Hablamos con Ricardo Darín y Javier Cámara por TRUMAN

Truman

«¿Cuál es el tema? ¿La muerte? Cuando vamos a ver las películas de acción donde aparece un tío con una ametralladora y mata a 63, eso no es duro… No es para tanto, ¿no? Porque es glamourosa la muerte, en ese caso.»
De esta manera tan contundente comienza Ricardo Darín a hablar sobre Truman, uno de los títulos más destacados de la temporada, cuando se le pregunta, cercana ya la hora de comer, que es cuando tiene lugar la entrevista, sobre si una película con este tema no te quita el hambre.
Darín es un hombre con las ideas muy claras y con la facultad incuestionable de transmitirlas con una seguridad, una lucidez y una amabilidad aplastantes. Y es maravilloso encontrarse con alguien con sus cualidades porque todo lo que cuenta es importante. De todo ello se aprende.
«Esta no es una película sobre la muerte. Usa como excusa la muerte para hablar de la vida. No tiene nada de malo. Y por otra parte, si fuera así… Todo depende de cómo nos paremos frente a ello. En realidad lo que sí se permite respecto a la muerte, y creo que a conciencia, es esa cosa de decidir. De que no te vengan a decir qué es lo que tenés que hacer. Porque hay que estar en los zapatos del fulano para ver la ocasión. Es muy fácil desde afuera. Creo que eso a Cesc (Gay, el guionista y director) lo ha interesado especialmente. Pero eso también tiene que ver con la vida, con cómo tratamos a la gente que queremos. Precisamente con los que amamos, porque hay una corriente tan grande de afecto que lo dejamos para después porque ahora tengo que atender otras cosas. A veces vivimos la vida como si fuéramos a vivir 400 años. Todo lo vamos dejando, y es raro. No digo que lo haga todo el mundo, es injusto eso, pero uno tiene la sensación, cuando de aleja de las grandes ciudades y se va al campo, a la montaña, de que la vida entonces se parece un poco más a lo que debería ser. Con otro ritmo, más atentos a la arena, a cómo está el clima. Nuestro sueño, cada vez que tenemos unos días, es salir corriendo de la gran ciudad, y eso es raro.»
Respecto a su compañero en la película, Javier Cámara, Ricardo no tiene más que buenas palabras: «Javier es un compañero de fórmula invalorable, no solo por su sentido del humor, sino por la energía que le pone a todo lo que hace. Lo más complicado con lo que nos tuvimos que enfrentar fue con la emoción, porque permanentemente nos veíamos enfrentados a situaciones en las que no solo por conocer la historia sabíamos lo que iba a ocurrir, además teníamos la responsabilidad de hacerlo transitar por esa cornisa en la que no debía ir ni a lo hiperdramático ni que buscara la comicidad barata. Sí permitir que si de una situación tensa se desprendía algún rasgo de humor, dejarlo que fluyera, porque eso forma parte de las reglas naturales de la vida, pero lo más complejo era enfrentarnos a esas situaciones y tener que controlar las emociones, porque en una escena en la que dos actores están lidiando con un bodoque emocional, una pausa que dure un segundo más de lo aconsejable, automáticamente te lleva a ser atrapado por el pantano de la emoción, y esto era lo que no teníamos que permitir. Y pese a todo, nos ocurrió igual doscientas veces porque se había generado un clima de trabajo en el que todos los chicos, integrantes del equipo técnico, que es muy raro y hay que decirlo, estaban enfocados a lo que ocurría en la escena, que tenía una atmósfera que se sentía que se podía cortar con una tijera. Eso fue lo más complejo de todo, fue durísimo.»
Y Javier Cámara, co-protagonista de Truman, también expresa su profunda e inmensa admiración por Ricardo: «Yo desde el principio le dije que lo adoraba, que era parte de mi acerbo emocional. Si hay cinco actores en el mundo con los que quiero trabajar, él era uno de ellos, aunque tuviera que poner acento argentino. Yo me rendí a sus pies. Los dos hemos trabajado con Cesc, ya sabemos lo que es. Y lo cierto es que Ricardo va por delante. Pero va por delante años. Por cómo elige sus proyectos. A mí me parece un ejemplo a seguir. Hubo un día en que estaba fatal, con gripe, solo, porque su chica se había tenido que volver a Argentina y estaba fatal, pero estaba igual. Haciendo un esfuerzo enorme porque no es una estrella, sino partícipe de un grupo, y cuanto antes te des cuenta de que no puedes trabajar solo, mejor, porque si no, en esta profesión vas vendido. Y sobre todo, lo que tienes que hacer en esta película es convencer al otro, que es el que te tiene que dar las réplicas. Y más en esta película. No paramos de mirarnos, de alimentarnos el uno al otro. Mi trabajo lo ha hecho él y espero que su trabajo lo haya hecho yo. Porque leíamos el guión y nos preguntábamos que cómo íbamos a decir eso. Había momentos en que nos hartábamos a llorar. También había risas, claro, teníamos una conexión muy fuerte. Yo me he sentido más desnudo que nunca en esta película. Estábamos a flor de piel, y eso me encanta, trabajar con un actor tan vivo… porque cuando dicen acción es acción de verdad.»
Javier también es de verdad. Cara a cara es un torrente de energía y de alegría. Su vitalidad es contagiosa. Ese talento que le vemos desplegar en la pantalla, que irradia desde ella, también lo tiene en la proximidad de la entrevista y es maravilloso encontrarte con un profesional de su talla que resulte tan cercano. Pero también es muy curioso observar que la admiración que el público siente por Ricardo es la misma que siente él: «Lo que se espera de él es que sea un actor profesional, muy serio, con una gran trayectoria detrás, y evidentemente si tu productora te dice que Ricardo ha dicho que sí, la película se transforma. Ricardo es de las pocas personas, creo que junto a Dani Rovira, ahora mismo, porque ha tenido mucho éxito en televisión y sobre todo en el cine, y porque es un tipo que tiene mucha empatía con el público, Ricardo es de las pocas personas en este país que puedan llevar al público al cine. Se acabó, no hay más. Ni los más importantes, ni los más pequeños, ni los mejores… no hay. Ricardo lleva público al cine, y si Ricardo te dice eso, la película se transforma. Es normal. Y él simplemente es la persona que es, y cuando alguien llega a trabajar con buen rollo, con facilidad, la gente se relaja, se ultrarelaja. Y él disfruta con eso y le encanta hacerse amigo hasta del último miembro del equipo, para que sepa que si alguna toma la hacemos mal, que no es culpa de nadie, sino de que el cine es así y que ha pasado un avión y que hay ruido. ¿Y no podemos rodar? Pues rodamos mañana. Lo hace todo muy fácil. Cuando a veces trabajas con gente muy experimentada… ¡qué caramba! Te das cuenta de que la gente más experimentada lo hace fácil.»
Fue el propio Javier Cámara el que no lo tuvo fácil para enfrentarse a un personaje, el de Tomás, que va a visitar a su amigo sin otro horizonte que ese: «Yo he llegado de una forma torpona a decirle a mi amigo que creo que se lo tiene que pensar, seguir con este tratamiento. ¿No quieres vivir? Entonces el amigo le dice que esto se ha acabado, que estoy ahí para acompañarle. Y le pregunté a Cesc que cómo interpretaba a partir de entonces. Y él me dijo que tenía que interpretar desde el punto en el que mi personaje quiere salir corriendo de esa situación. Tú lo quieres mucho a tu amigo, pero tú no vienes a hablar de nada ni a plantear nada groso, ni a tener la gran conversación, tú lo que quieres es salir corriendo. La película se cuenta a través de ti. El espectador entra a la película a través de los ojos de tu personaje. Es un personaje callado, pero tú eres el que vienes en avión. Si la película se contara a través de Ricardo sería más emocional, más expuesta, mucho más dramática. Lo veríamos a él en la casa, pero no, el espectador me ve a mí en el hotel. Cesc me dijo qTruman 2ue si la contara a través de Ricardo sería otro tipo de película, y yo me agarré a eso.»
Pero vayamos al personaje que da título a la película. Truman. Ese perro que es el quebradero de cabeza de Julián. ¿A Darín, el actor que lo interpreta, también le gustan los perros?
«Desde que nací soy profundamente perrero. Tengo 4 perros en mi casa y no sé a cuál de ellos quiero más. Hace un mes y medio que me fui de casa porque entre San Sebastián, la obra de teatro y la presentación de la peli no veo la hora de llegar a mi casa, así que les pido a mi hija o a mi hijo, cuando están ocasionalmente, que me hagan Skype porque necesito verlos y escucharlos. ¿Hay alguien que se comporte de forma más incondicional cuando llegas a tu casa que alguien que no te pregunta absolutamente nada y cuando te ve empieza a mover la cola y a dar saltos de alegría como si volvieras de la guerra? No hay nada más grande que eso. Todo lo demás está sujeto a negociaciones permanentes. Con ellos no. Bueno, saltando el hecho de que los hemos domesticado a través de la comida. Fuera de eso, que es otra de nuestras perversiones, yo adoro a los animales, especialmente a los perros y los caballos.»
Truman es una de las películas de la temporada, pero Darín la afronta dentro de un contexto de trabajo continuado en el que los altibajos son constantes: «Cuando tenés la suerte, como la he tenido yo, como la estoy teniendo, de ver que enlazás trabajos y recibís aceptación, y luego viene otro en el que no tanta, y con un poco de suerte puede que te vuelva a ocurrir, te das cuenta de que este es un oficio que funciona en esos parámetros. A veces las cosas gustan más, a veces las cosas nos salen mejor, otras no tanto. Yo la sensación que tengo, todavía, es de que estoy de ida. No me siento recostado sobre ninguna situación privilegiada. Por otra parte también, para ser completamente sincero, sé que en la medida en que vas acumulando situaciones agradables, por decirlo de una forma perfumada, también es cierto que vas colocando el listón en un punto desde el cual vas a ser juzgado, es decir, es un principio de acción y reacción. Me ha pasado en algún trabajo que yo sentí que estaba muy bien y que era dentro de una historia que estaba muy buena, que por el motivo que fuere, porque los planetas se alinearon de otra forma, como máxima compensación alguien decía «Darín, como siempre, bien». Por eso soy muy cuidadoso en el juicio a trabajos de colegas, porque yo sé lo que cada uno de nosotros pone en cada uno de ellos. Es un examen permanente, siempre, todos los días, no importa lo que hayas hecho antes, vas a ser juzgado por lo nuevo, por lo que viene. Y a veces se es muy injusto con los profesionales porque la gente pone mucho de sí. También es cierto que debe ser así porque es un trabajo privilegiado: si tenés suerte de que te salgan bien las cosas todo el mundo te da besos y abrazos en la espalda diciendo que eres un fenómeno, y después aparecerán diciendo que ya era hora de que se cayera. Es una cuestión de tiempo.»
Aún así, sabe que es un actor respetado y que sus películas se esperan con ganas: «yo siento que la gente me quiere porque tendría que estar momificado para no sentirlo. Afortunadamente soy un tipo de a pie, ando por la calle, me cruzo con la gente, me detengo, hablo, me hacen devoluciones. Yo siento todo eso, yo a lo que me refiero es a que no me siento instalado en un lugar de infalibilidad. También leo que Darín es éxito de taquilla, y eso no es así. Yo he hecho películas que no ha ido a ver nadie, ni mi madre. (Risas) Y cuando escucho ese tipo de cosas pienso que qué bueno. Y me podría subir a esa moto y hacerme el Brad Pitt, pero no me sale. No tengo tantos niños.»
Pero sí tiene tantos admiradores. Ricardo Darín actualmente interpreta Escenas de un matrimonio, de Ingmar Bergman, junto a Erica Rivas, la novia del capítulo Hasta que la muerte nos separe de Relatos salvajes. Es decir, ambos coincidieron en la película pero no en la misma historia, y ahora las tablas madrileñas los unen para disfrute de todos. Tanto es así que ya no quedan entradas para verlos. No puede quejarse Darín del amor incondicional que le tienen los espectadores. El mismo que se le profesa a Javier Cámara, acerca de quien es imposible escuchar una sola palabra negativa. Bienvenidos sean los dos a nuestra cartelera.

Silvia García Jerez

@Silbidos

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