PEPÓN MONTERO: La comedia o funciona o no
Pepón Montero es el director de la comedia española de principios de año: Los del túnel. Todo un desafío para un nobel que tiene detrás a Camera Café como brillante pasado al que acercarse y a Villaviciosa de al lado como el taquillazo español más cercano al que intentar superar para continuar con las buenas cifras del género en nuestro país. La Cronosfera habló con él sobre una película coral que gira en torno al personaje del televisivo, e intérprete de la cinta de las navidades, Arturo Valls.
La Cronosfera: Se dice que Los del túnel es una película muy original, ¿por qué crees que es?
Pepón Montero: Por la premisa, el arranque. ¿Qué ocurre cuando termina una película de catástrofes? ¿Qué pasa con esos personajes? La premisa en sí mismas es original. Es la anti épica. Es ver lo que pasa con ellos en el día a día. Luego también, podíamos haber elegido al policía, al héroe, pero no, elegimos al tonto, al último del grupo y además hicimos que ese personaje pasase por una crisis existencial. El gracioso, que pase por una crisis de los 40. Y luego el tono y el tempo de la película creo que son un poco diferentes. Pero no es buscado, es que la manera de contar la historia es como ha surgido. Es fijarnos en los detalles más mezquinos del ser humano y reírnos de eso. En los pases con público mucha gente, más que sentirse identificada, se siente aludida.
L. C.: ¿Y cómo nace la idea de hacer esta película?
P. M.: Nosotros escribimos el primer año de Camera Café, Juan Maidagán y yo, y ahí conocimos a Arturo y estuvimos hablando de hacer una película juntos. Pero pasaba el tiempo y no llegaba.Hasta que hace tres años me dijo que iba a producir y que nos pusiéramos a escribir. Y teníamos esta idea que nos hacía mucha gracia, y teníamos pensado el primer minuto de la película. Al ir tirando del hilo del personaje nos llevó la historia hacia caminos que ni nos esperábamos. Al final habla de muchas cosas, como del sentimiento de pertenencia al grupo, el rechazo, lo que significa ver a la gente brillar y que tú no brilles, de la aceptación…
L. C.: Arturo Valls, a nivel de producción, ¿os ha dado alguna indicación?
P. M.: Nos ha dado mucha libertad. Él siempre dice que cuando se planteó ser productor no quería ser uno de los que se interponen. Los guionistas siempre se quejan de que les cambian cosas y él no quiso hacerlo, y no lo ha hecho. También hablamos del casting, pero siempre respetando mucho. De hecho, aceptó la idea que teníamos de hacer un casting que tuviera mucha verdad. Rodearlo a él, como una cara famosa, de actores que dieran mucha vida, porque normalmente los productores quieren llenar las películas de caras famosas y que el póster venga con nombres.
L. C.: Es decir, que su personaje siempre fue el eje central y a partir de ahí se crearon el resto de las situaciones.
P. M.: No, salieron todos a la vez, salieron del túnel todos. (Risas) Es más, cuando empezamos a escribir el guion tiramos hacia el policía. El policía iba a ser el protagonista, pero nos dimos cuenta de que eso era un estereotipo. Cuando nos dimos cuenta vimos que teníamos al comerciante de Camera Café, el cachondo metepatas, y lo metimos en el túnel. Pero en el fondo salieron todos a la vez. Además, en todas las películas el cargante este siempre sale y siempre se muere, pero en este caso lo salvamos.
L. C.: Esta comedia tiene mucho de drama, ¿en algún momento os planteasteis que fuera un drama?
P. M.: No, no sabemos escribir otra cosa que no sea comedia. Yo es que creo que la comedia no es un género, es una manera de ver la vida. Un punto de vista para las historias. Nosotros sabemos que estamos contando un drama, una crisis existencial o lo que sea, de un idiota, la tragedia de un idiota, pero las cosas en las que te fijas a la hora de contarlo es lo que lo convierte en comedia. Si subrayas ciertas cosas lo conviertes en drama. Las grandes comedias de la historia del cine son dramas. Y es verdad que en esta película a veces se te congela la sonrisa.
L. C.: Al tener un reparto tan grande, ¿cómo los has dirigido?
P. M.: A mí me gustan mucho los actores. Sí que es verdad que los días de catorce alrededor de una mesa eran duros, porque demanda un poco más. Ensayamos dos o tres semanas antes de rodar y de cara al rodaje lo teníamos todo en su sitio, porque ahí no te puedes plantear jugar e improvisar.
L. C.: Quería preguntarte específicamente por un actor que me entusiasma, que es Manolo Solo.
P. M.: Es buenísimo. Se va a llevar el Goya este año. (Está nominado como mejor actor de reparto por Tarde para la ira)
L. C.: Ojalá. ¿Cómo ha sido trabajar con él?
P. M.: Bien. Lo conocimos hace tres años. Hicimos un piloto de una serie por nuestra cuenta. Llamamos a varios actores, le mandamos el guion, le gustó y vino. Y ya nos hicimos amigos y quedábamos de vez en cuando y al surgir la película pensé que este tío tenía que tener un papel. Y, la verdad, le hemos dado un papel pequeñito para lo bueno que es. Él se merece un papelón. Si hacemos más…
L. C.: ¿Qué fue lo más difícil de rodar?
P. M.: Las mesas con catorce actores. Aunque parezca mentira. Es verdad que la primera secuencia, con la grúa y tantos figurantes son complicadas pero eso le compete más a producción y a los ayudantes de dirección, pero para mí, tanta gente hablando en una mesa… Y luego las escenas de la tienda de fotocopias. Teníamos dos días para rodar todo lo que pasa ahí dentro y con tres actrices en un espacio muy estrecho. Fue duro, y eso que las tres son buenísimas.
L. C.: ¿Y la idea de rescatar a Los Pecos?
P. M.: De esas ideas que surgen y no sabes por qué. Teníamos la idea de que se le quedara atascado un disco en el coche y que eso funcionara como una banda sonora extra. Él sufriendo su crisis y que cada vez que tuviera que montar en el coche, la música esta tan sentimental intensificara sus sentimientos, y cuando dimos con Los Pecos, nos dijimos: claro, son perfectos.
L. C: ¿Cómo es que ni a nivel de industria ni muchas veces a nivel de público la comedia se toma en serio?
P. M.: No lo sé, pero es una cosa histórica y mundial. No es solo de aquí. No lo sé. En el fondo no es solo la crítica, sino realmente el público también. Muchas veces la gente dice cuando va a ver una comedia: «Me he reído un montón, no está mal» Hombre, ya solo si te has reído un montón está bien, ¿no? No se aprecian, solo cuando tienen un mensaje está uno obligado a decir que eso es bueno. Tienen una coartada que la comedia no tiene. La comedia o funciona o no.
Silvia García Jerez