FERNANDA BADA

Dramaturga y actriz. Ha obtenido dos menciones honoríficas por sus obras, una del Premio Independiente de Joven Dramaturgia Teatro sin Paredes, en 2015 y el otro del Premio Dolores Castro 2020. En noviembre del 2020, Fernanda Daba participó en la residencia virtual DINAMO 7. Acción viva de la UNAM, la ha seleccionado para dirigir teatro infantil con máscaras e improvisación.

LA CRONOSFERA: ¿En qué proyecto te encontrabas cuando se dictó el Estado de alarma?

FERNANDA BADA: Tenía una beca de creación en la Fundación Para las Letras Mexicanas. Trabajamos 8 horas estrictas. Mi tutor era David Olguín. Tomaba clases de guión cinematográfico. En la casa convivía con escritores de poesía, narrativa y dramaturgia.
Además, por la tarde tenía dos temporadas como actriz, los lunes en una obra llamada Manada y los miércoles con La ciencia de la despedida.

LA CRONOSFERA: ¿Y durante el confinamiento? ¿Cómo canalizabas tu creatividad?

FERNANDA BADA: Me deprimí. Escribía desde mi casa, porque la beca de la Fundación aún continuaba. Pero hubo un momento en que decidí hacer mermeladas y asociarme con una amiga para comercializarlas, abrimos un negocio que se llama “Paladar placer, el placer de la merme”. Eran mermeladas orgánicas, endulzadas con miel de agave. Fue todo un éxito. Mi garaje se convirtió en un local de ventas los domingos. Pero en diciembre terminó, porque a mi socia le empezó a salir mucho trabajo, y hacer mermeladas tiene su chiste; el proceso es muy elaborado, tienes que pasar muchas horas frente a la estufa, entonces sola no lo iba a lograr, además de que no era mi empresa, en un principio entré a ayudar y el negocio creció, se unieron otros comerciantes, nos traían pan artesanal recién horneado, miel orgánica, papel abeja, salsas, arenas, etcétera. En diciembre armamos canastas navideñas, de varios productos. Concluimos con muy buena ganancia.

Fernanda Bada en su tienda Paladar Placer
Fernanda Bada. Paladar Placer.

Al término de mi beca, en septiembre, había concluido una obra que no terminó por gustarme del todo, tiene diversos temas que me interesan pero la ejecución no fue la mejor. La dejaré descansar un tiempo para volver a ella y corregirla. Además de escribir teatro, los jueves, tengo un taller de ensayo literario. El ensayo es un género que no deja de sorprenderme y el cual me gustaría seguir explorando.

 

«Este confinamiento nos ha hecho repensar qué tanto se hace teatro para vivir y qué tanto uno vive para hacer teatro».

LA CRONOSFERA: Se levanta el confinamiento y regresamos a esto que llamamos “nueva normalidad”. ¿Cómo te encuentras con este regreso?

FERNANDA BADA:  Me gustaría mucho escribir o crear alguna serie. Tengo conversaciones con un amigo sobre eso, para generar todo el argumento y desarrollar el capítulo piloto.

Con esta pandemia, se me movió todo. Intenté sobrevivir en la Ciudad de México después de que terminó mi beca, solo pude sobrevivir seis meses.

En abril de este año, me invitaron a un proyecto en San Pancho, que se llamó Fantasmas en el mar, bajo la dirección de Mariana Garcia Franco. Me quedé tres semanas en la playa, fue un proceso muy bonito, pero lo terminé con tristeza porque no fue bien gestionado y solo dimos una presentación. Lo que nos lleva a plantearnos de qué otra manera podemos darle continuidad.

Este proyecto surgió desde el 2019, en un encuentro de dramaturgas de diferentes latitudes. Partiendo de un texto de una dramaturga noruega, hicimos una lectura dramatizada, casi un montaje para el Centro Cultural del Bosque. La temática era, cómo hacer presente la ausencia, y lo enriquecimos con textos míos y  de un dramaturgo que se llama Misael Garrido.

Las publicaciones de Fernanda Bada
Las obras publicadas de Fernanda.

LA CRONOSFERA: ¿Piensas que ahora el teatro tiene más que ver con lo económico que con el contenido?

FERNANDA DABA: Este confinamiento nos ha hecho repensar qué tanto se hace teatro para vivir y qué tanto uno vive para hacer teatro. Se necesita de lo económico para generar el contenido que uno quiere, pero pensar en cómo podemos materializar el ideal, son apuestas de la creatividad y de la imaginación. Una buena producción no sólo debería sacar adelante el armatoste teatral, sino que principalmente debería interesarse por los recursos humanos que laboran en el proyecto, y es que al final el trabajo no
es lo que ve el espectador en la puesta en escena, si no todo el proceso previo de conceptualización y ensayos, fuera del teatro.

«No veo futuro, o al menos no me entusiasma. Vivo en presente, lista para lo que venga».

Al hacer teatro independiente, parece una utopía poder vivir de ello, pensaría que hay que generar otros modelos de producción. No necesariamente esperar a que un teatro o una institución te encargue un proyecto para poder desarrollar tu trabajo. Y lo digo porque al parecer ellos ofrecen sólo un espacio y un poco de dinero para una producción que debe ejercerse única y exclusivamente en materia prima.

Ahora que estoy viviendo en provincia, específicamente en Morelos, descubro que los modos de producción del teatro viven en una contradicción, por una parte queremos descentralizar el teatro, eso está bien, pero por otro lado, el modelo de producción es como el de la Ciudad de México, qué quiero decir con esto, que desde la capital nos envían a los profesores, para que nos digan cómo dirigir, nos envían a los productores que nos dicen cómo producir y no confían en que la gente que vivimos descentralizados, podamos tener un discurso. Hay mucha gente de Morelos que se ha ido al D.F. y que tiene buenas propuestas, ideas nuevas. No
necesitamos que nos vengan a evangelizar.

LA CRONOSFERA: ¿Te imaginabas en esta situación, cuando estabas confinada?

FERNANDA BADA: No. Antes veía futuro, veía que todo estaba por hacerse, veía la novedad. Suena  pesimista, pero en este momento, no logro ver nada de eso. No veo futuro, o al menos no me entusiasma. Vivo en presente, lista para lo que venga.

LA CRONOSFERA: ¿Cómo te ves de aquí a diez años?

FERNANDA BADA: ¡Ufff! No sé. Hay gente que confía en lo que hago. Han apostado por mi desarrollo personal, me gustaría que de aquí a diez años, todo este trabajo pueda ser compartido, sin escatimar los recursos. Que las cosas puedan ser con todo su esplendor, no nada más las obras, si no la vida. Me encantaría tener un hogar, un lugar en el que pueda llegar a descansar y desarrollar mis ideas, generarme siempre un espacio de aprendizaje.
Me gustaría sentirme independiente, tener los recursos para hacer lo que quiera.

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