FIRST COW: La vaca de la fortuna

Que First Cow tenga en su cartel a la vaca a la que alude su título en inglés, que en España no se ha cambiado, puede llevar a pensar que se trata de una película menor en la que si la protagonista, o el centro de la historia, es una vaca, para qué adentrarse en ella.

Esa decisión sería un error porque tras First Cow se esconde una de esas películas que quien vea no podrá olvidar. La vaca es importante, claro, porque es la primera que llega a Oregón en los albores de la civilización norteamericana, y su leche va a suponer el principal ingrediente de los buñuelos que cocine un joven (John Magaro) que ha recorrido toda la costa oeste con unos cazadores con los que no se acaba de entender.

Cuando le dan de lado encuentra la amistad de un chino inmigrante llamado King-Lu (Orion Lee) que también está buscando fortuna y ambos descubren que la habilidad del joven americano para fabricar postres es asombrosa. Pero necesitan un ingrediente que no es fácil de conseguir: la leche de la vaca recién llegada a la región y que está en posesión del patrón (Toby Jones).

Entre los dos amigos se las ingenian para obtener la leche y dejar impresionados a los habitantes de la zona, que pagan encantados por un dulce tan suculento. La cuestión será, a partir de ese negocio que se les abre, cuánto serán capaces de continuar con él.

First Cow. Los dos amigos protagonistas: el cocinero Cookie (John Magaro) y King-Lu (Orion Lee).
Los dos amigos protagonistas: el cocinero Cookie (John Magaro) y King-Lu (Orion Lee)

Siempre se ha dicho que lo importante de una película no es tanto el qué se cuenta como el cómo se cuenta. Es decir, que si el guión es bueno pero el director no sabe manejarlo, el resultado va a quedar por debajo del nivel que podría tener gracias al buen material inicial con el que la película cuenta.

Pero en First Cow tan perfecto es el guión como la dirección con la que las palabras se convierten en imágenes.  La cinta está basada en la novela The half-life, de Jon Raymond, y el guión lo firma él mismo junto a Kelly Reichardt, la directora de la película. Y sí, ambos son de una brillantez apabullante.

La historia es una preciosidad relatada con una enorme sensibilidad que le otorga a ese constante apoyo entre los dos amigos, cada uno con el papel que le toca según sus capacidades, una dimensión de lección de vida. Pero es que la forma en que Reichardt la plasma en la pantalla pone los pelos de punta: ese tempo, esa cadencia a la hora de abordar cada acontecimiento, esa planificación que convierte la cabaña en un acogedor refugio y sus ventanas, o los resquicios de los postes de madera, en cuadros compartidos por los que observamos a los dos personajes en el mismo plano, uno dentro y otro por fuera, son para admirar a su directora y querer seguir con entusiasmo su carrera.

Aunque lo cierto es que Kelly Reichardt no es una recién llegada, somos nosotros, los espectadores españoles, los que vamos a conocerla gracias a este estreno, el primero de sus nueve trabajos para el cine que llega a las salas. Certain women o Wendy & Lucy son títulos que han cosechado éxitos en festivales y plataformas. Y no son los únicos de su carrera en llevarla a una posición de prestigio dentro de la industria, pero la distribución en España no nos ha acercado esos títulos a los cines y tras ver First Cow da mucha pena que no hayan llegado antes a la gran pantalla, porque su trabajo merece disfrutarse en ella.

First Cow. Cookie con la vaca que le dará el ingrediente que necesita para cocinar excelentes buñuelos
Cookie con la vaca que le dará el ingrediente que necesita para cocinar excelentes buñuelos

First Cow no es una película de palomitas, pero quien busque un cine que paladear por sí solo, por el valor de cada plano, de cada mirada, de una historia que te va absorbiendo poco a poco y te implica por completo en sus consecuencias, va a encontrar en esta película una que guardar en la memoria.

La belleza se rebosa a cada momento, incluso en medio del suspense de qué ocurrirá en la aventura con la vaca. Un suspense sosegado, en el que la vida real se impone al montaje frenético del cine de masas.

First Cow está rodada con el corazón y con un conocimiento del medio que a Kelly Reichardt le sirve para imprimir tensión interna en la sencillez con la que se que resuelve el conflicto creado.

Y no hay mayor belleza que la que un director seguro de las decisiones que toma le imprime a la película que rueda. Porque el resultado es una obra mayúscula que nos acerca con otros ojos a los albores de la civilización norteamericana, en la que el oeste de los pistoleros aún no había aparecido pero sí teníamos los elementos que luego van a conformar el género.

Aquí no hay duelos a muerte, ni un sheriff que deba defender a nadie. Solo una amistad a prueba de ese fuego con el que se cocina la fortuna, dos personajes que se ganan el afecto del espectador y una vaca que ilumina el camino. Los ingredientes perfectos, y en su punto justo, para servir una joya.

Silvia García Jerez

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