Premios Max 2025 – XXVIII Edición
Y nos fuimos hasta Iruña para celebrar la XXVIII edición de los Premios Max.
En el Teatro Gayarre asistimos a una ceremonia calurosa, en todos los sentidos, con una gozosa participación de artistas locales mostrando su buen hacer en el escenario, tras una alfombra roja como nunca se vivió en Pamplona.
“Un acontecimiento abierto a la ciudadanía, que reconoce el valor de la creación” en palabras de Joseba Asiron, alcalde de Iruña.
Y fue una buena gala, reivindicando el teatro de calle (Fugit) y el destinado a la juventud (Cuento de Navidad, encapsulando a Dickens), ambos tan necesarios y merecidamente premiados, junto a esas compañías de danza que fueron las triunfadoras de esta gran noche de las Artes Escénicas.
Comenzando con Aurora Beltrán a la guitarra, y una bienvenida que llegaba en todas las lenguas que cohabitan en nuestra país -con un mayor protagonismo del euskera-, mientras el show de la entrega de premios se sucedía entre el Coro Saudae de Pamplona, el baile tradicional vasco de Iruñeco dantzariak y un acertado recitado de frases memorables de autores y autoras teatrales.
La velada fue también un homenaje a la creatividad y sus musas, con la inspiración marcada por un reloj de arena como leitmotiv y ese guiño al girarlo que limitaba los discursos y agradecimientos excedidos.
Y así, jugando con ese tiempo que se nos escapa a los mortales, aun dejando obras que son eternas, se entregaron los galardones para Afanador, producción del Ballet Nacional de España, que conquistó cinco Max con sus coreografías basadas en el trabajo del fotógrafo colombiano que da título al espectáculo, y Natural Order of Things, que obtuvo tres, mostrando además en directo uno de sus números de baile y arriesgados equilibrios.
Respecto al mejor espectáculo revelación recayó en Contra Ana, un texto autobiográfico de quien sufrió anorexia y escapó de ese infierno a través de esta pieza catártica que reclama más atención a la salud mental para “que el mundo duela menos”, Mientras el reconocimiento para la autoría teatral fue para Itziar Pascual y su Pepito, una obra “para niños y abuelos”, el galardón de autoría revelación fue para Ester Guntín por Quiso negro.
Casting Lear -he de confesar que era mi favorita- se llevó un par de Max; al mejor espectáculo de teatro y mejor adaptación teatral para su dramaturga, una ilusionada Andrea Jiménez que fascina sobre las tablas con su propuesta de metateatro y work in progress, a través de un montaje tan sencillo como complejo, igualmente terapéutico, y toda una carta de amor al teatro (y a los apuntadores). Una función nueva y distinta en cada ocasión, interpretada por un actor diferente cada vez, que desconoce lo que va a hacer, creando al personaje en ese mismo momento y enfrentándose al clásico de Shakespeare en “la mejor versión en castellano, la de Mayorga. Y no lo digo porque sea también coproductor del espectáculo”, como bien se dice en la función y bien repitió la actriz, escritora y directora junto a miles de gracias.
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En cuanto al Max de interpretación femenina fue para Ágata Roca por su personaje en L’imperstivo categóric, y el del interprete masculino para Enric Auquer por El día de Watusi, aunque todas las quinielas daban ganador a Vinuesa por 1936.
Pero es que esto de los premios y “los mejores” -como apuntó la maravillosa Petra Martínez, Max de Honor y verdadera emoción de la noche- , “debería ser como un bingo, porque la nominación ya es un premio. Y luego, que la suerte ya decida”. Entregado por su hija, Petra habló en primera persona del plural con su Max para 2 entre las manos, relatando esa vida de teatro y lucha durante 60 años junto a su amor y compañero, encima y fuera del escenario, Juan Margallo, confesando “lo felices que han sido y “lo contento que estaba con la noticia del premio”. Un Max que no ha podido recogerse en pareja “por esa putada que es la muerte” y que pilló a Margallo el pasado marzo. “Es una putada morirse, pero peor es quedarse viva cuando se te muere alguien tan querido”. Entonces, todo el auditorio del Gayarre en pie, aplaudiendo con lágrimas en los ojos.

Farra recibió su reconocimiento al mejor espectáculo musical para público familiar, recibiéndolo con alegría y alboroto.
Y no faltaron las menciones a la importancia del teatro, del amor y de la paz, tan necesaria en estos tiempos de guerra.
Para terminar, el folklore-tecno de CastaZabal cerró la gala con una puesta en escena moderna. Tan moderna como esa IA que va copiando textos sin permisos ni derechos, apropiándoselos, carente de talento… Según nos advirtió Antonio Onetti, presidente de la SGAE y Juan José Solana, presidente de la fundación SGAE, anunciando que para los próximos Premios Max “iremos a un templo sagrado”; al teatro Romano de Mérida…
Hasta entonces, nos queda el regusto de estos Max pamplonicas que, con sus Sanfermines a la vuelta de la Estafeta, han demostrado su buen gusto por la danza, el circo y el teatro.
Eskerrik asko Iruña! Hasta la próxima!
Mariló C. Calvo