varios sitios comunes encontramos en En realidad, nunca estuviste aquí, tales como una banda sonora, que podría ser editada y comercializada como Drive Vol. 2, mirada a lo Taxi Driver sin encontrarla de forma definitiva, a Locke sin cargo de conciencia o a Al Límite sin esa podredumbre clínica. Resumiendo: Mucho Scorsese sin Scorsese.
