MARGOT ROBBIE: El cisne rubio del cine americano

MArgot Robbie en EL LOBO DE WALL STREET
Margot Robbie en EL LOBO DE WALL STREET

Margot Robbie es una campeona de la vida. Es la conclusión a la que uno llega cuando observa la trayectoria que ha seguido su carrera y se fija en los altos y en los bajos que han ofrecido sus películas, elegidas todas ellas, es evidente, con un mimo exquisito aunque luego el resultado quedara lejos de lo esperado en según qué ocasiones.

Esta australiana de 27 años, que empezó haciendo series, como el noventa y nueve por ciento de los actores, saltó al cine de manera oficial cuando apareció en un pequeño papel en la comedia romántica de Richard Curtis Una cuestión de tiempo, film con Rachel McAdams y Bill Nighy que contenía pinceladas de cine fantástico.
Pero el 17 de enero de 2014 llegaría a nuestro país El lobo de Wall Street, película que la catapultaría a la fama y haría de ella un icono imprescindible para Hollywood. El momento en que Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio) ve a su Naomi Lapaglia en una fiesta para a continuación decidir que quiere pasar el resto de su vida con ella es decisivo para que luego Martin Scorsese, director del film, nos pueda ofrecer el mítico en el que detiene las ansias de sexo de su marido con la suela de su tacón en la cara.

Margot Robbie en LA GRAN APUESTA
Margot Robbie en LA GRAN APUESTA

Acababa de nacer el cisne rubio del cine americano: si el cisne negro es un concepto por el cual un acontecimiento es lo suficientemente llamativo como para causar un gran impacto y tener que analizarlo obligatoriamente más tarde, cuando dejemos de estar aturdidos por él, Margot Robbie personalizaba, con su melena rubia, ese terremoto.
Una mujer espectacular en una de las más aclamadas películas del año 2014 no podía pasar desapercibida, y comenzó a rodar títulos punteros de entre los cuales alguno fue espléndido, caso de La gran apuesta, producción de Brad Pitt que obtuvo cinco nominaciones al Oscar en la que nos acercaba complejos conceptos económicos mientras tomaba un baño de burbujas con una copa de champán en la mano, y alguna otra un fracaso estrepitoso, como Focus, film de robos y timos que protagonizó con un Will Smith en horas bajas.
La leyenda de Tarzán, poco después, no acudió en su ayuda, fue un error que cometió al preferirla por encima de Cegados por el sol, el film de Luca Guadagnino anterior a Call me by your name, remake de La piscina, con Alain Delon y Romy Schneider, cuyo papel acabó interpretando Dakota Johnson en su sustitución.

Margot Robbie en ESCUADRÓN SUICIDA
Margot Robbie en ESCUADRÓN SUICIDA

Y lo que parecía que iba a ser el exitazo del verano de 2006, la adaptación al cine del cómic Escuadrón Suicida, en la que se transformó con acierto en Harley Quinn, lo fue, pero no como se esperaba.
Su taquilla fue abundante, lejos del fracaso que algunos pronosticaron al verla, pero las críticas tanto de los profesionales de los medios como del público y de grupos de fans deseosos de comprobar el resultado pisotearon las posibilidades de Margot de convertirse en la reina de la temporada como sí le ocurrió posteriormente a Gal Gadot con Wonder Woman.
Pero su personaje lo fue en cuanto a caracterización. Nadie podrá discrepar sobre el esfuerzo que la película realizó en que Harley Quinn fuera su estrella, a pesar de la publicidad de que el Joker de Jared Leto había disfrutado mientras se rodaba. Pero ese Joker, de escasa presencia en la cinta, y sin demasiado sentido tampoco, admitámoslo, no eclipsó el talento que Margot demostraba tener tras el maquillaje, la peluquería y el vestuario del mejor personaje de una película de la que se esperaba mucho más que un solo acierto.

La auténtica Tonya Harding y Margot Robbie, interpretándola, en YO, TONYA
La auténtica Tonya Harding y Margot Robbie, interpretándola, en YO, TONYA

Pero dicen que cuando te esfuerzas, llega la recompensa. Y para Margot Robbie ésta ha sido rápida. Porque el ramo de flores en forma de nominación al Oscar se le ha presentado con su siguiente proyecto, Yo, Tonya, película que además estrena la faceta como productora de la intérprete.
También aquí hay un inmenso trabajo de caracterización, además del entrenamiento real que llevó a cabo para patinar sobre el hielo, aunque no lograra hacer el triple axel que eleva a Tonya a la fama, y para el que se requirió la ayuda del CGI en la pantalla.
Pero físicamente, para acercar el parecido de la actriz a la patinadora Tonya Harding, de nuevo maquillaje y peluquería resultan ser apoteósicos, aunque no haya nada que hacer al respecto a la altura (Tonya medía 1,55 y Margot llega hasta el 1,68) pero ese no es ningún inconveniente para que Robbie sea capaz de regalarnos la mejor composición de su carrera.
No es fácil que un actor desaparezca en un personaje y a Margot Robbie le ha pasado con este. Cuesta identificarla. En Yo, Tonya muta hacia una mujer sin glamour en el presente narrativo de la historia, en el tiempo en el que nos la cuenta. Porque en el tiempo pasado en el que ésta transcurre, su Tonya intenta por todos los medios alcanzar ese nivel de glamour que resulta imprescindible para arrancarle al jurado las notas altas que necesita cosechar. Y esa dicotomía, ese querer y no poder, también la borda Robbie.
Margot logra presentarnos en la película a una chica llena de capas, de recovecos, de luces y sombras, de indecisiones que la vida no le deja solventar. Un personaje tan contradictorio es un regalo para un actor, pero éste también ha de saber darle la multitud de dimensiones que en guion se le ofrecen. Y precisamente por conseguirlo, Margot se merece un Oscar que triste y probablemente perderá.
Pero Margot Robbie va a consolidar su nombre en una industria que hasta ahora la tenía como niña mona. Ella, al igual que le ocurrió a Charlize Theron, ha querido salir del encasillamiento de mujer perfecta y ha buscado personajes en los que su físico, por raro que resulte, no sea lo importante.
En el horizonte, la Reina Isabel I de Inglaterra, junto a Saoirse Ronan, en Mary Quenn of Scots, el thriller Dreamland y una posible colaboración con Quentin Tarantino si su película sobre Charles Manson se hace realidad en medio de la oleada de acusaciones que el director está recibiendo y que podrían perjudicarle hasta el punto de no poder rodarla. También volver a interpretar a Harley Quinn en varios proyectos sobre el personaje, secuela de Escuadrón suicida y spin-of incluidos.
Pero Margot Robbie sabe que hay un antes y un después de Yo, Tonya en su vida. Y con razón. Ha puesto el alma en un film sobresaliente en que el que su trabajo es una pepita de oro en medio de un baño de cine apoteósico, que merece la pena por ella y más allá de ella. Una cinta que la pondrá en el pedestal de gran actriz al que siempre ha pertenecido y en el que siempre ha merecido estar.

Silvia García Jerez

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