MAMÁ MARÍA: La doble vida de Isabelle Huppert
Mamá María, cuya María es por la droga, no por el nombre común de alguien, es la demostración de que la actriz francesa Isabelle Huppert no es solo la intérprete intensa y seria que rueda únicamente thrillers retorcidos como Elle, de Paul Verhoeven o La pianista, de Michael Haneke, sino una profesional con más registros, como el de la comedia negra, con la que dar rienda suelta a la diversión.
Porque es de imaginar, viendo Mamá María, que Isabelle Huppert se lo ha debido pasar de maravilla componiendo su personaje, para el que también ha tenido que trabajar duro, debido a que, entre otros pequeños detalles, se ha puesto concienzudamente a aprender árabe.
Y es que en Mamá María, Isabelle Huppert es una intérprete en la brigada policial destinada a desmantelar entregas de droga. Tras las escuchas, ella traduce del árabe al francés, y sus compañeros consiguen averiguar dónde pueden dar caza a los traficantes.
Pero esa ventaja que ella obtiene al saber los datos antes que los policías le da la posibilidad de aprovecharse de la información para convertirse, a su vez, en traficante de la droga a interceptar, y de este modo sacar para sí misma unas ganancias extras.
Pasará, así, a ser conocida por sus compradores como Mamá María, y la policía también intentará localizarla gracias a ese tipo de datos, por aquello de la cercanía con quienes están en contacto con ella, pero Mamá María es muy hábil y sabe cómo sortear los recovecos del sistema para seguir siendo invisible a ojos de quienes siguen los pasos de esta nueva ama del trapicheo en el barrio.
Mamá María está basada en la novela de Hannelore Cayre, una escritora que le gusta especialmente a Isabelle Huppert, pero fue el director, Jean-Paul Salomé, quien firma el guión con la autora, el que lo adaptó con la intención de que Huppert lo interpretara.
Por supuesto, aceptó encantada el reto de hacerse cargo de este personaje, que es muy divertido pero tiene sus complicaciones a la hora de meterse en su piel, porque no solo habla árabe, también cuenta con una composición de vestuario determinada y con una complexión adecuada para llevar a cabo todo lo que se propone.
Pero el resultado es tan brillante que le ha debido valer la pena llevarlo a cabo. La película resulta ser fresca y llena de dinamismo. Es muy divertido para el espectador verla apartada de atmósferas lúgubres, de personajes con un claro perfil de enferma mental, caso del de La viuda, acercándose a otro más distendido, el de una mujer que solo quiere vivir mejor y descubre la manera de intentarlo, con los peligros que eso conlleve, pero hay que arriesgarse.
En Mamá María vemos a Isabelle Huppert como una mujer normal, dedicada tanto a su trabajo como a su familia, una madre a la que tiene en una residencia privada que apenas puede pagar, con unos gastos en su propia casa que tampoco puede atender, pero que no pierde la sonrisa y mucho menos la oportunidad de salir de su situación, y lo hace con la lucidez e incluso el humor negro que le permite su personaje. Ha sido un acierto en su carrera el haberse convertido en Patience Portefeux en esta película, tan aparentemente menor, porque los divertimentos siempre tienen menos consideración.
Pero no es el único que tiene Mamá María. La inclusión del árabe como idioma secundario en la cinta, no solo el francés, indica una diversidad que le viene muy bien a la historia.
El director ha hecho hincapié en que hay que mostrar en el cine la falta de oportunidades que muchos chicos tienen a la hora de integrarse en la sociedad, por lo que no han llegado a la meta que se hubieran propuesto de haber podido seguir otro camino. A nadie al que le preguntes de pequeño responde que quiere ser traficante cuando sea mayor, eso te lo encuentras con las circunstancias de la vida, y en eso también quería poner el foco con esta película.
Mamá María cuenta, por lo tanto, con varias capas de lectura. Desfavorecidos, policía que no detiene a quienes pretende, la convivencia con la comunidad de vecinos, lo complicado que es mantenerse en una residencia privada… no se deja nada este film, y además lo aborda todo con un tono sarcástico, de comedia negra, que es una pura delicia. Pero su tono, lejos del humor del gag sí que sostiene al género en una permanente atmósfera juguetona que, acompañando al conjunto con una fotografía luminosa, nada sobria como sería propia de un thriller oscuro, este ejercicio de crítica social fuera de la norma es un ejemplo de auténtica entrega a la diversión.
Posiblemente Mamá María sea uno de los trabajos mejor recordados de una Isabelle Huppert que a quienes agotara ya su registro de mujer extrema encontrarán aquí a un ser humano con el que empatizar emocionalmente a la altura de las grandes heroínas del cine. Un personaje, el suyo, que se introduce en un mundo prohibido con un desparpajo admirable siempre es alguien que trasciende la pantalla y, por ende, en la filmografía de quien lo haya abordado. Y si es en una película que funciona tan bien como ésta, el reconocimiento y la gloria por él son un hecho.
Silvia García Jerez