MARISOL: LLAMAME PEPA – Las tribulaciones del ídolo
A Pepa Flores le rodea el enigma desde que en 1985 tomara la decisión de desaparecer del mundanal ruido de la farándula y las artes que le habían dado de comer bajo el nombre artístico de Marisol. Que el prototipo de niña prodigio española durante los años 60, que enamoraría a varias generaciones en los países de habla hispanoamericana con películas y canciones que se imprimieron en la memoria colectiva como «Tómbola», «Corazón Contento» «Háblame del Mar Marinero» etc. diera un cambio radical a su vida, y se haya mantenido en esta posición hasta ahora, (ni siquiera para recoger el Goya de honor que le otorgaron en 2020) augura siempre expectativas ante todo lo que se publique sobre ella.
No nos hagamos ilusiones. Para este documental bajo la direccion de Blanca Torres que se estrena ahora en cines, tras su paso hace dos meses por el Festival de la Málaga natal de la protagonista, tampoco se pudo lograr que apareciera Pepa Flores. Pero queda su bendición, que le consta a la directora, así como de los más cercanos, como su hermana Victoria (Vicky) quien también aparece con sus testimonios. Supliendo esta ausencia, en el documental se goza de un reparto coral de testimonios que imprime una visión preeminentemente femenina frente a la que ha podido darse siempre de modo superficial o idealizado. Los hay de su faceta más profesional como Fernando Méndez Leite o Enrique Cerezo, pero también hay fans variopintas como las políticas Esperanza Aguirre y Cristina Almeida, las escritoras Elvira Lindo o Marta Sanz, o la ex ganadora de Operación Triunfo Amaia Romero.
El hilo conductor es una voz en off interpretando a una Marisol niña o más adulta, lo cual ayuda a meterse en los pensamientos y el personaje. Además, hay una interesante selección de documentos videográficos y sonoros de los archivos de países de todo el mundo, que incluye a Japón donde su «Me conformo» fue un verdadero éxito. Se empieza cronológicamente por el testimonio de Marisol en sus primeras actuaciones artísticas en el estadio Bernabéu con motivo de las demostraciones de coros y danzas de la Sección Femenina bajo la atenta y admirada contemplación del propio Generalísimo. A eso seguiría la apuesta por ella y la composición del personaje, que encarnaría al modelo de niña ideal del franquismo que propagaba felicidad y belleza. Viendo el ritmo de películas de esos años, uno no puede sino solidarizarse con la infancia robada a Pepa, donde cumplía impecablemente con las exigencias profesionales sin tiempo para la relajación o el descanso y siempre con la sonrisa en la boca hasta en la intimidad. Así lo atestigua Nines Gonzalez, otra niña a quien eligieron ganadora en concurso de dobles de Marisol, toma ocurrencia. Detrás de todo esto estaba el productor Manuel Goyanes, quien por este ritmo profesional llegó a acoger en su casa a la propia Marisol, emigrada de Málaga y procedente de una familia humilde. Es su hermana Vicky quien nos revela cómo vivió esos momentos.
Llegado a este punto el documental se adentra en la transición de niña a mujer, de Marisol a Pepa, que comienza con la boda con Carlos Goyanes, hijo de su descubridor y cuyo padre nunca vio con buenos ojos el enlace. Esta boda supuestamente feliz, que toda España siguió por televisión queda desmentida demoledoramente con el foco en las imágenes del rictus serio de la novia en esos momentos y posteriores años. La separación de Carlos y el ansia de Pepa de ampliar horizontes artísticos le llevó a otra etapa vital, emparejada con el bailaor Antonio Gades. Sólo 10 años después la veríamos casarse en Cuba apadrinada por el mismísimo Fidel Castro. El retrato y figura de un Gades que enamora a Pepa, pero que la opaca y que se revela como un machista de libro, es desvelado vía el testimonio de la bailaora Cristina Hoyos. También es a Gades a quien siempre se achacó la influencia en la ideología comunista de la que Pepa y el serían estandartes en la época de la Transición, pero en el documental se reivindica la personalidad propia de Pepa en estas cuestiones.
En la película también hay protagonismo para el hito del famoso desnudo de la revista Interviú, vendido como símbolo del cambio español del franquismo a la democracia y libertad. Conocemos la intrahistoria de estas fotos, que se revela sorprendente. Además de este disgusto, se relatan los avatares de Pepa Flores intentando buscar un lugar artístico más arriesgado con películas de directores de más prestigio intelectual, asi discos de más trasfondo social e intelectual. Lo cierto es que quedó desubicada y sin éxito en estos intentos y fruto quizá de ello y más factores, con nuestra protagonista en permanente conflicto consigo misma y con la fama, tras esa vida azarosa, se desemboca en su retiro.
Por último es de mencionar el papel en el documental de la triunfita Amaia en la humanización actual de Pepa Flores, contando su experiencia conociendo a Pepa Flores personalmente, en su piso de Málaga. Todo ello contribuye a la humanización del mito.
Nuestra conclusión es que el documental quizá no descubra muchos datos no conocidos hasta ahora sobre la figura de Pepa Flores, pero es interesante por dar un barniz nuevo reivindicando su figura como mujer, ejemplo de evolución y superación, algo que en estos tiempos es más vigente que nunca.
Javier San Vicente