LA LEYENDA DEL TITANIC – La exposición inmersiva

La exposición están en la Nave 16 de Matadero

La Leyenda del Titanic ya está disponible en Madrid. Es una exposición inmersiva producida por Madrid Artes Digitales que estará en la Nave 16 de Matadero de momento sin una fecha determinada de finalización. Desde el 12 de septiembre se puede visitar esta experiencia única que recorre varias salas y que nos ilustra sobre lo que ocurrió en la madrugada del 14 al 15 de abril de 1912 cuando el Royal Mail Ship (RMS) Titanic, que había zarpado del puerto inglés de Southampton en dirección a Nueva York, se hundió en las aguas del Atlántico norte debido a su colisión con un iceberg.

De los 2.208 pasajeros que iban a bordo, entre los de primera, segunda, tercera clase, tripulación y distintos puestos de trabajadores, incluyendo los músicos que amenizaban el viaje, sólo 1.496 personas consiguieron sobrevivir a la tragedia.

En 1998 el director de cine James Cameron realizó un largometraje titulado Titanic en el que contaba la historia de amor entre Jack y Rose, dos pasajeros de distinta clase social que a pesar de tan significante diferencia eran capaces de pasar juntos las horas previas a la tragedia. Leonardo DiCaprio y Kate Winslet construyeron unos personajes inmortales y hoy sigue siendo una de las películas de referencia en la historia del cine romántico.

Y de aquel éxito este estigma. Todo al respecto del Titanic se pasa, desde entonces, por un filtro romántico que le quita peso a las víctimas. Cuando se cita Titanic, tal fuerza tiene la cultura popular cuando llega a todos los espectadores, incluso a aquellos que no han visto la película, todos sabemos que Jack y Rose se enamoraron en tan fatídico viaje. Pero murió mucha gente en él y ese dato espeluznante suele ir por detrás de la historia de amor que inmediatamente nos viene a la memoria al recordarla.

Tal vez por eso, porque James Cameron le añadió a la tragedia un filtro romántico, en La leyenda del Titanic, disponible en Matadero, nos vamos a encontrar con un leitmotiv a lo largo del recorrido: con un padre y una hija que se suben al barco en busca de una nueva vida junto a la madre en Nueva York. Una niña que para no aburrirse se dedica a pasear por las instalaciones y de este modo las vamos a ir conociendo. Y esa preciosa historia con Elisabeth y su padre nos acompaña desde la entrada a la exposición, desde los paneles de presentación que vemos desde el momento en el que pasamos nuestras entradas por los lectores digitales de los operarios que nos reciben y nos permiten el paso a la hora que tenemos en ellas.

La impresionante entrada a la exposición con los paneles explicativos

Los paneles nos van a contar qué pasajeros había, cómo eran en aquella época o los precios que se pagaron en cada clase. Datos que nos van a parecer brutales, porque en tercera clase costaban 800 euros de ahora. Sí, el Titanic era un barco lujoso pero parece complicado que esa cantidad pudiera ser real. Bueno, lo podemos discutir, pero lo era.

De ese pasillo ilustrativo vamos a llegar a la sala en la que veremos los vestidos y los trajes que llevaban los pasajeros junto a objetos que fueron rescatado del Titanic. En esa sala de La leyenda del Titanic también disfrutaremos de unas originales proyecciones en las que un ascensor, al subir o al bajar, nos va a ir presentando a los distintos miembros que viajaban en él. Y es fabuloso ir encontrándose con señoras que iban al salón que fuera o a un grupo de amigos o de casuales compañeros de trayecto en tan pequeño espacio. O a los músicos que permanecieron tocando hasta el final.

Siguiente sala en La leyenda del Titanic. La inmersiva musical. No sin antes pasar por un descansillo en el que veremos un timón y nos podremos hacer una foto tras él. En la sala que nos espera nos sentaremos por un tiempo estimado en 7 minutos y veremos, con las gafas que tenemos en cada silla, un homenaje a los músicos que estuvieron ejerciendo su labor en la peor de las circunstancias. La partitura que tocaron fue grabada recientemente y está reproducida por los auriculares que también tenemos en la silla y disponible en las plataformas iTunes y Spotify.

Los periódicos informaron de la tragedia

La leyenda del Titanic nos ofrece después la sala inmersiva con el vídeo de 24 minutos en el que asistiremos a todo el proceso por el que pasó el Titanic. Desde su construcción hasta su hundimiento, y lo haremos, como ya se ha dicho, con la compañía de Elisabeth y su padre a partir del momento en el que esperan al barco en el muelle inglés. El vídeo es, a excepción de esa historia, que en realidad no es necesaria, una maravilla. Porque es verdaderamente inmersivo. La enorme sala rectangular. en cuyas paredes se proyecta. nos mete de lleno en aquel prodigio. Parece que estés en cubierta, que recorras maquinaria. Somos testigos de la belleza de sus calones con los pasajeros bailando pero también sientes la potencia del iceberg que acaba con él, la fuerza del agua que lo va hundiendo. Es fabuloso cómo lo logra y es terrible pensar en lo que debió pasar cada viajero. Son 24 minutos que merecen la pena.

En las proyecciones del ascensor puedes encontrarte
a los músicos del Titanic

Ahora le toca el turno a la sala del metaverso, que la Nave 16 de Matadero ha incorporado desde Los últimos días de Pompeya, la exposición inmediatamente anterior a ésta en el mismo espacio. En ella pudimos pasear por una villa romana y asistir al antes y al después de la destrucción en cada habitáculo de la villa, en La leyenda del Titanic lo que haremos será, en primer lugar, bajar en un submarino hasta encontrar los restos del Titanic y una vez que los hemos visto pasaremos a visitar el barco por dentro, sus camarotes, sus pasillos, su escalera tan icónica, por la que no podemos subir, pero ahí está. Y luego llegaremos a cubierta. Y veremos un paisaje precioso. Pero ahí acaba nuestro viaje, cuando el capitán nos despide y tenemos que entregar las gafas. Habríamos pasado, gustosamente, un rato más allí. También los pasajeros querrían haber seguido, lógicamente.

Y concluimos La leyenda del Titanic con una foto que puedes hacerte con quien quieras, tú solo si lo prefieres, en una reproducción de la proa del barco. Puedes imitar a Jack cogiendo los brazos de Rose o puedes generar tu propio momento icónico. A tu elección. Le entregas el móvil a la azafata y te hará la foto. Y después, paso inevitable y maravilloso, a la tienda de recuerdos.

Aquí acaba nuestro viaje. Lo hemos pasado muy bien, es una exposición magnífica y la recomendamos encarecidamente. No tiene fecha de finalización, ya quedó indicado antes pero está bien recordarlo para que nadie se quede sin ir. No hay prisa pero no lo dejes para el último día porque en cuanto éste se anuncie se acabarán las entradas.

Silvia García Jerez

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