ROMPER EL CÍRCULO: Amor entre espinas
Llega al cine c, la adaptación del best-seller escrito por Colleen Hoover, una película muy esperada por las fans de la novela, que dirige y protagoniza Justin Baldoni. Él es Ryle Kincaid, el cirujano que enamora a Lily Bloom (Blake Lively), una mujer obsesionada con las flores que se acaba de trasladar a Boston para empezar una nueva vida, abriendo allí una tienda de esos ramos que tanto le gustan.
En un principio a Lily no le interesa Ryle, sólo quiere vivir tranquila en esta nueva ciudad, y es que su traumática infancia debido a la convivencia con un padre maltratador ha hecho mella en ella. Pero la insistencia de Ryle es agobiante y Lily termina rindiéndose a sus continuas peticiones de ser mucho más que simples amigos. Y cuando la relación entre ambos comienza a ser más intensa, un encuentro fortuito con el primer amor de Lily, Atlas (Brandon Sklenar) comenzará a hacer tambalear todo su mundo.

Ese círculo al que se refiere el título es el del maltrato, algo a lo que Lily parece estar expuesta desde niña y de lo que no tiene visos de librarse. Pero la película es muy sutil en ese aspecto, haciendo una exposición del mismo excesivamente blanca, sin retorcer el tratamiento del horror, para llegar a un público masivo que no se acercaría a esta historia si fuera más oscura. El público adolescente, al que va dirigida y el que mejor conoce el éxito de la novela, puede, de esta forma, verse más reflejado en ella si es que está padeciendo los mismos males, ya que las encuestas afirman que muchas veces no saben identificar como maltrato. Relaciones que ahora se conocen como ‘tóxicas’ para muchas chicas son algo normal porque así lo han interiorizado, han crecido pensando que la imposición del machismo en sus vidas no es tal sino un comportamiento natural que han asimilado como obvio y que no cuestionan porque no es necesario.
Romper el círculo les va a demostrar cómo la simple insistencia del hombre en tener una relación con alguien que no quiere saber nada de ellas ya es algo rechazable. El respeto a la mujer debe estar por encima de cualquier otra cosa, incluso del deseo. Y que ella se rinda ante sus encantos no deja de ser la fantasía de muchos hombres que piensan que pueden dominar a cualquier chica que se les antoje. De primero de machismo. Y la película lo expone con una elegancia tan sublime que a todos los espectadores puede llegarles el mensaje fácilmente. Y es obvio que cuanto se derive de esa posesión no va a ir por buen camino, y mucho menos cuando aparezca en el relato el amor de juventud de la protagonista.
Esta es la gran virtud de Romper el círculo: poner el maltrato como base para la historia dándole un tratamiento más ligero del que tendría en un drama desgarrador. Pero su principal defecto es no dejar de ser un telefilme protagonizado por una estrella que no termina de serlo, una Blake Lively adorable, como suele, pero sin la garra de una actriz de renombre que realmente lleve a público a las salas. Si lo hace será porque la película está basada en un best-seller, no porque ella tenga ya ese estatus.
Y como trío funciona al nivel del telefilme que es. Un hombre maltratador, otro que se da cuenta al instante de que algo no va bien en la relación y una mujer atrapada entre ambos. No puede ser un triángulo dramático más clásico en el que, por supuesto, el público va a apoyar al amor del pasado. Y las flores, que están siempre presentes, rodeando el relato. Amor entre espinas, podría resumirse de lo que contemplamos.
Sí, Romper el círculo puede ser un éxito de taquilla, el éxito romántico del verano. Tiene todos los ingredientes para conseguirlo: Amor, tensión, una dama en apuros, un chico que vuelve del pasado para defender a la protagonista y un desenlace inesperado, elementos a cual más sugerentes para conectar con los espectadores. Un cóctel de aciertos que no sólo llega dispuesto a entretener, también a abrirle los ojos a toda aquella chica que estando en la misma situación que Lily se dé cuenta de que lo está y llegue a la conclusión de que su relación es menos romántica de lo que piensa. Y es que el cine, además de puro espectáculo, también es un arma muy poderosa para despertar conciencias. El espejo perfecto para reflejar lo bueno y lo malo del ser humano.
Silvia García Jerez