IMAGINARY: El mundo de la imaginación produce monstruos

Imaginary podía haber sido una gran película de terror si no hubiera caído en los errores más comunes en los que este tipo de películas de género incurren. Porque parte de una idea magnífica, que parece manida pero que si hubiera sabido desarrollarla sin extenderse innecesariamente y utilizando únicamente los elementos necesarios, sin pasarse en uno solo, habría dado como resultado aquello que en realidad pensamos que iba a ser.

Y es que Imaginary cuenta la historia de Jessica (DeWanda Wise), una chica que añora su casa de juventud, en la que fue una niña feliz pero en la que todo se torció un buen día y desde entonces no ha vuelto a pisarla. Y sí, por qué no volver. Lo hace con su hija, la pequeña Alice (Piper Brown), una niña que cuando llega comienza a curiosear por los rincones y las habitaciones, como haríamos todos, los niños más, y encuentra un precioso oso de peluche, bastante grande pero manejable para poder llevarlo de un lado a otro. Alice le pone de nombre Chauncey.

Y comienza a jugar con él. Y se convierte en su mejor amigo. Y se lo pasa tan bien que no quiere separarse de él. Lo hace todo con él, más que nada juegos, que vienen a ser pruebas. Chauncey le plantea una lista para corroborar la amistad que ha nacido entre ellos, una serie de pruebas cada vez más tremendas, más dolorosas incluso. Aquí está pasando algo y Alice y no quiere revelar nada de lo que está sintiendo, pero es evidente que tiene miedo. Así que habrá que tomarse en serio qué pasa con Chauncey. Y, sí, Jessica está dispuesta a descubrir la verdad de lo que se esconde tras ese oso tan aparentemente cuqui.

La pequeña Alice (Piper Brown) jugando con su amigo Chauncey. Imaginary
La pequeña Alice (Piper Brown) jugando con su amigo Chauncey

Pero todos sabemos que la verdad en las películas de terror siempre es amenazadora y obliga a los personajes a una lucha constante frente al Mal. Eso ya lo sabemos, la cuestión es cómo nos lo cuentan, y en Imaginary la propuesta es espléndida. No es nada que no hayamos visto antes pero el punto de partida está bien contado y tiene algún que otro momento inquietante y angustioso que te hace aplaudir mentalmente lo que estás viendo. Si no se tuerce el relato estaremos ante una gran película.

Pero Imaginary se tuerce. Pretende ser tan novedosa que se pierde en su propia propuesta. Escenarios grandilocuentes para, en realidad, acabar confundiéndonos y desilusionándonos. Con lo bien que iba ese desarrollo, con ese oso al que cada vez vemos con peores ojos pero con la aprobación de que estamos, potencialmente, ante una historia que aunque nos esté asustando sea exactamente lo que pretendemos que haga… A eso hemos venido y si funciona estaremos encantados. Pero llega un punto en que todo se va cayendo. A un giro flojo le sigue otro que estropea aún más el anterior. Y luego llega otro que ya confirma que la película toma una deriva imposible.

Es una lástima que no la sepan acabar, que alarguen el clímax de forma que deje de interesar por completo. Imaginary viene de la factoría Blumhouse, productora fundada en el año 2000 por Jason Blum que ha dado lugar a películas como Insidious, La purga, Déjame salir o M3GAN. Es decir, se espera mucho de cada uno de sus estrenos y en Imaginary el concepto que maneja es espléndido, porque no es fácil contar con imágenes que el mundo de la imaginación produce monstruos. Lo hizo muy bien It, si tenemos que acudir a algún relato en el que algo tan complejo se exponga como debe. Tanto en los niños como en los adultos. Nadie está exento de ser engullido por lo imaginario porque de pequeños es algo normal y de mayores… muchos adultos viven de su imaginación. Seamos sinceros, las historias de ficción tienen su origen en ella. Lo complicado es darle un buen final al conjunto y ahí Imaginary derrapa demasiado.

Imaginary dispersa sus ideas geniales en continuos errores que afectan al conjunto, dejando como resultado una película fallida que, como un juguete gastado, estropeado debido a su mal uso, dejamos a un lado y no volvemos a tocar. Queremos ya mismo, como les pasa a los niños, uno nuevo con el que entretenernos. Una película que realmente nos cuente algo que nos asuste y que nos convenza, de principio a fin. Otra película que no es ésta y que Blumhouse sabe producir.

Silvia García Jerez

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