Searching: Una pantalla demasiado grande
Searching es al cine lo que el pret a porter a la haute couture. Que están dentro del mismo universo pero no son lo mismo. Es decir, que en tiempos de capas caídas en la sala oscura, el hecho de pagar por una butaca para ver algo que decididamente pretende hacernos creer que, todo el tiempo, miramos la pantalla de un ordenador desde nuestro butacón con cojín redondo a lo escudo de Capitán América, pues desconcierta un rato. El caso del ‘cine de terror cámara en mano’, que hace tiempo que ya nos toca la moral, por lo de dislocarnos las córneas de tanto ir y venir durante el visionado, podría ser algo similar, pero bueno, por aquello de ‘El Falso Documental’ de embrujada dimisión paranormal, lo vamos a pasar igual por alto. Aunque, me reitero: Ya cansa.
Searching puede parecer que busca nuevo diálogo fílmico entre cineasta y espectador, pero se nos antoja que más bien quiere que el espectador se sienta como en casa. ¿Entonces iríamos al cine? Pregunta que, si realmente disfrutamos de esas historias cuyo habitat natural es la pantalla grande, habríamos de responder con un rotundo no. Aquí los tamaños sí importan. Quizá Searching debería haberse estrenado directamente en plataformas de Internet y hubiese tenido un aplastante, y muy lógico, visionado: porque entretenida lo es un rato, no como Eliminado, con ventana a skype, sin subtítulos, sí, pero totalmente leída a golpe de chat. ¿Miedo de qué?
Venga va, a Movie 43, por loquísima, la pasamos por alto. Y, decididamente, The Ring y Videodrome juegan en otra liga.
Conectemos de nuevo con Searching para decir que nos lleva tras la pista cibernética de una joven desaparecida. Pista esta que sigue un padre por toda la red, y sus múltiples recovecos, sin pisar asfalto, al menos desde la perspectiva de los que todo lo ven: nosotros. Me da que el papá/agente secreto de Venganza jamás hubiese tomado semejante camino, porque a la hora del verdadero disfrute cinematográfico visceral, nunca será lo mismo noquear con el puño al malo que dejarlo de seguir, bloquearlo o hacerlo perder todas sus vidas. Aunque aquí, en Searching, lo que es el suspense de la búsqueda sí que se consigue mantener más que bien.
Todas las mentiras, los falsos perfiles, las cámaras de vigilancia, las web de información, la dark web, nos llevan a diferentes giros de guion, que tampoco son el final de Saw pero que sí que dan acertada ‘vidilla’ a una cinta que en una época más arcaica (80´), hubiese pasado por un más que estupendo telefilm con larga vida en el videoclub.
Nos gusta Searching porque cumple su propósito: mantener la tensión y entretener, pero peca de lo que pretende, fardar. Mirando la pantalla de un ordenador nunca terminas de perder la noción de tu realidad, por mucho que se pretenda agrandar el encuadre hasta el formato en el que nacieron El silencio de los corderos, La red, Enemigo público, Rescate, Los sin nombre…
Las historias filmadas han de tener sus reglas, sus formas de disfrute. Sus distintas ventanas al mundo. El séptimo arte podrá filmar la pantalla de un ordenador, pero no ser ella. Podrá desde la sala oscura recorrer la red, pero no reducirse a ella. Nunca será lo mismo ver Las Meninas in situ, que verlas impecablemente reproducidas en un catálogo de la pinacoteca más importante del mundo. En este mundo actual en el que los tamaños tecnológicos parecen ser los únicos que nos importan, apostemos por disfrutar de la diferencia. Un bombón nunca deparará la misma experiencia que una tarta de chocolate. Mal nos irá siempre si nos empeñamos en pretender beber licor de lagarto siendo del lagarto Godzilla.
Luis Cruz.