VERANO 1993 : vicisitudes de la nueva vida

El cartel de Verano 1993 es desconcertante. Vemos a una pareja con una niña subida en los hombros de él, en lo que podríamos describir como un momento de felicidad veraniega, ya que el título de la película indica la estación en la que transcurre, con el punto discordante de que en la mujer no se aprecia la alegría que sí se ve en los demás. ¿Estamos ante una cinta alegre o triste entonces? Verano 1993 no responde con sencillez a la pregunta.
La película cuenta la historia de Frida (Laia Artigas), una niña que, habiendo perdido a su padre hace tiempo, acaba de quedarse también sin su madre debido a una pulmonía. A sus seis años tendrá que cambiar de vida, porque sus tíos, Esteve (David Verdaguer) y Marga (Bruna Cusí) se la llevan con ellos al pueblo para cuidarla a partir de ahora.
Ellos tres son quienes aparecen en la carátula de Verano 1993. Falta en esa instantánea un personaje fundamental: la pequeña Anna (Paula Robles), prima de Frida, de unos tres años aproximadamente, una niña encantadora a la que Frida no verá con buenos ojos. Es parte de su rechazo hacia su nuevo mundo.

No querer estar allí y no tener más remedio. Esa es la existencia a la que tiene que enfrentarse. No es muy divertida, no le dan ganas de reír. A sus tíos tampoco, sobre todo a Marga, que es quien se ocupa de las pequeñas y quien es más consciente de que Frida no lo está pasando bien. Claro, que la niña lo demuestra con ataques de rebeldía tan reconocibles como irritantes.
Pasará bastante metraje hasta que veamos hacia qué lado se decanta la narración. Ésta llega a un punto, ese de no retorno que muchas películas tienen y que determinan el carácter amable o perverso de su naturaleza, la escena clave en el bosque en este caso, en el que cada espectador debe decidir si la opción del guion es o no la que esperaba.
La sombra de Alas de mariposa, una de las obras maestras de Juanma Bajo Ulloa, planea entonces sobre la cinta. De seguir su senda, la cinta continuará su camino hacia una gloria anunciada. De no encontrarse en ella, y aunque la escena que cierra la película sea todo lo redonda que ésta requiere, será complicado que hasta que ésta llegue se conecte del mismo modo con la realidad que la película respiraba hasta ese momento.
Una realidad que, todo hay que decirlo, de tan apegada a lo cotidiano llega a hacerse tediosa. En lugar de enternecer ver a las primas juntas, con sus actividades veraniegas y sus refriegas propias de la edad y sobre todo de la circunstancia excepcional y desgraciada que sufre Frida, lo que Verano 1993 logra es saturarnos.
La cámara filma momentos tan naturales que se diría caseros, lejos de un material válido para proyectar en salas comerciales, pero por momentos otras tomas se tornan todo lo inquietantes que la situación requiere, retomando una narrativa que da sentido a una historia verdaderamente cinematográfica.

La ópera prima de Carla Simón fue una de las grandes triunfadoras en el pasado festival de Málaga. De hecho, ganó el máximo premio que el certamen concede, la Biznaga de Oro a la mejor película española. Previamente, en el festival de Berlín, también obtuvo ex aequo con un documental alemán, Becoming who I was, el Gran Prix del Jurado Internacional.
Si la temporada de premios de final de año y principios del que viene la tiene en cuenta, y no hay razones para pensar que tal cosa no vaya a ocurrir, Verano 1993 puede aparecer nominada en más de un apartado. La aclamada Carla Simón como guionista o directora novel, o Bruna Cusí como actriz revelación pueden perfectamente optar a los Goya de la industria.
Y es que descubrir a Bruna Cusí es una de las joyas que nos depara Verano 1993. Sus miradas, la impotencia que manifiesta en muchos planos, son oro puro para nuestros ojos. El trabajo de esta actriz, vista en la magnífica Incierta Gloria pero consagrada en la presente, es de los que no solo no cuesta recordar sino sobre los que gusta hacer hincapié.
La otra joya es Paula Robles. La pequeña Anna nos arrebata el corazón con su candidez desde su aparición. Las miradas de envidia que su prima recién llegada a la familia le envía se comprenden mejor porque las nuestras van dirigidas en el sentido contrario. El acierto de incluir a Paula en el reparto engrandece el sentido que la historia quiere darle. Está claro que si Frida no la adora, nosotros lo haremos por ella.
Silvia García Jerez