LA GUERRA DEL MAÑANA: Luchando en el futuro

La guerra del mañana tiene todos los elementos para ser un verdadero triunfo: viajes en el tiempo, bichos alienígenas, escenas de acción llenas de adrenalina, personajes con los que uno se encariña rápido o descubrimientos convertidos en giros de guión que añaden emoción al reto de resolver el conflicto que el film plantea. En dos horas y veinte minutos hay tiempo para conseguir una gran película.

La guerra del mañana cuenta la historia de un hombre de familia, Dan Forester (Chris Pratt) que es reclutado como soldado para viajar al futuro y enfrentarse a los alienígenas que están ganando la guerra contra los humanos.

Los mejores científicos de la Tierra, entre quienes se encuentra Romeo Command (Yvonne Strahovski), están volcados en encontrar una toxina que acabe con ellos, pero la fórmula se resiste y apenas queda tiempo para desarrollar la correcta.

A contrarreloj unos y otros, soldados y científicos, han de unir sus fuerzas para detener la guerra y una de las claves puede estar en el pasado de Dan. Si es capaz de enfrentarse a él.

J. K. Simmons interpreta al padre del protagonista en La guerra del mañana
J. K. Simmons interpreta al padre del protagonista

La guerra del mañana es cine trepidante, de ese que echábamos de menos debido a superproduciones vacías que aunque rebosantes de acción, no consiguen arrancar interés y saben a poco, a ya visto, a no interesante. Aquí la acción se disfruta, nos mantiene pendientes de lo que está por pasar, del siguiente susto que se palpa en el ambiente pero no sabemos por dónde vendrá. Atención a la escena de las escaleras en el edificio, todo un modo maestro de contar las cosas.

La guerra del mañana es cine potentísimo, vibrante, del que hace aplaudir al público de una sala llena. Todo el ella está perfectamente cuidado: sus set pieces que renuevan la trama, sus pinceladas de humor que nos relajan el ambiente o sus personajes secundarios, adorable el James Forester, padre de Dan, que interpreta J. K. Simmons, o Charlie, ese amigo fiel, inteligente y simpático al que da vida Sam Richardson. A él lo conocemos en una secuencia de introducción al mundo del futuro que es todo un ejemplo de cómo se sientan las bases de una amistad.

Y no son los únicos personajes que van a gustarnos, pero es mejor irlos descubriendo porque merece la pena que se presenten por ellos mismos. Lo cierto es que hay que añadir que tienen apariciones muy bien medidas. En tiempo y en espacio. Dicen lo que es preciso y entran en escena cuando se les necesita. Ni un minuto de más ni intervenciones de relleno. Las superproducciones con bichos alienígenas no suelen tener ese cuidado en el desarrollo, y se agradece que alguna demuestre no solo que se puede hacer sino que le sienta bien al resultado.

Chris McKay, hasta ahora más dedicado a la animación (Stop-Motion en la serie Robot Chicken o en 3D con las LEGO películas de Batman) se pasa a la acción real sumergida en los efectos y los decorados de la ciencia ficción y sale victorioso de una cinta que en otras manos habría sido pesada, errónea, menos estimulante y nada absorbente, pero en las suyas es todo un acierto y aunque no la vayamos a ver en cine, una lástima, merece toda la audiencia que pueda sumar en la plataforma Amazon Prime Video. Y luego en un formato físico. Qué menos.

Silvia García Jerez

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