NO TENGAS MIEDO: Terror en tu habitación
No tengas miedo es, para los amantes del género de terror, un auténtico acontecimiento. Y lo es porque se trata de la ópera prima de Samuel Bodin, creador y responsable de la serie francesa Marianne, que en 2019 revolucionó la plataforma Netflix por la destreza con la que Bodin planteaba el mundo de la brujería en la narrativa de los 8 episodios que la componían. Unos con más acierto, otros con menos, pero de una potencia evidente que hablaba muy bien de lo que podía ofrecer en próximos proyectos. Su manera de dirigir una historia que en otras manos podría haber quedado excesivamente rutinaria llamó la atención del mundo, la serie se volvió viral y se ganó un prestigio que hoy hace que se le preste a No tengas miedo una atención impropia de una primera película.
Lo cierto es que tampoco el argumento de la presente es especialmente brillante: un niño, Peter (Woody Norman), vive atormentado por el día debido al acoso escolar que sufre en el colegio por parte de Brian (Luke Busey) y su pandilla, y por las noches por los ruidos que escucha tras la pared de su dormitorio. Sus padres, Mark (Antony Starr) y Carol (Lizzy Caplan), se toman su angustia a la ligera y le dicen que nada de lo que oye es real, que todo está en su imaginación.
Pero Peter sabe que lo que él dice es verdad, incluso comienza a entablar conversaciones con la voz que se esconde tras la pared. El enfado de sus padres va a más, y con los problemas que tiene en el colegio, que generan otros mayores, tanto Mark como Carol optan por la única solución que ven plausible: el castigo definitivo de encerrarlo en el sótano. Ese será el comienzo de una pesadilla que tendrá que vivir en su propia casa, en la que en ningún momento, como acabará comprobando, puede sentirse a salvo.
No tengas miedo tal vez empiece de una manera poco atrayente, demasiado de manual, mostrando situaciones mil veces vistas en este tipo de películas… pero aquí nada es lo que parece y si pensabas que te ibas a aburrir y que estabas ante otro film del montón, estás muy equivocado. Si has visto Marianne puedes intuir que Samuel Bodin no va a caminar por derroteros conocidos y por lo tanto en cualquier momento pueden cambiar los parámetros en los que piensas que la película se va a mover.
Y cambian. De repente, No tengas miedo se vuelve asfixiante. Su atmósfera de película que transcurre en Halloween va a dejar de ser un tópico tras otro para girar hacia un universo desconocido en el que no sabemos a qué enfrentarnos como espectadores. Porque los elementos con los que juega la película van empezar a ser distintos y lo que en un principio parecía obvio se convierte en terreno pantanoso y nuestro suelo se tambalea.
Y hay que reconocer que Bodin nos lleva por donde quiere, lo cual es fantástico para la buena evolución del género en la cinta. Los momentos inquietantes se suceden y somos presa de la pericia de un director que sabe lo que hace y cómo quiere hacerlo. Llegar al nivel de James Wan es complicado pero No tengas miedo consigue que lo pasemos mal, así que a lo mejor su talento no está tan alejado del del creador de Saw e Insidious. Incluso, yendo aún más lejos, No tengas miedo guarda reminiscencias con aquel cine de terror japonés que tan bien funcionó a finales de los años 90. Y afirmar eso sitúa a Samuel Bodin, y a su primer largometraje, en un lugar de privilegio dentro de un mercado tan abarrotado como es el del cine de género, porque en realidad, por muy taquilleras que sean sus películas, no hay tantas que resulten memorables.
Y si, No tengas miedo tiene alma de película de terror memorable. Su desarrollo, su tramo final, su imaginería, su manera de desvelar el secreto que la pared oculta, sus decisiones visuales, su sutileza a la hora de explicar de manera coherente lo imposible, todo en este film es un acierto. Si entramos en la sala esperando pasar miedo y lo pasamos, el objetivo estará cubierto, pero es que en este caso se sobrepasa hasta límites extremos. La angustia nos atenaza y el ‘qué pasará a continuación’ nos petrifica. No tengas miedo da mucho miedo.
Silvia García Jerez