La Tribu: Vivir A Golpes… De Cadera
La Tribu, todos queremos pertenecer a esa tribu en la que no te juzgan. En la que te hacen sentir que ser ‘tu mejor yo’ es lo mejor que puedes hacer por ti y por los demás. A pesar de haber cometido errores garrafales contra esos otros congéneres que desde la ineptitud pensaste que nada tenían que ver contigo. Pertenecer a esa tribu que es capaz de defender tus derechos junto con los suyos por las calles de las ciudades españolas, igual un 8 de marzo de 2018.
Seguro que el grupo de baile urbano ‘Las Mamis’, con Carmen Machi a la cabeza, protagonistas de lo último del director, a ratos actor revelación nominado, Fernando Colomo, hubiesen ido a esa manifestación para la historia que fue el día de la mujer trabajadora. Ya que, en el caso del personaje de la Machi, se trata de una de las que desde las Islas Canarias, en un principio, nos han hecho conocer como ‘Las Kellys’. Todo muy social y rabiosamente actual. También, en la cinta que nos ocupa, cómico y musical.
La Tribu, con los muchos defectos que pueda tener, que los tiene, nos gana en cierta forma porque busca empatizar desde el humor y las ganas de seguir adelante, como un Ken Loach cañí o un Stephen Daldry con ganas de perreo, con parte importante del tejido social español. Ese que no cree que despedir sea necesariamente la única forma de obtener beneficios. Ese que sí cree que a todo cerdo, por muy enchaquetado que vaya, le ha de llegar su San Martín.
San Martín que, en el caso del personaje del que en catódico barrio de extrarradio fuese hermano desempleado de Aída, Paco León, se traduce en escarnio cibernético post-reseteo mental. Metáfora informática ésta que debería significar volver al camino correcto. A un comienzo humanizado, ya que más bien somos carne y hueso que pieza en cadena de montaje.
Teniendo en cuenta lo hasta aquí referido, empatizar es bien fácil con lo nuevo del director que supo mirar con humor el sincero devenir de todas y cada unas de las chicas de hoy en día o los encontronazos románticos y culturales en un más que próximo oriente. Pero como también los habrá que piensen que todo lo dicho es pura palabrería y que, en realidad, estamos ante una comedieta de tres al cuarto sin más, por mucho que se haya llevado el premio a mejor película, además del de mejor actriz, en el pasado Festival de Comedia de Montecarlo. Dirijámonos a estos segundos para comentar que la crítica social no tiene necesariamente que venir acompañada de dolor y pena, drama y desarraigo, que puede también, desde la comedia musical amable, cogernos por salva sea la parte y hacernos ver que si no nos reímos más es porque hemos permitido que otros nos quiten la risa; desde las urnas, desde los estrados, los púlpitos. Porque hemos pensado que nada a nosotros nos podría pasar si seguíamos las reglas, sin tener en cuenta, por otra lógica parte, que las reglas pueden hacerse trizas en segundos ya que a nada tan fácilmente se de la vuelta como la española tortilla de patatas. ¡Ay, Almas de Cántaro!
A lo que íbamos miembros de la tribu: Lo más reciente del director de las también sociales, a la par que madrileñas comedias según los libros de cine patrio, Bajarse Al Moro, ¿Qué Hace Una Chica Como Tú En Un Sitio Como Este?, Tigres De Papel, La Vida Alegre, Estoy En Crisis o, vaya usted a saber por qué, El Caballero Del Dragón (ésta de social tiene poco la verdad, pero provoca tanta risa insospechada que se podría catalogar de comedia ), nos invita a algo que se nos antoja tan tristemente extraterrestre a día de hoy como que sustituyamos la patata por el corazón y demostremos nuestro verdadero talento desde un ‘Talent Show’ o desde una academia de barrio, lo mismo da. Siendo siempre, eso sí, sinceros los de arriba con los de abajo y viceversa. Porque nunca habrá mejor tribu que la que mire por todos y cada uno de sus miembros desde el ‘Pride’ manifiesto, con la mirada seductora de las mejores chicas de calendario, intentando emular a Beckham o teniendo muy claro que es lo verdaderamente intocable. Supongo que estamos de acuerdo en que es El Ser Humano.
Luis Cruz