MI AMIGA EVA: Cesc Gay se viste de Woody Allen

Mi amiga Eva es el último trabajo del director y guionista catalán Cesc Gay, un autor espléndido que es el responsable de cintas míticas como En la ciudad, Una pistola en cada mano, Truman o Sentimental. Casi nada. Le acompaña en las labores de guión Eduard Solá, uno de los imprescindibles del oficio que sólo en el 2024 firmó, junto a los correspondientes directores -o directoras- de sus títulos, varias obras maestras, tales como Casa en llamas, El bus de la vida, La virgen roja y la serie Querer. Con semejantes responsables al frente de Mi amiga Eva no podía salir una mala película. Y no lo es. Todo lo contrario.

Mi amiga Eva es una delicia amarga, pero una delicia al fin y al cabo. Nos cuenta la historia de Eva (Nora Navas), una mujer madura, de 50 años, con una vida familiar asentada en Barcelona, con un marido (Juan Diego Botto) y un trabajo consolidado que la ha llevado de viaje a Roma. Y será en la Ciudad Eterna, en su habitación del hotel, donde despistada y confundida dé con su huésped contiguo, Álex (Rodrigo de la Serna), al que sin querer encuentra en una situación íntima, propia de la persona que está hospedada también allí. Ambos están en Roma por trabajo y entablan una curiosa relación de vecinos de hotel que llevará a Eva a ilusionarse con ese encantador y entregado extraño.

Tal circunstancia supone un terremoto en la vida de Eva. Un terremoto emocional que afecta a su vida en general y a su matrimonio en particular, ya que esa chispa que ha encendido Álex en su corazón determina el punto de partida para que Eva quiera cambiar de vida, quiera volver a enamorarse y salir de una rutina que no es capaz ya de llenarla. Y Álex sin estar presente, porque tras ese viaje de trabajo él tuvo que marcharse de nuevo a su Buenos Aires natal, y ella a la Barcelona en la que viva, con la promesa de volver a ver a Eva en cuanto le fuera posible. Y esa promesa es la que acaba desestabilizando su existencia.

Rodrigo de la Serna y Nora Navas

Mi amiga Eva es una comedia agridulce que funciona como una radiografía perfecta de la cara oculta de la madurez de las mujeres, esa que, digámoslo ya, es un verdadero tabú en una sociedad repleta de ellos. Los deseos de las mujeres nunca han contado para una sociedad machista en la que el hombre siempre ha decidido por la familia, esposa incluida, y ahora que el mundo está cambiando parece que sólo lo hace para la juventud, mientras que las mujeres de mediana edad siguen estando invisibilizadas. Tanto ellas como sus deseos. Y lo cierto es que también las mujeres mayores tienen una vida que no quieren desaprovechar si ven la ocasión para disfrutarla.

Por eso Mi amiga Eva es un acierto. Y una película novedosa, porque las mujeres mayores no suelen tener el protagonismo en las historias que vemos en el cine. Aunque gracias a su guionista, Eduard Solá, vimos el año pasado la fabulosa Casa en llamas en la que Emma Vilarasau interpretaba a una mujer madura que tomaba, por una vez -¡y qué vez!-, las riendas de su vida. Solá firma de nuevo una historia en la que la mujer madura es el centro de atención de los personajes que la rodean y del público que la contempla desde su butaca.

Y además es una mujer real. Tanto, que puede resultar algo irritante, pero hay que reconocer que Nora Navas salva con verdadero encanto, y talento, la fina línea que separa el personaje insufrible de aquel que requiere toda la compresión posible ante un día a día que la desborda. Porque Eva es una mentirosa compulsiva, pero de mentiras piadosas con las que pretende quedar bien en todas las situaciones posibles y ante aquel que tenga delante. Si cree que tiene que decir una cosa la dirá, aunque no sea cierta, para crearse, aunque sea momentáneamente, un colchón de confort que la salve de una opción que ella considera que la hará quedar peor. No es maldad, es supervivencia. Al menos en su mente. Al menos, para ella.

Por eso Nora Navas está tan bien en Mi amiga Eva. Es un papel complicadísimo que ella eleva dándole una humanidad totalmente reconocible. Por mucho que nos exaspere, cuánta gente no conocemos que se comporta, que actúa, igual que ella. A montones, seguro. Nora Navas tiene un personaje precioso entre manos, uno de los más completos y complejos de su carrera, y lo saca adelante con una brillantez digna de la actriz superdotada que siempre ha demostrado ser.

Así las cosas, parece claro que Mi amiga Eva es una comedia con altibajos dramáticos. Sí, nos reímos mucho, también en medio de situaciones conflictivas en las que la risa proviene de las reacciones a lo que se vive, pero también lo pasamos mal por una mujer que no está disfrutando de su presente y que añora una vida que en realidad no tiene. Es puro Woody Allen. Es como si Woody Allen hubiera poseído a Cesc Gay y a través de él hubiera compuesto esta sinfonía de sonrisas y lágrimas en Barcelona, en lugar de en Nueva York, en las que todo está bien, nada chirría y el conjunto acaba siendo una delicia.

Silvia García Jerez

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