ELENA ANAYA: «Hitchcock cometió un error no trabajando con niños»

Elena Anaya en VAN HELSING
Elena Anaya en VAN HELSING

Palentina, de 41 años recién cumplidos, Elena Anaya quiso ser actriz y lo consiguió. Es una de las mejores del país en el que nació, lleno, aunque muchos quieran negarlo, de grandes intérpretes que continuamente nos dan enormes alegrías, ya sea en televisión, en teatro o en cine, dentro y fuera de nuestras fronteras.
Ha tocado el cielo de Hollywood en películas tan comerciales como Van Helsing o Wonder Woman, de próximo estreno en las salas de todo el mundo, y en cintas mucho menos conocidas como Savage Grace, protagonizada por Julianne Moore, pero es en España donde, afortunadamente para nosotros, más ha trabajado. Mucho, muy bien y con algunos de los mejores, como Agustín Díaz Yanes (Alatriste y Solo quiero caminar), Julio Medem (Lucía y el sexo y Habitación en Roma), Pedro Almodóvar, gracias al que ganó el Goya que tiene, por La piel que habito, o Imanol Uribe, con quien ha rodado la escalofriante y todavía inédita Lejos del mar.

Elena Anaya como la señorita Pam
Elena Anaya como la señorita Pam

La cartelera actual nos la trae de vuelta con el estreno de Zipi y Zape y la isla del capitán, un género, el infantil con giros al juvenil, en el que resulta insólito verla. En él, recoge el testigo que Javier Gutiérrez dejó tras Zipi y Zape y el club de la canica, la fabulosa primera parte de esta secuela.
En un encuentro mantenido con ella en el hotel Urso de Madrid, nos cuenta lo gratificante que ha sido para su carrera escoger el personaje de la señorita Pam, trabajo que no dejará indiferente a nadie, y por el que podría recibir los parabienes de la taquilla y nos resume la experiencia de toda una vida dedicada al cine, ahora que se cumplen veinte años de su llegada a él.
Elena Anaya: Me lo he pasado como una enana rodando esta película. Me apetecía mucho, también, hacer algo distinto, una película familiar, de aventuras para niños y sus padres, que eso es muy importante, porque los niños no pueden ir solos al cine y sus padres a veces padecen una serie de películas que son sin pies ni cabeza, y luego se las tienes que explicar a los niños y no sabes cómo porque no hay por dónde cogerla. Está muy bien que los padres disfruten y que tengan la experiencia de recordar que también ellos fueron niños.
P.: ¿Cómo ha sido trabajar con ellos?

La señorita Pam rodeada de niños
La señorita Pam rodeada de niños

E.A.: Fantástico. Creo que Alfred Hitchcock cometió un gran error en su vida no trabajando con niños. Lo de los animales ya lo tengo un poco… Hay todo tipo de niños, pero lo maravilloso de estos es que seguían comportándose como tales. Hay niños actores que son demasiado actores y te roban el plano, pero estos han sido niños de verdad. Y se han hecho muy amigos. La aventura de la película se queda corta al lado de la que han vivido ellos. Y yo con ellos, yo quería ser una más.
P.: ¿En qué te fijas para decidirte a aceptar un papel?
E.A.: Es un momento de soledad enorme frente a un guion de cien páginas, en mi caso en la misma mesa de trabajo que tengo desde hace muchos años. Y es como cuando echas una moneda a la Fontana de Trevi y piensas: «que ocurra». A veces no ocurre.
P.: ¿En qué te inspiraste para hacer este personaje?
E. A.: La preparación de un personaje es muy solitaria y muy ciega, porque nadie te ve. Entonces yo pido ayuda a mis profesores, que les sigo llamando independientemente de la seriedad o la envergadura del proyecto porque todos los públicos son respetables y tengo que hacer el trabajo lo mejor que pueda.
P.: ¿Te identificas con algo de tu personaje, como no querer hacerte mayor o querer hacer alguna locura?
E.A.: A mí me gusta mucho crecer, hacerme mayor. Me gustaría que la vida fuese más larga. Y el perder a la gente que quieres es un dolor irreparable, pero también te hace darte cuenta de que tienes que vivir la vida al máximo y aprender de las experiencias vividas. Tuve una infancia deliciosa, me lo pasé pipa, con unos padres increíbles y siempre que tengo niños al lado intento ser la sombra de lo que mi madre fue y tranmitirles la magia que a mí me enseñaron de pequeña. La locura la tengo (Risas) estoy loquísima y me encanta. Me encanta jugar y seguir recuperando ese momento de lucidez que solo tienen los niños.
P.: ¿Qué relación tenías con los tebeos de Zipi y Zape?
E.A.: Eran los únicos tebeos que leía, para ser honesta. Nunca cuento lo que no es porque me toca vender la película. Nunca me gustaron los tebeos, pero los de Zipi y Zape sí. Y me gustaban los de tapa dura. Estaban los finitos que vendían en los kioskos, y luego los de tapa dura que… yo es que soy de Palencia y allí eran difíciles de conseguir, y cuando los encontrábamos era un subidón. (Risas)
Yo siempre he sido una persona muy libre, de pequeña también, y cuando leía los tebeos de Zipi y Zape me entraban ganas de ser más perra todavía y de liarla parda. Porque me hacían gracia, me entretenían y me divertían. Y me parece maravilloso que ahora, generaciones de niños de 11 años que no tienen ni idea de quienes eran Zipi y Zape entren inmediatamente en la aventura, porque cuentan una historia que es universal con la que los niños se identifican. Y me parece muy bien recuperar un tebeo nuestro, que nadie tenga que venir de un tebeo de no sé dónde a decirnos que son guays porque aquí también tenemos tebeos fantásticos. Y esta es una película muy bien producida y tan cuidada… Es un privilegio que haya películas así para los niños. Y para los adultos.
P.: Se cumplen veinte años de tu irrupción en el cine, ¿qué balance haces de tu recorrido?
E.A.: Una emoción muy grande, un agradecimiento infinito a todas las personas que han confiado en mí. Me di cuenta en mi primera película de lo complicado que es esto, y como he dicho, sigo preparándome y estudiando. Cuanto más crezco más me doy cuenta de lo que me queda por aprender.

Elena Anaya en LA MEMORIA DEL AGUA
Elena Anaya en LA MEMORIA DEL AGUA

P.: En teoría, el personaje de Pam, al ser más divertido, a lo mejor no es tan intenso como otros personajes que hayas hecho. ¿Hasta qué punto te resulta fácil desprenderte de los papeles que interpretas?
E. A.: La teoría es así. Es mucho más fácil desprenderse de la señorita Pam que de Amanda, el que he hecho en La memoria del agua, de Matías Bize, que se estrena el 5 de agosto y que es durísima. Es el personaje más difícil y duro y triste… No es apta para padres, os aviso. (Risas)
P.: ¿Más aún que el de Lejos del mar?
E.A.: Mucho más. Entonces claro, Lejos del mar, La memoria del agua. Un momento complicado en mi vida y de repente llega Zipi y Zape y dije: ¡Por favor, dejadme jugar, me quiero volver loquísima con esos niños! Pero para eso se entrena. Yo recuerdo una conversación con uno de mis profesores haciendo La memoria del agua, que le dije: no puedo respirar, tengo serios problemas para respirar cuando acabo de trabajar porque estoy demasiado cansada. Me había ido a un lugar tan doloroso para poder contar lo que tengo que contar que me cuesta respirar. Él me dijo: entonces respira antes y respira después. Pero es como los consejos que se les da a las embarazadas, de que respiren, pero como te acerques te abren la cara. Es compicado, pero como todo, es una técnica. Y siempre sirve tener cerca a la familia y a los amigos. Pero se acaba la película y te toca poner la lavadora y hacer la compra. Mi vida es muy normal, pero si estás en un país donde no conoces a nadie, llega el fin de semana y nadie te llama hasta el lunes, que vuelves a rodar, y tú te has quedado con el corazón hecho pedazos y paseas por Santiago de Chile y todo te parece tan triste que cuando llega el lunes no sabes de dónde sacar las fuerzas.
P.: ¿Puedo preguntarte sobre Wonder Woman?
E.A.: Pregunta, no puedo decir nada.
P.: Por cada papel que aceptas, ¿cuántos rechazas?
E.A.: En el pasado… porque ahora llegan menos proyectos, no solo a mí, es que la cosa está complicada, porque el cine no es cultura, el cine no importa y el cine no sé qué, y cada vez lo están poniendo más difícil y levantar los proyectos cuesta más, pero he dicho a muchas más películas que no que a las que he dicho que sí.

Elena en ÁFRICA, su primera película
Elena en ÁFRICA, su primera película

P.: ¿Hay algún papel que consideres que te ha marcado en tu carrera?
E.A.: Todos y cada uno de los personajes que he hecho. Nunca he hecho un trabajo por hacerlo ni pensando en lo siguiente. A todos los personajes que he hecho les he dedicado mi vida durante un tiempo. Además, esos personajes, de alguna manera, en un colectivo que es el público, están asociados a mí para siempre. Existe un vínculo con ellos ya. Tú recordarás algún personaje que yo he hecho que pertenece más a tu memoria que a la mía. Mis personajes también os pertenecen a vosotros, así que todos, de alguna manera, me han marcado. Eso sí, siempre destaco el primero. A mí la primera vez que me dieron un personaje, que fue un protagonista en una película… mi madre me esperó con una tarta de moras cuando cogí el autobús para ir a Palencia y contárselo a todos. Hicimos una fiesta increíble.
P.: Después de un papel tan alegre y con tanta simpatía, ¿has pensado en aceptar papeles más cómicos?
E.A.: La carrera de un actor no es una nevera que abras y digas: en la primera balda películas afroamericanas… Creo que es la primera vez en mi vida que recibo un proyecto así y cuando lo recibí me quedé loca. Qué suerte, qué maravilla que piensen que yo puedo entrar en un proyecto así. Y me lancé de cabeza. A veces se eligen los proyectos, y reconduces tu carrera, pero no puedes elegir tanto.

Silvia García Jerez

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