Manuel Velasco: la comedia romántica es reírse de nuestros fracasos sentimentales
El tren de las 22:27 se representa cada viernes, en los Teatros Luchana de Madrid. Sus vagones salen de la capital en dirección a Barcelona, y en él viajan ocho personajes. Algunos se conocen, otros no, aunque lo harán, y en ese trayecto, que finaliza a la hora indicada en el título, vamos a sumergirnos en historias entrañables, divertidas y emocionantes con las que todos nos sentiremos identificados.
Escrita por Irene Soler y dirigida por Manuel Velasco, La Cronosfera habló con él y con buena parte de su elenco para desentrañar los secretos de una función que nadie debe perderse.

La Cronosfera: La obra es muy fresca, ¿es lo que te gustaría que el público pensara de ella mientras la ve?
Manuel Velasco: Yo, cuando leí el texto que me presentó la autora, Irene Soler, que además es actriz en la obra, que hace el personaje de Susi, la alta pelirroja con necesidad de gustar físicamente a los hombres, que liga con un personaje, que liga con el revisor, que está pendiente de si el baño del tren está vacío para llevárselos, cuando me presentó el texto Irene, de lo que me di cuenta es de eso que dices tú, que es un texto muy fresco, muy actual, que habla de las relaciones humanas y afectivas de hoy en día. Que todo pasa por el móvil, que estamos obsesionados con si nos contesta o no nos contesta al WhatsApp… por eso me pareció una bonita metáfora este viaje que hacen los espectadores y los personajes, un viaje físico, de Madrid a Barcelona, pero también un viaje emocional. Los personajes no acaba ninguno como empiezan. Son prácticamente casi todos desconocidos, pero como transcurre también en Nochebuena, sin hacer ningún spoiler, se forma una nueva familia con todos estos chicos y es lo que dices tú, es muy fresco y muy dinámico porque el espectador es cómplice de todo gracias a que va pasando en tiempo real. El espectador es un pasajero más, y va siendo testigo de las tramas casi como si estuviera en el mismo tren.
L. C.: El texto, como bien has comentado, está escrito por una de las actrices, ¿habéis hablado del por qué del título?
M. V.: La verdad es que Irene es muy de números, casualidades y coincidencias, y el 27 es su número favorito. Entonces, lo primero que dijo fue que le encantaría que la obra se llamara así y que no lo cambiáramos bajo ningún concepto. La verdad es que el tren se supone que sale de Madrid a las 20:00 pero llega a Barcelona a las 22:27. Por eso es el título, porque llega entonces a Barcelona. Cuando nos llamaron de los Luchana y nos dijeron que estrenábamos el día 27 fue como de constelación cósmica. Y el primer día que hicimos la obra, que empezamos a las 21:00 y nos retrasamos tres o cuatro minutos, el primer día la obra acabó a las 22:27, con lo cual me parece tan mágica esta serie de casualidades con el texto que no queremos cambiarlo.
L. C.: Como director, ¿cómo reaccionas a la hora de tener que enfrentarte a este texto?
M. V.: A mí me gusta mucho el cine y la primera vez que leí el texto estupendo de Irene yo vi enseguida que era una película. Y como eran varios vagones, tres vagones normales y un vagón restaurante, lo planteamos como si fuera una película en la que fuéramos cambiando constantemente de secuencia. Que hubiera lo que en cine sería montaje paralelo, que en teatro hubiera algo parecido a lo que es el montaje paralelo en cine. No estamos siempre viendo un vagón y luego pasamos a otro, el espectador ha de tener la sensación de que en cualquier momento, y de hecho pasa en la obra, puede un personaje levantarse de un vagón y sentarse en otro. En cualquier momento cualquier personaje puede estar en cualquier lugar del tren. Eso nos pareció, desde el principio, muy dinámico, y creemos que al espectador le hace muy amena la propuesta. Que no piense que va a estar ahora media hora en un vagón y luego media hora en otro. No, porque va a estar aquí tres minutos y a lo mejor diez en otro, pero en seguida volveremos al anterior. Y sobre todo, la propuesta de que fuera muy dinámica a nivel escénico. Y si luego el texto está tan bien escrito y estos actores lo hacen tan bien, creo que la obra está siendo un éxito por todos estos ingredientes que tiene.
Manuel, al decir ‘estos actores’, se refiere a los que van llegando al lugar donde hemos concertado la entrevista, un conocido restaurante en el centro de Madrid. Poco a poco unos y otros van apareciendo y tomando posiciones junto a nosotros, mientras seguimos charlando.

L. C.: El hecho de que la obra sea tan coral, ¿permite trabajar el texto de manera lineal o hay que trabajarlo por parejas?
M. V.: Nosotros empezamos ensayando por parejas. Es decir, normalmente los conflictos, entre comillas, de esta función son por parejas. Pero no son solo parejas amorosas, sino también parejas de amigos, de trabajadores… Empezamos ensayando por parejas porque la primera media hora del texto más o menos es por parejas, y luego ya empezamos a hacer puesta en común. Ensayamos en casa de Cristina, que es una de las actrices, la que hace el personaje de Lena y poco a poco al final era como una fiesta en la que va entrando más y más gente. Y la obra acaba siendo una especie de gran camarote de los hermanos Marx donde todas las tramas confluyen y donde todas las tramas se resuelven. Al final todo es una gran trama y todos son partícipes de las tramas. Por ejemplo, el personaje de Mónica, que lo interpreta Tamara Rosado, el personaje de la ciega, parece que solo tiene un conflicto con ella y con su perro, y con un tal Sergio al que ella ha querido dejar, pero al final, el personaje de Raquel Ventosa, que interpreta a Silvia, también forma parte de su trama, y a la vez tiene un conflicto con un tal Javi que nunca se le pone al teléfono, con lo cual llega un momento en el que todo confluye en el vagón restaurante y todos son protagonistas de las vidas ajenas.
L. C.: Hay un personaje que es una maravilla, que es el del revisor…
M. V.: Christian Delgado, sí. Se llama David, el revisor, aunque nunca se dice su nombre.
L. C.: Es el típico personaje que ronda siempre por la obra y que todo el mundo recuerda.
M. V.: El personaje del revisor es lo que toda la vida ha sido en dramaturgia el alivio cómico. Es el eterno secundario, sobre todo en el cine español, lo que era José Luis López Vázquez en las películas españolas. Su trama no es de las más definidas, pero tiene que estar porque el espectador, una vez que ha salido dos veces sabe que cada vez que salga va a decir algo gracioso. Y todo el mundo se ríe. Con lo cual es un personaje que a nivel de gags ha ido creciendo porque nosotros leemos siempre las reseñas de las webs y comentan que qué pena que no salga más el revisor, y hay frases nuevas que estaban el último día que no estaban en la primera semana de la obra. Que hemos ido metiendo. Y gags que probamos incluso con nosotros, que pensamos en qué sería más gracioso que dijera, si esto, esto o esto. Lo vamos probando y según funciona, se queda.
L. C.: La obra se representa los viernes, y a tenor de lo que lo comentas, ¿cómo ha ido evolucionando de semana en semana?
M. V.: La obra empezó en Navidad. En Navidad estuvimos dos martes y dos miércoles. Porque la obra transcurre en Navidad, pero la Navidad no es un protagonista. Es un protagonista del estado de ánimo de los personajes, porque vuelven a casa en Nochebuena y en este año que han estado en Madrid trabajando no han conseguido todo lo que pretendían conseguir ni a nivel laboral ni sobre todo a nivel afectivo. Entonces sí que hemos notado que el público en Navidad era un público distinto porque había mucho público de fuera, que vienen a Madrid en días de diario y en Navidad los días de diario son días de fiesta, y tenían ganas de divertirse y de pasárselo bien. Ahora que estamos todos los viernes, en los teatro Luchana, ya el público es de Madrid, un público un poco más serio que quizá se emociona más en algunos momentos que en Navidad no emocionaban tanto. Porque como el teatro está vivo nosotros vamos siempre cambiando la obra en función de lo que vemos que funciona mejor con el espectador. Entonces sí que notamos que en estos pases con público de Madrid la obra es distinta, como más emocionante. Hay un monólogo que hace Tamara, en el que incluso la propia actriz se emociona, que yo siempre que estoy mirando al público hay mucha gente que llora de verdad. Y eso es maravilloso, porque la gente va a ver una comedia, pero todas las buenas comedias provocan emociones muy viscerales en el espectador. Y el llanto es una de ellas.
L. C.: Es que la obra habla de muchas cosas: amistad, novios, amantes, un poco de todo. Habla de todo el mundo y todo el mundo puede sentirse identificado.
M. V.: El gran hallazgo del texto de Irene es que es muy difícil, imposible incluso, que no haya un espectador sobre la faz de la Tierra, que no vea esta obra y no se sienta identificado con al menos una de las tramas. Yo cuando lo leí me sentí identificado en todas, incluso con la del revisor y sus chascarrillos (Risas)
L. C.: Pero además de la comedia, esta obra también tiene momentos intensos y habla de las decisiones que tomamos y de las consecuencias de esas decisiones.
M. V.: Claro, no es gracioso todo el rato porque es una comedia romántica o anti romántica, en este caso. Si tú ves las grandes comedias románticas del cine, no son graciosas todo el rato. O sea, no es graciosa todo el rato Cuando Harry encontró a Sally, o Love Actually o Algo para recordar. Tienen momentos muy dramáticos que buscan el humor y el humor siempre sale de las propias miserias. El gran cómico de la historia del cine es Chaplin y Chaplin es un personaje pobre, que no tiene para comer, que se come la suela del zapato… la comedia es reírse de uno mismo, y la comedia romántica es reírse de los fracasos sentimentales que todos tenemos y que tienen todos los personajes de esta obra.

Una vez que han llegado los actores que compartirán mesa y entrevista con nosotros, las preguntas comienzan a ser también para ellos.
L. C.: Cristina (Lena en la función), hay una frase que me ha encantado en la obra que tú misma pronuncias a propósito de los chicos que nos presentan para intentar ser nuestra pareja cuando son los únicos solteros del grupo: ‘No vas a encontrar a tu media naranja detrás de un árbol de Navidad’. Me parece una gran reflexión.
Cristina Platas: Sí, porque realmente aparece cuando menos te lo esperas. Habla también un poco de eso, de que las amigas siempre te quieren presentar a alguien y realmente no lo vas a encontrar de esa forma porque lo harás donde menos te lo esperas y cuando menos te lo esperas.
L. C.: Me gustaría que me contarais, como si no estuviera Manuel, cómo habéis trabajado con él.
M. V. (Entre risas): Muy bien, han trabajado muy bien todos y me quieren mucho
C.P: Pues muy bien, Manu tiene unas ideas muy claras, sabe lo que quiere, va a por ello a tope y saca lo mejor de todos nosotros.
Lucía Delgado (Laura en la obra): Para mí ha sido también la libertad de poder proponer mil cosas, aunque en el momento parecieran locas, y poder probar si funcionaban realmente o no. Eso, la libertad de pensar que no tengo miedo a probar, a inventar. Cada día, además. Y eso para mí es lo más valioso porque no siempre te dejan.
Raquel Ventosa (Silvia): Un poco sí, es como dicen Lucía y Cris, es súper fácil trabajar con él. Aunque él tiene claras muchas cosas, tú puedes llegar con una propuesta que se quedará o no, pero poderla proponer es fantástico. Y luego también que es fácil, no es una persona rígida, es muy flexible y eso te da mucha tranquilidad a la hora de crear.
L. C.: O sea, que estáis todos de acuerdo en que repetiríais trabajo con él.
R. V.: Sí, sí (Afirma con contundencia) Queremos, queremos repetir. Aunque de momento, que haya mucha vida en el tren. Que dure mucho. L. C.: Manuel, tú has hecho micro teatros y esta es la primera obra larga que haces. ¿Ha supuesto mucho cambio o cada obra es un mundo y tiene sus propios desafíos?
M. V.: Como somos tantos en esta compañía, son ocho actores, como te dije ensayábamos por parejas y yo me planteaba el trabajo como si fueran pequeños micro teatros, pequeñas escenas de pareja en un tren. Luego hubo un momento muy mágico y muy maravilloso que fue el primer día que la hicimos entera, que yo creo que fue el día antes de estrenar, en la sala Bululú.
Las chicas le corrigen, no fue así, sino una semana antes.
M. V.: Eso es, pero fue muy poquito antes que lo vimos entero y vimos que todo funcionaba maravillosamente bien, que era algo que Irene ya sabía que pasaría. Todo estaba hecho para que encajaran todas las piezas del puzzle. Y fue un momento maravilloso porque tampoco sabíamos lo que iba a durar la función, al ir ensayando por parejas y ver cómo funcionaba todo por parejas, a nivel amoroso o de parejas de amigos o de gente que se conoce allí, como Llorenç y Raquel, que ella se presenta de una forma muy graciosa y original. Y cuando lo vimos todo junto funcionaba. Ese ensayo es, para mí, de los momentos más bonitos de la puesta en marcha de esta función, porque era la primera vez que lo veíamos con música, y que veíamos cómo se apagaba un vagón y se encendía otro, y de repente vimos que teníamos una señora obra de teatro en condiciones y que nos moríamos de ganas de estrenarla con público que no supiera nada de esta historia.

L. C.: ¿Tenéis algún momento favorito de la obra?
L. D.: Cada uno tiene el suyo pero en mi caso ha ido cambiando y cada día es uno. Empezó gustándome mucho una escena, ecuaciones, que me encantaba ensayarla con Irene y con Cris, pero de repente, antes de esa escena viene la Raquel y Llorenç, y yo estoy en oscuro, y todavía no he conseguido no reírme. De hecho, bajo la cabeza. Y luego también me gusta mucho un momento clave en que el público se sorprende mucho y todo el mundo reacciona con la misma exclamación. Y me gusta porque no lo veo, solo lo oigo.
L. C.: Notáis entonces que el público acoge bien la obra.
T. R.: Sí, por lo general sí. Luego es verdad que también depende del público porque cada día es un público diferente y cada obra que interpretamos también nos sale diferente. El público se sorprende o reacciona en momentos distintos y dependiendo del día. Sí que es verdad que ese momento en concreto del que habla Lucía está siendo muy llamativo.
L. C.: Por lo que compruebo, y según me contáis, ya sois como una familia.
M. V.: Yo cada semana tengo muchas ganas de que llegue el viernes. Porque los echo mucho de menos y me lo paso tan bien… el domingo, que vamos a Valladolid, estoy con ganas de coger el coche e irnos para allá. Yo estoy siempre con la técnica de luces y cuando va llegando el final de la obra y se van todos al vagón restaurante me da mucha pena porque ya termina la función. Por mí la haría durar como las zarzuelas, cuatro o cinco horas.
Silvia García Jerez