LIFE vs ÓRBITA 9: el boom de la ciencia ficción
Life y Órbita 9, dos películas de ciencia ficción que llegan el mismo fin de semana a la cartelera, parecen opuestas porque una es norteamericana y la otra una coproducción entre España y Colombia, y porque una se centra en la muestra que los astronautas recogen del planeta Marte y la otra en la historia de amor entre la superviviente de la nave y el ingeniero robótico que acude a la llamada de avería en la misma. Pero las dos tienen más puntos en común de lo que parece y a continuación vamos a desgranarlos.
CIENCIA FICCIÓN CON MATICES
Por lo pronto las dos pertenecen al mismo género, lo cual evidencia el mantenimiento en la industria audiovisual de la ciencia ficción a un nivel interesantísimo tanto en cuanto a producción de títulos como al interés que despiertan y a la gran acogida que reciben.
Venimos experimentando con enorme alegría un resurgir de este tipo de relatos desde hace unos años: Gravity, Interstellar, La llegada, Prometheus, Ex_Machina, Al filo del mañana, Ghost in the shell, o las más minoritarias Otra Tierra, Coherence o Under the skin demuestran que la ciencia ficción tiene tanto tirón como el cine de superhéroes. Y goza, posiblemente, de mayor respeto entre muchos de sus espectadores. Aunque esto último daría para una discusión cualquier tarde, mejor delante de una taza de café que en los habituales circuitos de redes sociales.
Tanto Life como Órbita 9 tienen lugar en una nave espacial. El trailer de la segunda, además de su argumento, desvelan que la nave no es el único emplazamiento de la película y dicho dato podría dar lugar a no situar la cinta dentro del género, pero el mero hecho de que exista una nave espacial (y de que se vea, no como en el espléndido film de Nacho Vigalondo Extraterrestre, que solo hablaba de las consecuencias de su presencia en la Tierra) ya valida a la película como una más de su amplio catálogo.
En cuanto a sus variantes, Órbita 9 es romántica y Life gira más hacia el terror. Pero ambas contienen una buena dosis de tensión de cara a que los protagonistas de las dos películas consigan sus objetivos, que en los dos casos no es otro que sobrevivir pero con fórmulas completamente distintas que el espectador tendrá que ir avergiguando a medida que avancen sus tramas.
ACTORES DE PRIMER ORDEN
Life concentra en su cartel algunos de los rostros más emblemáticos del cine norteamericano, como el de Jake Gyllenhaal, cada día más consolidado como uno de los mejores actores con los que Hollywood puede contar en la actualidad, y Ryan Reynolds, quien ya trabajó con el director de la película, Daniel Espinosa en El invitado, y aquí cuenta con un papel difícil de olvidar.
Reynolds, que el pasado año animó la carrera al Oscar gracias a haber protagonizado esa gamberrada tan bien considerada por la crítica estadounidense que era Deadpool, contribuye en esta ocasión a darle a Life las primeras emociones que la película nos depara.
Completa el trío protagonista de Life Rebecca Ferguson, a la que muchos conocimos en Misión: Imposible – Nación secreta como temible francotiradora y a la que luego hemos visto en la olvidable La chica del tren. Eso sí, teñida de rubio por exigencias del guion. En Life cumple sin brillar más que en ésta última.
Por su parte, Órbita 9 cuenta también con tres estrellas de nuestras pantallas. Por un lado con Clara Lago, espléndida intérprete que aquí se luce con especial intensidad. Aún sin un Goya en su trayectoria, únicamente una nominación como mejor actriz revelación por El viaje de Carol, puede equilibrar su falta de reconocimiento con un estrellato induscutible y una filmografía plagada de éxitos.
A ella se le une Belén Rueda, nombre ilustre de las pantallas, tanto de la grande, gracias a la serie Médico de familia o al concurso VIP que presentó junto a Emilio Aragón, como de la pequeña, en la que ha demostrado su valía a las órdenes de Alejandro Aménabar, ganando un Goya como mejor actriz revelación por su película Mar adentro, rodando posteriormente la taquillera El orfanato, de J. A. Bayona, pero que en Órbita 9 no logra alcanzar todo el potencial que es capaz de ofrecer.
Álex Gónzález completa el reparto, un actor más conocido por su trabajo en la serie El Príncipe que por el que acometiera para el cine en la estupenda Alacrán enamorado o en Combustión, que protagonizó junto a Alberto Ammann y a Adriana Ugarte. En su caso, al igual que hace Rebecca Ferguson en Life, en Órbita 9 cumple su cometido sin llegar al aplauso.
EJERCICIOS SOLVENTES
Ni Life ni Órbita 9 son perfectas, pero tienen un encanto y un magnetismo más que dignos. Life, película que no inventa nada, de hecho podría calificarse como una mezcla entre Alien y Gravity, destaca de manera fulminante en su comienzo. Tiene dos escenas iniciales que constituyen el prólogo más apabullante visto en una pantalla desde el que contiene La La Land, plano secuencia incluido.
A él, al prólogo, le sigue una primera mitad sobresaliente en la que va en aumento la angustia, tanto narrativa como visual, dejando al espectador con poca posibilidad de distracción. Toda la atención se centra en ese descubrimiento hecho en Marte y en la evolución del mismo hasta descubrir que no toda forma de vida extraterrestre merece un segundo de atención por parte de la raza humana.
El nudo de Life, es decir, la trama central, sin llegar al estereotipo -porque la suma de alien más supervivencia en una nave no permite otra opción que la huida en un espacio muy escaso-, no deja de ser un tanto rutinaria, ya que estamos acostumbrados a ver las películas que dieron lugar a una saga mítica que a partir de su segunda entrega tiene menos seguidores, pero que se esperan con ansia por nostalgia y respeto a la que Ridley Scott convirtió en un clásico.
Pero no por ello Life tiene menos mérito. No solo es entretenida sino que es absorbente. Y eso se agradece. No mirar el reloj y vivir con pasión el relato que Espinosa ofrece es un regalo. Tal vez el guion de Rhett Reese y Paul Wernick no sea redondo pero la dirección de que Daniel hace gala es tan contundente que disimula con facilidad cualquier pega que nazca de la escritura.
Por el contrario, Órbita 9 puede presumir no solo de tener una gran idea sino de gozar de un guion casi perfecto, lo malo es que la dirección queda notablemente por debajo, circunstancia que no deja que la cinta vuele todo lo alto que debería.
Hatem Khraiche Ruiz-Zorrilla, guionista de la magnífica La cara oculta, también con Clara Lago en uno de sus papeles más destacados, y escritor también de la espectacular Retornados, consigue de nuevo en Órbita 9 un relato que pocas veces, por no decir ninguna, se ha visto en España.
La ciencia ficción, un género casi tan marciano en nuestro país como los personajes del espacio exterior que intentan colonizarnos, adquiere gracias a esta película una dimensión que España, a pesar de poder rodarla, no suele demostrar que es capaz de hacerlo. De hecho, pocos títulos de ciencia ficción patrios podemos recordar sin hacer esfuerzo, apenas Acción Mutante, de Álex de la Iglesia y Eva, de Kike Maíllo acuden a nuestra memoria si nos ponemos a pensarlos.
La dirección artística, el vestuario, los efectos visuales, los aspectos técnicos que dan forma estética a la ciencia ficción están al máximo nivel que de cualquier producción similar cabría esperarse.
Y algunos de los que son standard y ajenos al género de manera específica, como la banda sonora, también son admirables. Federico Jusid ha compuesto una música exquisita que debería tenerse en cuenta de cara a la temporada de premios. No es difícil: en España, películas estrenadas inmediatamente después de los Goya han tenido repercusión en la gala del año siguiente, caso de Carmina y amén, Kiki, el amor se hace o Requisitos para ser una persona normal.
Por lo tanto, y como decía anteriormente, ninguna de las dos es perfecta pero ambas son películas que de alguna manera nos hipnotizan y nos hacen salir del cine con la sensación de haber pasado un rato que ha merecido la pena.
Silvia García Jerez