EL RAPTO: El pecado de Pío IX
El rapto se acerca a un hecho terriblemente real: el secuestro del niño de 7 años Edgardo Mortara en el año 1858 a manos de los soldados Papa Pío IX. Primero bautizaron en secreto al niño, judío de nacimiento, para convertirlo al cristianismo. Una vez el pequeño Edgardo es bautizado a escondidas por la chica que lo cuidaba, debe marcharse de Bolonia, entonces Estado Pontificio, ciudad en la que vive, para ser llevado ante su nueva familia en Roma, con la que crecerá junto a otros niños también forzados a convertirse al cristianismo. Si sus familias se convierten también, los niños serán devueltos a sus padres. Pero la de Edgardo luchará por recuperarlo incluso yendo a los tribunales, llevando a juicio al mismísimo Papa, caso que supuso un antes y un después para la institución.
El rapto al que someten al niño hace que éste abandone forzosamente a una familia numerosa que lo adora. Y durante un tiempo se negará a lo que se le impone y sus padres intentarán que vuelva a casa, pero el Papa pone todos los impedimentos posibles y el caso de Edgardo se hará célebre en el mundo. Tanto es así que uno de los cineastas que lleva años intentando trasladar su historia a la gran pantalla es Steven Spielberg. El secuestro de Edgardo Mortara tiene previsto titularse. La película, que estuvo hace un tiempo entre sus proyectos como director, ha pasado ahora a su lista de cintas a producir.
El que sí la ha llevado al cine ha sido el italiano Marco Bellocchio, un nombre fundamental entre los cineastas italianos, ya que lleva en activo desde los años 60, con títulos como Marcha triunfal, Buenos días, noche o El traidor, que vimos en 2019.
Y no pierde fuerza, al contrario. Hay directores que afianzan su talento con la edad y Bellocchio es uno de ellos. El rapto sobrecoge desde el primer minuto, desde ese aviso de los soldados del Papa a la familia Mortara de que van a llevarse a Edgardo por haber dejado de ser judío. La familia no lo entiende, el niño no es católico, pero ellos los sacan de su error. Un relato que nos va absorbiendo y nos mete de lleno en esa Italia terrible en la que si no eras cristiano no podías vivir con tu familia hasta que ésta cambiara de religión.
Como espectadores asistimos a los dos frentes: el del niño que echa de menos a sus padres y a sus numerosos hermanos y que no quiere rezar ninguna oración de la religión que le imponen, y el de los padres, tratando de hablar con las autoridades eclesiásticas para procurar que el niño les sea devuelto. Y pasa el tiempo. Y los ambos lo acusan, sobre todo el niño, que era muy pequeño cuando se lo llevaron a Roma y aunque se revela cuando y cuanto puede, le va resultando más complicado según va cumpliendo años en una familia que no es la suya.
Pero la Historia será benévola con Pío IX, a pesar de haber cometido un pecado de tales dimensiones en el nombre de la religión, porque en el año 2000 fue beatificado y el propio Edgardo manifestó en su momento su deseo de que además fuera considerado beato… para la iglesia católica un beato es un difunto cuyas virtudes han sido certificadas por el Papa y puede ser honrado con culto.
El rapto nos cuenta el proceso por el que atravesó el niño hasta llegar a convertirse en ese adulto tan diferente al que hicieron salir de su casa y por eso Bellocchio nos desgarra. Nos cuenta una historia terrible que al ser un caso real se torna aún más cruda. Y lo hace paso a paso, sin dejarse un solo dato, sin ahorrar un acontecimiento de cuantos tuvieron lugar en él. Y claro, Bellochio consigue una de sus grandes obras, un título único que recomendar y que recordar. Para no olvidar la Historia ni lo que sucedió en ella.
Silvia García Jerez
Silvia García Jerez