ZORION EGUILEOR: Soy el rey del selfie
Lo mejor que te puede pasar a la hora de hablar con Zorion Eguileor es tener tiempo. Poderte sentar con él y charlar en un local del centro comercial Odeon Sambil, de La Fortuna, cadena en la que se estrena su último trabajo, y donde tuvo lugar su preestreno. Hablar de esto, de aquello. El cine se mezcla con la vida, las anécdotas con la sabiduría. Y te diviertes mientras aprendes. Porque su cinefilia no tiene fin. Porque de los ancianos, de los Viejos, su segunda película de terror tras el fenómeno El hoyo (The platform), se pueden extraer las mayores enseñanzas. Darles de lado, no hacerles caso, es un error. De eso también habla el largometraje de Raúl Cerezo y Fernando González Gómez. Y nosotros, frente a una cerveza y un refresco. Pasando el rato encantados. Obvio.
La Cronosfera: Enhorabuena por la película, porque funciona muy bien.
Zorion Eguileor: Me alegro. Yo sólo la he visto dos veces… una y media, porque la segunda vez, como fue en aquel festival, los fans del género chillaban, gritaban, se reían, estaban como locos y es como si no la hubiera visto. Y la tercera vez, en Jaén, mientras se proyectaba salimos a cenar porque teníamos que volver. Y hoy la veré con más calma.
La Cronosfera: Pues es buena.
Zorion Eguileor: Hombre, yo, cuando la cogí después de haber hecho El Hoyo, que fue el gran acontecimiento de mi vida, que no había hecho yo cine de género, ni se me había pasado por la cabeza, y tampoco pensé que El hoyo fuera cine de género, porque era un poco cine fantástico, pero yo siempre la vi como una fábula moderna. Y me empezaron a llegar guiones de películas de género… ¡qué guiones, madre mía! Muy malos, muy rebuscados. Horrorosos. Y llegó este guión y lo leí y digo: ‘Está bien escrito’. No me apetecía mucho volverme a meter en estas cosas, pero como estaba bien escrito llamé a un amigo mío, guionista de El hoyo, precisamente, y le pregunté: ‘David, ¿qué te parece? He recibido este guión y me gusta, está bien escrito.’ ‘¿De quién es?’, me preguntó. Se lo dije. Y me respondió: ‘Cógelo, que es gente formal, gente seria, que no va de cachondeo, gente a la que le gusta mucho el género, gente con fundamento.’ Entonces me animó y lo cogí. Habló mi representante con la producción y se hicieron los arreglos y conocí a Fernando y a Raúl y adelante con el proyecto.
La Cronosfera: ¿Habías visto La pasajera?
Zorion Eguileor: La pasajera la vi después de rodar esta. Y me hizo gracia. Me dijeron unos amigos que me iba a reír y la vi así, con ese espíritu. Una comedia de horror hay que verla así. De niño me gustaba verlas pero luego creces y haces tus cábalas de las ideas que puedes sacar de las películas, y de Viejos puedes sacar una película aparte. Muchas, en realidad, porque hay una carga social muy importante que no te va a desarrollar en la película pero sí te va a dar las claves para que lo desgranes, porque te va a decir ‘piensa en el calor’, ‘piensa en los viejos’, que eso está clarísimo, cómo se les trata, cómo están cuidados. En los afectos paterno filiales, piénsalo, no te vayas a escapar las cosas buenas de la vida, porque en esta ocasión el padre y el hijo se han perdido muchas oportunidades para disfrutar. Muchas cosas. Hay quien va más lejos y habla de porvenires políticos. ¿Quién los manda? ¿De dónde viene ese poder? ¿Quiénes les han dicho a estos viejos…? Ahí fantaseas mucho porque cada vez que pasan los días vemos cosas que no nos esperábamos, que no pensábamos que pudieran llegar a ser. Y ojalá no sean como plantea la película.
La Cronosfera: ¿El cine de género, entonces, no te gusta?
Zorion Eguileor: No, en la literatura tampoco. Puedo ver las películas de siempre, Blade Runner, El resplandor. Son terror puro y duro que no llegan a consecuencias finales, simplemente terror. Sí me han llamado la atención como cine, como qualité, pero como divertimento no. Pero yo el cine lo veo como arte según lo que me presenten. Yo, ahora mismo, según como estoy en esta temporada, no veo una película de Antonioni ni por todo el oro del mundo. Lo siento mucho, pero con todos los respetos era un coñazo, el señor. Era para decirle: ‘Sí, señor, tiene usted toda la razón del mundo, pero me importan tres cojones su soledad y su ambigüedad’. Yo quiero un cine entretenido, un cine que sea cine. Una película de Pasolini sí la aguanto. Yo he vivido muchas épocas de cine, desde Abbott y Costello hasta Ingmar Bergman, José Luis Sáenz de Heredia, Ladislao Vajda, Florián Rey… tengo un abanico grande por ahí. Y ahora estoy descubriendo cosas a las que antiguamente no hice caso y ahora me parecen maravillosas. Españolas y europeas. Es que alucinas. Porque todos los directores que estaban en América, menos tres o cuatro, todos eran europeos. Fritz Lang, Robert Siodmack… hasta René Clair estuvo allí. Sí, a mí me gusta mucho el cine, aunque yo soy un actor netamente de teatro. En el teatro he desarrollado mi vida. Sí, me han ofrecido hacer cine, y últimamente lo hacía porque los chavales más jóvenes me llamaban. En televisión, como siempre he tenido mi fuerza en el teatro, y afortunadamente, aunque parezca mentira, el trabajo no me ha faltado, he sido feliz en ese medio. Luego ya he empezado a hacer cine, papeles cortitos, y luego la televisión, donde hacía personajes cortos, hasta que llegó El hoyo y aquello fue… Fueron dos cosas: en televisión el boom de Estoy vivo, que fue un boom, con un personaje que no tiene nada que ver con el de El hoyo, un abuelo tiernísimo, el padre de Javier Gutiérrez, y seguido seguido, sin respirar, salió El hoyo. Y oye, a la vejez, viruelas. Soy el rey del selfie. (Risas). Y que te haces popular en todo el mundo, porque voy a Biarritz a menudo y es increíble. La gente te mira y te dice: ‘Obvio’, o cualquier cosa. Algunos llamándome por mi nombre y todo. En Grecia me pasó. Y me gusta, claro. La vanidad. Estoy disfrutando de esta vanidad. Entre nosotros, en la cuadrilla, uno que me dice: ‘Un poco tarde, ¿no?’ ‘Chico, cojonudo’, le dije. Si me hubiera pasado con cuarenta años a los cuarenta y dos hubiera estado ya roto porque ya nadie me hubiera hecho más caso, y así, a esta edad, ya no tengo que andar como Gloria Swanson en El crepúsculo de los dioses penando por mis éxitos. Con estos éxitos me iré, con el éxito a cuestas.
La Cronosfera: Obvio.
Zorion Eguileor: Obvio.
La Cronosfera: Con el nivel de cinefilia que tienes, hay un momento en Viejos en que el novio de tu nieta te dice, mientras veis una película clásica, que esa película ‘es de su tiempo, Manuel’. ¿Es una lucha perdida que la juventud acceda al cine clásico?
Zorion Eguileor: Ni saben. Hay dos películas de Forqué, con temas de Alfonso Paso, que es un autor que está un poquito echado para atrás, que son Vamos a contar mentiras, que es de Isasi-Isasmendi, y Usted puede ser un asesino. Son dos comedias divertidas a más no poder, pero son en blanco y negro y no las quieren ver. Les da pereza.
La Cronosfera: Los niños ahora sólo ven series.
Zorion Eguileor: A mí me aburren hasta las mías… (Risas) Las empiezo a ver, sin miedo, pero ya en el tercer capítulo están con otras historias, que si viene la prima, y tengo que pasar al último capítulo para saber qué pasa con la trama que me interesaba al principio. Una miniserie puedo aguantar. Películas largas sí, porque a mí el cine me gusta mucho. Si está bien hecho.
La Cronosfera: Hablando de películas largas, ¿cómo es posible que no puedan aguantar una como El irlandés, que es catedralicia pero es con gente mayor? ‘Peli de yayos’, dicen.
Zorion Eguileor: Por la mala educación. La mala educación se nota en todo. Los profesores no son cultos. Estamos en unas generaciones asquerosas y hay momentos en que te da una tristeza… Si hay un concierto, no ya lírico, de un cantante moderno, con más de cinco canciones ya se aburren. Otra cosa que no entiendo es que se vayan al concierto de Madonna, por ejemplo, y no van a oírla cantar a ella porque van a cantar ellos. Es una cosa llena de absurdos.
La Cronosfera: El hoyo tiene efectos especiales pero son menos evidentes que los de Viejos. A nivel actoral, ¿cuál ha sido más complicada de rodar por los efectos?
Zorion Eguileor: A mí no me perjudica nada cuando trabajo. Estoy tan a gusto… Al contrario, yo soy muy atrevido y me lanzo, me tienen que parar: ‘¡No hagas eso!’ Yo cuando en El hoyo me ponían arneses les decía que para qué. ‘Para que no te caigas por el agujero.’ Exigen los cables. Yo soy un actor que me entrego totalmente en el momento y al medio segundo estoy fuera con la misma facilidad con la que me he metido. No me llevo el personaje a casa ni nada. Me llevo el miedo a aprender el texto, a ver si me lo puedo aprender para el día siguiente, eso sí. (Sonríe) Yo aquí tuve dos momentos con Irene en que lo pasé muy mal, fueron muy desagradables para mí como persona. En la escena del baño, no porque estuviera en pelotas, eso no me importa nada, pero cuando le digo a Irene esas brutalidades, me dio como un complejo de culpa para con Irene… un mal cuerpo… Pero si yo soy malísimo, y tengo que matar, yo en el papel mato y soy malísimo.
La Cronosfera: Cuando recibes el guión y lees que se titula Viejos, ¿piensas que es peyorativo o una reivindicación?
Zorion Eguileor: Viejas son las cosas, no las personas. Lo entiendo, pero si está puesto así a mí no me molesta. Yo no me considero viejo. Yo soy yo. (Risas).
La Cronosfera: Las escaleras del edificio recuerdan a REC, ¿dónde está rodada Viejos?
Zorion Eguileor: En un piso de estos grandes que están detrás de la Plaza de España. En San Bernardino, unas casas enormes que ahora están vacías y se aprovechan para cine. Es lúgubre pero muy potente. La fotografía es fabulosa. Y el maquillaje. A mí me ayudaba mucho que después de la ducha me hacían esas manchas que salen con la edad, que yo no tengo muchas. Irene (Pedrosa) con mucha paciencia me las iba poniendo, y eso me ayudaba, verme con manchas de más viejo.
Silvia García Jerez