Sea Wall: el dolor de la memoria
[Veo Sea Wall, del dramaturgo británico Simon Stephens, con 19 personas más y desde mi casa dadas las circunstancias, gracias a la iniciativa del Teatro de la Abadía. Teatro confinado a través de la plataforma de Zoom como réplica de la experiencia teatral (y por un precio de 5€ que se donan a #YoMeCorono). En mi pantalla está Álex. Me cuenta su historia mirándome a los ojos. El resto de los asistentes desaparecen. Sé por mi amigo A. que, en el iglú en el que se interpreta la obra de forma habitual, este trago sabe a llanto y que su sabor se reproduce a través de la cámara de mi ordenador]
Llego a Sea Wall como a todo en esta vida, de casualidad y tarde, siempre tarde, porque las horas del día se aceleran pasadas las nueve de la mañana y entonces el tiempo solamente corre. Ahí tengo dos opciones: aferrarme a él o el vacío, y la angustia del vacío es tan indescriptible… Una tragedia más cercana a la muerte que la muerte en sí misma, pero está ahí, y aunque podamos verla a lo lejos, es casi como un mito. Y nosotros somos inmortales, la muerte es para los otros, para los de están arriba o quizá para los que están abajo, pero no para mí. Algo así debía pensar Alex (Nacho Aldeguer) antes de su desgracia, qué digo desgracia: hecatombe, desastre, catástrofe vital, destrucción del alma.
Pero cómo le va a pasar nada a Álex. Cae bien, está enamorado -pero profundamente- de su mujer, tiene un suegro con quien habla de cosas trascendentes y con el que se va de veraneo al sur de Francia, y también una hija con la que se le cae la baba porque es inteligente, guapa y súper expresiva. Y encima trabaja como fotógrafo, es un auténtico privilegiado. Cuántos sirven copas en bares o hacen malabares para pagar el alquiler de un piso de 40 metros cuadrados Carabanchel. Tiene una vida fantástica, una familia fantástica, un trabajo fantástico… Vamos, que cualquiera de nosotros querríamos ser él. Hasta que se le entrecorta la voz y sostiene el llanto como puede, porque los recuerdos no tienen ni piedad ni razón.
Silencio. Y de pronto, tiene un agujero atravesándole el centro del estómago y en su gesto está el equilibrio de la tragedia, la cotidianidad y la intimidad más pura. Aldeguer controla el silencio y los tiempos. La desnudez emocional dirigida por Carlos Tuñón, sencilla y trabajada desde los límites dramatúrgicos. Su voz es casi una revelación, un reclamo como salvación, cura o catarsis. Era eso, el vacío que deja la muerte.
#AbadíaConfinada
Dirección: Carlos Tuñón
Producción: Bella Batalla
Duración aproximada: 60 min
Fechas: Viernes, sábado y domingo, 18:00
*Nota: Las entradas pueden sacarse en la web del Teatro de la Abadía. Estad pendientes a las nuevas fechas. Está previsto durante los viernes, sábados y domingos que dure el confinamiento*