Muñeco Diabólico (2019): Sorprendentemente tóxica
Muñeco Diabólico (Child´s Play) es una consistente muestra palpable de lo que significa verdaderamente reboot, concepto este que ha relegado a un segundo plano a lo que antes conocíamos como remake, ya que ahora este último término en cuestión se aplica a películas insustanciales que con cambios mínimos quieren reverdecer laureles de éxitos pasados, casi siempre sin llegar a conseguirlo. Evolución, mentira, marketing. El director Lars Klevberg, responsable del corto de terror Polaroid, y de su posterior remake en clave de largo, ha conseguido con esta nueva inmersión en el universo de Chucky dar al botón de reset (como decimos, en clave reboot) para llevarnos por otros caminos más terroríficamente críticos, tecnológicos, y quizá educacionales, haciéndonos las siguientes preguntas: ¿quién es aquí el muñeco? ¿Quién es ahora un juguete en manos de otros? Todo ello, que quede claro, desde lo sanguinolento, el humor negro y las ganas de contar realmente algo.
De lo que creara específicamente Don Mancini, al alimón con Tom Holland, allá por 1988, no es que quede mucho en esta nueva, y acertada, mirada a las tribulaciones del gemelo no reconocido de Pedro Piqueras, pero sí que podemos localizar mil imágenes que, pretendidamente o no, nos hacen recordar la primera aventura macabra de un muñeco poseído por el alma de un peligroso maleante que se las hacía pasar francamente mal a una madre, su hijo, un experto en vudú y a un, decidido y descreído a partes iguales, policía. Y ahí queda la cosa. En Muñeco Diabólico (Child´s Play) hay madre, hijo y policía, aunque ni rastro de magias negras, pero sí referencias, abiertamente reviradas, malsanas, a, entre un amplio catálogo, E.T . El Extraterreste (se mantiene la sudadera roja con capucha y el dedo luminoso, pero el amigo de otro mundo no es precisamente afable), Cortocircuito (el fallo de sistema muta en hackeo revanchista), Déjame Entrar (la fiel amistad vampírica se transforma en peligroso aprendizaje emocional cibernético) o Gremlins (no es aquí el perro el que tiene problemas con las luces de Navidad). Lo de Terminator 3: La Rebelión De Las Máquinas y Terminator: Génesis es ya más que evidente. Como evidente es la intención que tiene Muñeco Diabólico (Child´s Play) de hacernos reflexionar sobre lo mal que lo estamos haciendo los seres humanos en cuanto a nuestra forma de vivir el capitalismo, de relacionarnos de manera nada empática con nuestros congéneres, del destierro al que hemos condenado a la enseñanza de valores realmente importantes, vamos, siempre pensando que todo es un juego de niños sin consecuencias, y va a ser que no.
Muñeco Diabólico (Child´s Play) tiene algo también del mito de Frankenstein. De asumir la responsabilidad de guiar a los que vinieron después de nosotros, y no limitarnos a engancharlos a cuanto cachivache moderno se cruce por la retina gracias a la omnipresente publicidad. No se queden en el anuncio, la vuelta del maligno pelirrojo de goma es muy atractiva y atrayente. Estamos ante un divertido e interesante regalo envenenado, aunque haya alguna que otra vez en la que el envoltorio parezca made in China.
Luis Cruz