ROOFMAN. UN LADRÓN EN EL TEJADO
Roofman. Un ladrón en el tejado. Menudo título español para una de las películas norteamericanas más acertadas de la cartelera. Quien lo lea pensará que es una patochada y lo cierto es que nada más lejos de ese resultado.
Roofman. Un ladrón en el tejado es la rocambolesca historia real de Jeffrey Manchester (Channing Tatum), un delincuente de poca monta que se dedicó a robar establecimientos de McDonald´s haciendo agujeros por el techo y metiendo a sus empleados en la nevera para después de cometer la fechoría de llamar a la Policía para que fueran a rescatar a esas personas y que no se murieran de frío. 45 McDonald´s robó de esa manera, dándole a su familia un estatus temporal bastante admirable.
Temporal porque en cuanto pudo, la Policía lo capturó y entró en prisión. Pero inmediatamente pudo escaparse de una forma especialmente ingeniosa y posteriormente vivió seis meses en un Toys «R» Us, donde conoció a una de las empleadas Leigh Wainscott (Kisten Dunst), con la que comenzó a tener una relación. Todo desde la clandestinidad que le daba su escondite en la famosa tienda.
Menuda historia. Como para ponerle un título tan poco llamativo. Roofman. Un ladrón en el tejado no le hace justicia a la gran película noventera que vamos a encontrar en ella. Porque su argumento es la barbaridad que sucedió en la realidad, pero luego hay que llevarla al cine de una forma apasionante, y Derek Cianfrance, responsable de las estupendas Blue Valentine y Cruce de caminos (The place beyond the pines), lo consigue, en un auténtico espectáculo en el que siempre está pasando algo nuevo y fascinante.
Es admirable que Cianfrance logre un film con el espíritu de los que veíamos hace 30 años, tan entretenido y profundo como los de entonces. Tal vez si esta película se hubiera estrenado en algún año de los de los 90 habría pasado más desapercibida entre muchas otras del mismo estilo pero siendo como es una rara avis en el cine de hoy, en el que ese tipo de películas ya no se producen, llama más la atención y se disfruta como si volviéramos a ese pasado en el que esta clase de cine era habitual en las salas.
Roofman. Un ladrón en el tejado es, en ese sentido, muy clásica. Y hoy funciona porque entonces ese tipo de cine lo hacía gracias a una fórmula que está más que comprobado que es un acierto. Un drama de base bañado en un tono de comedia fresca con una pizca de romance y un toque musical que no puede faltar para acabar de enganchar por completo. Un guión bien estructurado, obra también del director y unos actores en estado de gracia completan un conjunto de lo más sobresaliente.
Channing Tatum, un intérprete que no siempre brilla a la altura de su estrella, está aquí mejor que nunca. Demuestra ser carismático, divertido y versátil, aplicándose tanto en el drama como en la comedia, sobre todo en ésta última, porque es un género que domina con más precisión. Su compañera de reparto, Kirsten Dunst, en cambio, es un portento, y aquí vuelve a serlo. Menuda madurez está teniendo esta niña prodigio que saltó a la fama gracias a películas como Jumanji o Entrevista con el vampiro, y que ha orientado su carrera hacia el cine de autor. de manera que nos ha ofrecido películas estratosféricas con El poder del perro o Civil War, y con este estreno vuelve a confirmarse como uno de los valores más contundentes del panorama cinematográfico contemporáneo.
Todo lo que cuenta Roofman. Un ladrón en el tejado es cierto. Por mucha locura que parezca. Lo sabemos porque lo hemos leído en el argumento de la ficha de la película y porque aquellos que se quedan a ver los créditos finales en lugar de saltar de la butaca como si de ella, de repente, surgiera un resorte imposible de soportar, verán imágenes reales de las personas que tuvieron contacto con Jeff entonces, hablándole a la cámara de los informativos acerca de lo que supuso para ellos conocer a tan singular personaje.
Cuando llega ese momento, el de despedirnos de un tipo que en el fondo reconocemos como una buena persona a pesar de las decisiones que tomó y de las acciones que llevó a cabo, nos damos cuenta de hasta qué punto nos lo hemos pasado bien siendo testigos de sus fechorías, y comprobando, por otro lado, la escasez apabullante de un tipo de cine que apenas se ve en las pantallas y que tanto nos divertía cuando teníamos la oportunidad de verlo.
Roofman. Un ladrón en el tejado es un diamante en una cartelera con más arena de la deseada y aunque no llegue a triunfar en la taquilla, como no lo han hecho otras de su mismo estilo, caso de The running man, no le quita el mérito de haber sabido hacer las cosas bien en un tiempo en el que el revival del cine noventero sólo parece triunfar en las series de las plataformas. Pero el tiempo la pondrá en su lugar y entonces se descubrirá un título que merece no sólo tener éxito en la taquilla sino ser parte de una temporada de premios que, lamentablemente, no la tendrá en cuenta.
Silvia García Jerez

