PEQUEÑAS CARTAS INDISCRETAS: Palabras deslenguadas
Hubo, en los años 20 del pasado siglo, un caso muy curioso que ahora retrata Pequeñas cartas indiscretas pero que estuvo muchos años olvidado. Cierto es que ocurrió en una localidad costera inglesa, Littlehampton, que regularmente cuenta con pocos habitantes, 25.000, y en los momentos en los que este incidente tuvo lugar fueron dos de esos habitantes quienes centraron la atención del pueblo.
Esas dos personas fueron Edith Swan (interpretada por Olivia Colman) y Rose Gooding (Jessie Buckley). La primera era una mujer devota entregada a la religión y a su familia, sobre todo a su padre, Edward Swan (Timothy Spall), que es quien la guía en el buen cumplimiento de las normas más estrictas de comportamiento y de cuanto la iglesia requiere, dentro y fuera de ella, para ser un buen practicante. La segunda es una chica progresista con un pasado difícil y una hija a la que está sacando adelante sola, una joven resuelta que se lleva bien con todo el mundo. O eso es lo que pensaba cuando llega al pueblo y empieza a asentarse en él.
De hecho, Edith se convierte en su mejor amiga nada más llegar allí, pero las cosas se acaban torciendo y cuando empiezan a llegarles cartas obscenas a los habitantes de la localidad las sospechas de la autoría recaen sobre Rose, que es acusada y encarcelada debido al escándalo que se está generando en el lugar.
Pero hay alguien que no ve claro que sea ella la culpable: la agente de policía Gladys Moss (Anjana Vasan), una principiante, cuyo padre ya fue una leyenda en la comisaría, a la que no toman demasiado en serio. Ella sabe que está siguiendo la pista correcta y aunque sus superiores no la tengan en cuenta y no quieran que realice tareas que no le competen, se empeña en resolver el caso porque no quiere que Rose siga sufriendo. O que le suceda algo peor. Lo malo es que a Gladys no le va a resultar nada fácil demostrar su teoría, va a tener que lidiar contra todo y contra todos para probar que está en lo cierto.
Pequeñas cartas indiscretas ha sido un éxito en la taquilla inglesa. Y no es de extrañar, porque es una película deliciosa. No estamos ya acostumbrados a ver ese tipo de cine que tantas alegrías nos daba en los años 90, pero los espectadores que tuvieran la rutina de acercarse a las salas a ver producciones del país vecino recordarán con deleite los buenos ratos pasados entonces al ver esta que ahora se estrena.
Y no sólo por los actores con los que cuenta. Ya sabemos que los intérpretes ingleses son excepcionales en cualquier género, sobre todo en drama y en comedia, pero es que el guión es muy brillante. Mezcla los dos ya citados con el suspense y el resultado es una progresión narrativa tan fabulosa como adictiva. No puedes parar de ver el enfrentamiento entre las dos protagonistas, además de la reacción de los personajes que van recibiendo esas Pequeñas cartas indiscretas. Pequeñas por su tamaño, e indiscretas… relativamente, porque ante la magnitud de su explícito e hiriente contenido van siendo la comidilla del pueblo.
Y todo contado con un ritmo admirable, un humor inglés que ya es famoso a nivel mundial y dos actrices que, aunque no sean estrellas, al menos no en nuestro país, son un auténtico reclamo para los espectadores más cinéfilos. Ver juntas a Olivia Colman y a Jessie Buckley es un espectáculo. Tienen un carisma apabullante gracias al cual llenan la pantalla. Da igual lo que digan o lo que hagan, por mucho que aquí lo que digan hiera los oídos, ya que lo que dicen y lo que hacen es digno de aplauso. Cada escena es mejor que la anterior y en su conjunto logran una película disfrutable que nos divierte y nos enseña qué ocurrió en esa localidad que quedó tanto tiempo olvidado y por fin hemos podido conocer. Un caso que tuvo a la policía en vilo y que mantendrá al público encandilado en su butaca hasta que la investigación concluya. Y la película lo haga también.
Silvia García Jerez