KINDS OF KINDNESS: Yorgos Lanthimos regresa a sus horas bajas

Kinds of Kindness es el nuevo trabajo de Yorgos Lanthimos. Y no es que haya anunciado que va a rodar una nueva película tras la excelsa Pobres criaturas, es que ya la tiene terminada y presentada en la Sección Oficial del festival de Cannes, donde incluso ganó premio: mejor actor para Jesse Plemons.

Pero la película, en realidad, no gustó en el festival. Al griego responsable de Canino, la cinta con la que se dio a conocer en el mercado internacional, le llovieron las críticas. Y con razón. En este caso regresa junto al escritor Eftimis Filippou, con el que escribió sus primeras obras. Canino, Alps y sus dos primeras producciones dentro del cine norteamericano, Langosta y El sacrificio de un ciervo sagrado, son guiones confeccionados por ambos. Ni el de La favorita ni el de Pobres criaturas son originariamente suyos, sólo las dirigió. Pero son dos de sus mejores trabajos, junto con El sacrificio de un ciervo sagrado.

Con su guionista, que ya podríamos calificar como habitual, no consigue sus mejores películas. Tal vez las más llamativas, caso de Canino, que supuso una auténtica revolución para espectadores no habituados a ese tipo de humor extraño, del que en Kinds of Kindness vuelve a hacer gala. Un humor que, por otro lado, no tiene ninguna gracia. Pretende ser una mirada sarcástica a lo más oscuro del ser humano pero su cine se queda en ser simplemente oscuro. Bueno, no simplemente oscuro, porque también es desconcertante y perturbador. Algunas de las imágenes de sus películas son especialmente grotescas y muchas de las situaciones que propone, también. Él trata con ello de criticar el mundo en el que vivimos, pero la forma muchas veces se come por completo al fondo.

Margaret Qualley, Jesse Plemons y Willem Dafoe en una de las tres historias de la película

En Kinds of kindness nos cuenta tres historias, son tres mediometrajes que dan como resultado 2 horas y 44 minutos de metraje. Una hora cada una de las dos primeras y 44 minutos la que queda. Y están protagonizadas por los mismos actores dando vida a diferentes personajes que nada tienen que ver entre sí. Sólo les une el hilo conductor temático de que las personas son capaces de arrastrarse hasta el infinito con tal de quedar bien con su jefe, su cónyuge o la persona que sea pertinente en su círculo inmediato. ‘Diferentes Clases de Amabilidad’, como dice el título traducido a nuestro idioma, pasadas por el filtro de un cineasta que nunca ha contado nada de una manera tradicional.

Las dos primeras historias tienen cierto interés: la de un hombre (Jesse Plemons) que quiere que su jefe (Willem Dafoe) le haga caso pero no a cualquier precio, y la de un hombre (Jesse Plemons) al que las autoridades le comunican que han encontrado a su mujer (Emma Stone), que se había perdido en una isla, pero al regresar no parece ser la misma persona. Dos mediometrajes que pueden provocar cierta fascinación, sin levantar demasiadas pasiones. Pero la tercera historia ya no tiene ni pies ni cabeza. Pareciera que en ella también mezclara otras que no le cabían en la película y el resultado es una amalgama de situaciones que hacen que el espectador desconecte por completo del metraje que resta.

Que Jesse Plemons ganara el premio al mejor actor en Cannes, sin desmerecer su trabajo, que es espléndido porque es un actor que siempre cumple, tampoco se entiende. Es de imaginar que había mejores interpretaciones que la suya en competición. Sobre todo brilla en el segundo episodio, como marido que va detestando cada vez más a una esposa a la que no acaba de reconocer, pero en general, en una película tan irregular que provoca sensaciones tan encontradas, pasa tan desapercibido como el conjunto en sí. Ni él ni Emma Stone ni Willem Dafoe ni Margaret Qualley resultan memorables aquí. Cuentan con momentos llamativos, en casi tres horas tienen tiempo para conseguirlos, pero no llegan a estar a la altura de lo que cabe esperar de su talento, su fama y su prestigio.

Con Kinds of kindness Yorgos Lanthimos regresa a la narración convencional, alejado de lo estrambótico, tanto en el uso de la óptica, con esos ojos de pez que utilizó en La favorita y en Pobres criaturas y de esos escenarios tan irreales a los que dio rienda suelta la última. Aún así, lo convencional sigue sin ser lo habitual para este director. Ya vimos en sus primeros films que retorcer la realidad para adentrarse en lo sórdido era su modus operandi. Quería mostrar una verdad a la que el cine no suele mirar, por muy incómoda que resulte. Hechos despiadados realizados por personas que aparentan ser corrientes disfrazados de actos de caridad por el bien de quien los infringe pero perjudicando seriamente a quien los sufre. Y contado con tal naturalidad que en ocasiones pareciera que Lanthimos hubiera rodado un documental. En Kinds of kindness sus tres relatos vuelven a tener esa aura. Pero esta vez con un gore que llega al nivel de otro drama que a priori tampoco aparentaba que fuera a tenerlo: Almas en pena de Inisherin.

Kinds of kindness no es una buena película. Es el último trabajo de profesionales muy respetados en la industria y eso le da un empaque que no tiene. Que la firmara Yorgos Lanthimos y la protagonizara la plana mayor de Pobres criaturas, que tantos reconocimientos tuvo, entre ellos 4 Oscar, incluyendo a Emma Stone como mejor actriz, la convertía en una de las joyas más esperadas de Cannes 2024. Y decepcionó muchísimo. Hacer dos películas al año, sobre todo cuando vienes de rodar una cinta tan creativa y a buen seguro agotadora como Pobres criaturas, es una tarea impresionante de la que una de las dos suele salir mal parada. También les pasó a Clint Eastwood y a Steven Spielberg cuando realizaban gestas parecidas. Salvando las distancias entre un autor en vías de consagración como es Lanthimos y la leyenda que son sus otros compañeros de profesión. Pero el hecho es el mismo. Es complicado hacer dos obras maestras el mismo año, por eso tenemos que esperar a ver si el griego logra, aunque sea, una buena película con Bugonia, ese sí, su próximo proyecto ya anunciado. Eso sí, mala o excelente, se esperará con los brazos abiertos. Es lo que tiene haber logrado que tu nombre se haya convertido en un referente.

Silvia García Jerez

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