OTRA RONDA: Alcohol a modo de gasolina
Otra ronda es una de esas películas que van creciendo y madurando desde que comienzan hasta que acaban, como el buen vino, valga la comparación, para ir convirtiéndose en una exquisitez tan rotunda que sea evidente que es de lo mejor del año.
Lo del vino viene a cuenta de la historia que nos propone, la de cuatro profesores de instituto que en la celebración en un restaurante del 40 cumpleaños de uno de ellos, sale a relucir la teoría de un filósofo noruego de que nacemos con un déficit de 0.5% de alcohol y que todos los días habría que beber el suficiente para equilibrar esa pérdida. La cantidad resultante de ese líquido diario sería un par de vasos de cerveza, o de vino, aproximadamente.
Los cuatro, después de sopesar la idea de llevar a cabo el experimento entre ellos, efectivamente, lo ponen en marcha.
En breve notan los efectos, que ellos consideran beneficiosos, de entregarse a la bebida con alcohol en días laborables, que es lo estipulado, nada del fin de semana, que esto no es para divertirse sino para nivelar con algo artificial aquello que la naturaleza no administró. Efectos que los llenan de felicidad y de un mayor rendimiento en sus aulas a la hora de trabajar.
Porque claro, tienen que beber en sus horas de trabajo, algo que disimulan con botellas de agua cambiando su contenido. Y rápidamente sus fuerzas aumentan hasta el punto de decidir que si se eleva la cantidad que ingieren cada día, ésta tendría que darles porcentajes más altos que los que ahora notan.
Pero todo tiene un límite, y si no se sabe controlar, puede acabar desbocado. Los cuatro amigos tendrán que tener cuidado con las consecuencias de llevar a más un experimento que no pide ingredientes adicionales, por mucho que parezca que están tomando la decisión adecuada.
Otra ronda es la película que competirá por Dinamarca en los Oscar 2021 y todo parece indiciar que, siendo la gran favorita en la categoría de Mejor Película Internacional no le será difícil alzarse con la dorada estatuilla, a la que también opta su director, Thomas Vinterberg, pero ese ya será más complicado que lo gane, aunque no por falta de méritos.
La de Thomas Vinterberg como director es una de las nominaciones más acertadas de la presente edición, porque Otra ronda es un prodigio en ese sentido.
La cinta camina en una finísima línea entre el ensalzamiento de la bebida como gasolina para poder funcionar al nivel que se espera de uno, como si quienes no beben no tuvieran la posibilidad de lograr un normal comportamiento sin un empuje artificial corriendo por la sangre, y el mensaje de que se puede y se debe conseguir sin el estado de embriaguez porque de no hacerlo vas a perder mucho más de lo que podías alcanzar.
Es peligroso que el cine dé, en un mundo tan alcoholizado como el nuestro, en el que si no bebes con los amigos o la pandilla no te integras, en el que el héroe en el instituto es que el que mayor pedo se pilló el fin de semana y lo cuenta, o en el que el mejor plan posible es emborracharse cuando pasa algo que nos alegre, ya sea una graduación o que gane nuestro equipo de fútbol, es peligroso como digo, que el cine apoye estos comportamientos tan arraigados en la sociedad.
Pero lo que Otra ronda hace es optar por celebrar la vida, y relativizar su oscuridad. Todos sabemos que pasarse con las medidas es perjudicial, que si comes mucho de aquello que no sea sano vas a terminar enfermando y también conocemos casos de personas que cuando se exceden con la bebida dejan de ser ellos mismos para salir peor de lo que entraron en el plan de pasárselo bien que se propusieron. Los comas etílicos no son buena compañía.
Otra ronda expone esta tendencia a justificar la bebida y la retrata con los contrasentidos que también tiene. No hay lado bueno sin su lado malo. Y Thomas Vinterberg nos lo dice, por momentos lo grita, subrayando el error cometido una vez que éste queda en evidencia, con una brillantez que nos deja asombrados.
Su dirección proyecta la tensión con la que ellos lo viven y nos la transmite para que la sintamos desde nuestra butaca. Nos hace partícipes de sus actos para mostrarnos una realidad que no está tan lejos de la nuestra, solo que en el cine aún no estamos borrachos. Podemos reconocernos en unos hombres que parecen controlar lo que se proponen, pero todos somos humanos y la adicción nos transforma en quienes no somos. O en quienes somos pero no queremos ser.
Vinterberg nos lleva de la mano al corazón del abismo, y nos asoma a él para que sepamos que o actuamos a tiempo o no habrá vuelta atrás en el viaje. Escribe el guión junto a Tobías Lindholm y firman una aventura tan angustiosa como esperanzadora.
El protagonista de la misma es Mads Mikkelsen, con el que ya trabajó en La caza, otro film incómodo que también estuvo nominado al Oscar, cuando la categoría era Mejor Película Extranjera. Aquí ambos se superan y logran una película superlativa con la que primero consiguen interesarnos por su plan y después que rechacemos la deriva que éste toma.
Otra ronda hace contigo lo que quiere, también en eso es admirable. Te lleva por caminos que hemos transitado en otras películas donde el alcohol manda, pero lo hace con el estilo de un director único, de alguien que sabe que lo que ves es lógico cuando se traspasan líneas inconvenientes pero que en realidad te está dando un enfoque único, del que vas a salir extasiado.
Y de hecho así es, porque se ha hablado mucho de su secuencia final. Hablado y alabado. Por supuesto sin desvelarla, pero animando a descubrirla por su elevado valor cinematográfico. Y sí, lo tiene. Cuando estamos ante su secuencia final, que intuimos porque no puede ser otra, nos dan ganas de aplaudir, de darle a Vinterberg el Oscar al que está nominado y que tanto merece, de recomendar la película para que todos vibren con las mismas sensaciones.
No por su secuencia final, claro está, ésta solo sella un trabajo que cuando vemos completo, entendemos que haya tenido tantísima buena acogida, porque Otra ronda es una película valiente que se acerca a las debilidades de los hombres para plantearles si de verdad pueden combatirlas. Y esa contienda entre naturaleza y raciocinio es un deleite para quienes sabemos que el cine solo quiere hacernos mejores personas. Y a veces hasta lo consigue.
Silvia García Jerez