EL SECRETO DE UNA OBSESIÓN
Maneras de remake
No hacia ninguna falta. Pero esa manía americana por los remakes, tan necesaria como fallida últimamente ante la escasa inspiración que practican, se fija en esta ocasión en El secreto de sus ojos.Aquella película argentina de Óscar que descubrió a Ricardo Darín y Soledad Villamil para el gran público, en una fascinante historia de verdugos y perdón, culpa y amor, en tiempos de la dictadura. Con aquella cinta, Juan José Campanella triunfaba en Hollywood tras haberlo hecho en Valladolid con El hijo de la novia y el encantador Darín junto al estupendo Guillermo Francella.
Lo último del director, centrado ahora en la ficción televisiva, fue Futbolín y en animación, pero hay quienes todavía recordamos su ópera prima, la alucinante El niño que gritó puta, apenas conocida en su filmografía y su película más dura (un arriesgado drama de recomendable visionado)
Billy Ray, con más experiencia como guionista, es quien dirige el supuesto remake; mutando Buenos Aires por Los Ángeles post 11S y los investigadores políticos son una brigada antiterrorista del FBI. Claro que mantiene el caso de asesinato y sus consecuencias -y hasta casi el mismo título (the) Secret in their eyes, en original- así como el planteamiento del relato y sus reflexiones porque siguen siendo buenísimas, pero pone la maternidad como detonante y lo que prevalece, y el relato no logra mantener el suspense ni la complicidad entre personajes de su predecesora.
El secreto de una obsesión no es copia, no es una versión sino una especie de adaptación haciendo entendible la trama a un público de gustos cada vez más suyos y menos del séptimo arte.
El filme con aires de telefilm bien financiado y justificado con grandes nombres rentables en taquilla, entretendrá lo justo a aquellos y ellas que no hayan visto la primera, pero para quienes la vimos, no hay comparación alguna. Y la que se estrena es fácil de olvidar tras salir de la sala, aún con Nicole Kidman siempre efectiva y Julia Roberts, de lo mejorcito de la cinta.
Hollywood no es lo que era y por eso las series, ahora, son donde encontramos el mejor cine, también los nuevos repartos. Junto a ellas, encontramos a los tipos duros de la peli; Chiwetel Ejiofor (el prota de 12 años de esclavitud), Dean Norris (una vez más de madero como en Breaking bad) y Michael Kelly (en un papel pequeño pero tan adecuado como en House of Cards)
La Roberts sin maquillaje y luciendo papel dramático de madre poli coraje, mientras a La Kidman que parece una sombra de Miss Robinson en todos sus papeles más recientes, especializada en seducir a jovencitos, no se le puedo poner casi ningún pero, aunque no termina de convencer su personaje. Como tampoco la maravillosa historia de amor que aquí no transciende, ni existe tensión sexual no resuelta ni bien llevada.
El realizador opta por un montaje con flashbacks algo tramposos que resuelven la trama forzando un final sin la profundidad que conlleva; y que trastocaba en la aquella en la que se inspira, cerrando magníficamente la historia en una gran película.
Pero las estrellas USA tiene facturas que pagar aunque sean de cirugía o la hipoteca de la mansión, y no siempre van a hacer el papelón ni el peliculón.
El secreto de un obsesión entretendrá, repito, más a quienes conozcan el relato de nuevas, pero no será considerado un buen remake puesto que no lo es. Y miren que los hay americanos y buenísimos, con simpáticos guiños de homenaje o de nostalgia, pero esta recreación no hacia falta alguna.
La obsesión queda para el secreto en la taquilla este fin de semana.